28.02.09

Somos 'actores' en la representación de este mundo

Roberto Sala me envía este artículo con recarga oculta explosiva. La enjundia de este artículo radica en la oculta información que trae en los contenidos del final, donde pinchando esta la verdadera “bomba”.

Somos ‘actores’ en el grandioso marco donde se representa la vida, actores muy cualificados, no simples espectadores viendo la escena desde una cómoda butaca. No nos limitamos a aplaudir un mundo perfecto, aunque inacabado y lleno de nuestras imperfecciones, no, participamos en el cumplimiento de un mandato imperativo de su Creador: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla…” Gen 1, 28.

Efectivamente, Dios ha pintado un cuadro que a nosotros nos corresponde acabar, ha iniciado una gran obra y está en nuestras manos darle buen final… ‘ha confiado y confía en el ser humano’. Por eso nos ha creado libres para terminar su obra ‘a nuestra manera’, como un Padre que educa a su hijo llevándole de la mano hasta que pueda caminar solo. Esta es nuestra condición: ‘ser hijos de Dios’ y comportarnos como tales.


Dios, en el Génesis, cuando crea al hombre a imagen y semejanza suya, habla en plural, Él y cada uno de nosotros completamos nuestra creación, continuamos sus pinceladas en el cuadro de nuestra persona ‘una obra de arte’ si ponemos toda la sabiduría y buen hacer que nos ha enseñado.

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21.02.09

La juventud en peligro

El caso del asesinato de Marta del Castillo debería plantear un debate profundo en la sociedad.

No me refiero solo por la conmoción y el rechazo que nos produce la muerte de esta chiquilla de tan solo 17 años a manos de un energúmeno que descargo sobre ella sus frustraciones infantiles sin el más mínimo escrúpulo,y al que le deseamos la cadena perpetua. No. Ni tampoco por la indignación de ver la complicidad de unos jóvenes que le ayudaron a deshacerse del cuerpo y a ocultar lo sucedido, como si fuese lo más habitual en las noches de botellón, sin aparentes signos posteriores de remordimiento de conciencia.

Me refiero a un examen personal y sincero de los padres, los educadores, la comunidad política y los medios de comunicación sobre si la educación que les estamos ofreciendo a nuestros niños y jóvenes está encaminada a enriquecer sus facultades físicas, intelectuales y morales; o si bien, nuestro modo de hacer nos convierte en “cómplices por omisión” de estos hechos macabros, que nos recuerdan que ante nuestra incapacidad de asumir la responsabilidad y las consecuencias de nuestra permisividad, la falta de autoridad y la carencia de límites en la educación de las nuevas generaciones , les estamos abocando a un peligro inminente.

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11.02.09

La Virgen María y San Pablo

“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!”.(Gálatas 4, 4-6)

Verdadero Dios y verdadero hombre “nacido de mujer”.

Poco sabemos de la relación de San Pablo con la Santísima Virgen. De hecho, no encontramos referencia de Ella en sus escritos salvo este texto de la carta a los Gálatas, en el que nos anuncia una verdad fundamental de nuestra fe: “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre".

A pesar de que esta simple referencia a Maria es entendida por algunos como un reflejo de la mentalidad de la época, en la que San Pablo intenta empequeñecer la misión querida por Dios para la joven Maria como la Nueva Eva, esto no es así.

Al contrario.

“El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (Gaudium et spes 22).Es más, según San Pablo, Cristo, “siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil 2, 6-8).

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7.02.09

Las mujeres en las comunidades paulinas (II)

Pero aún hay más…

Leer los textos de San Pablo con ojos de mujer, de una mujer del S.XXI, que pretende gastarse diariamente para que “Cristo reine en la tierra”, supone descubrir la grandeza y la sencillez de muchas de las mujeres que acompañaron y colaboraron con San Pablo a lo largo de su misión, algunas de ellas de forma silenciosa “gastándose” por cumplir la voluntad del Señor “desempeñado un efectivo y precioso papel en la difusión del Evangelio”,y que el apóstol menciona en sus textos.

Como señala Benedicto XVI: “El Señor quiere que estos testigos del Evangelio, estas figuras que han dado su contribución para que creciera la fe en Él, sean conocidas y su memoria permanezca viva en la Iglesia. Históricamente podemos distinguir el papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, durante la vida terrena de Jesús y durante las vicisitudes de la primera generación cristiana (…) Debemos a san Pablo una documentación más amplia sobre la dignidad y el papel eclesial de la mujer. Comienza por el principio fundamental, según el cual, para los bautizados «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer», «ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3, 28), es decir, unidos todos en la misma dignidad de fondo, aunque cada uno con funciones específicas (Cf. 1 Corintios 12,27-30).

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1.02.09

La predilección y la confianza de San Pablo por las mujeres en las comunidades paulinas.

“Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, que está al servicio de la iglesia de Céncreas, para que la recibáis en el Señor de manera digna de los santos, y la ayudéis en lo que pueda necesitar de vosotros: porque también ella asistió a muchos y, en particular a mí.
Saludad a Prisca y a Aquila, mis colaboradores Cristo Jesús, que expusieron sus cabezas para salvar mi vida, a quienes damos gracias no solo yo sino también todas las iglesias de los gentiles, y saludad a la Iglesia que se reúne en su casa.
Saludad a Epéneto, amadísimo mío, primacía de Asia para Cristo. Saludad a María, que se ha esforzado mucho por vosotros. Saludad a Andrónico y Junías, mis parientes y compañeros de cautividad, que gozan de gran consideración entre los apóstoles y que llegaron a ser cristianos antes que yo. Saludad a Ampliato, amadísimo mío en el Señor. Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a mi amadísimo Estaquis. Saludad a Apeles, de fe profunda en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso que creen en el Señor. Saludad a Trifena y a Trifosa, que trabajan en el Señor. Saludad a la amadísima Preside, que trabajó mucho en el Señor. Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre, que es también mía. Saludad a Asíncrito, a Flegón, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos. Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a los Olimpas y a todos los santos que están con ellos. Saludaos unos a otros con un beso santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo”.(Rom 16, 1-16)

A pesar de que la situación de la mujer en la iglesia ha mejorado en los últimos tiempos, todavía se oyen voces que opinan que quedan pequeñas diferencias para alcanzar la plena igualdad de papeles entre varones y mujeres.

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