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18.10.15

Con el rabo entre las piernas

Mucho me temo que el Maligno va a salir con el rabo entre las piernas sin conseguir lo que tan empeñado esta en encizañar durante estos días del Sínodo de los Obispos.

Peligro hay, no hay duda, y mucho. La aparición de casos “controvertidos”, murmuraciones, engaños, escándalos, … no son más que una batalla más del Diablo  para eliminar a Dios de nuestras vidas, para separarnos de Él, para desunir, dividir y desorientar a los que están llamados a servir, gobernar y a orientar al pueblo de Dios hacia el Reino de Dios”..

Pero, a pesar del daño que causa a una humanidad, en muchas ocasiones, desnortada y  manipulable, nuestras armas son poderosas y efectivas: oración, sacrificio y acción.

Son las armas que Dios utilizó para no dejarse vencer por el Demonio en el desierto. Y no me cabe la más mínima duda de que las oraciones de muchos fieles, el empeño por  llevar la Palabra de Dios hasta los más remotos rincones de la tierra,  y el sacrificio ofrecido durante estos días por el buen hacer de nuestros pastores ,serán la gran solución  para que la Iglesia no se aparte de su camino.

Pero como decía San Pablo: “Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.

 Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza; tengan buen calzado, estando listos para propagar el Evangelio de la paz.

Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio.

Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos.

Rueguen también por mí, para que, al hablar, se me den palabras y no me falte el coraje para dar a conocer el misterio del Evangelio”.

Es más, como señaló  el Papa Francisco en la homilía de la Misa que celebró en Santa Marta el jueves 30 de octubre de 2014,  “la vida del cristiano «es una milicia» y se requieren «fuerza y valentía» para «resistir» a las tentaciones del diablo y para «anunciar» la verdad. Pero esta «lucha es bellísima», porque «cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da un gozo, una felicidad grande» (…) El Señor está con nosotros. Quien nos ha dado todo, nos hará vencer nuestra batalla cotidiana, con la «gracia de la fuerza, de la valentía, de la oración, de la vigilancia y la alegría».