El absurdo minuto de silencio

ETA ha vuelto a matar. Con la misma cobardía de siempre, con la misma crueldad. Han arrebatado la vida a un militar y padre de familia, que en acto heroico esperó a que evacuasen la zona sus compañeros en primer lugar, saliendo el último del cuartel.

Las instituciones y partidos han vuelto a presentarnos la misma cantinela “post-atentado” de siempre. Han sacado del cajón el mismo comunicado que ya han usado setecientas veces, y han puesto “tipex” en nombres y lugares, para soltarnos el mismo rollo, que sinceramente me irrita en lo extremadamente vacío de su formalismo.

Pero para irritación y frustración, el acabose son los minutos de silencio, ¡que ahora he oído que alargan hasta cinco minutos a veces!. Siento saltarme la corrección política pero son el colmo del absurdo laicista e hipócrita. Que alguien me explique para que sirve, ¿para reflexionar sobre lo malos que son los asesinos?, eso ya lo sabemos, y ante eso lo que procede es una respuesta contundente, ¿para recordar en silencio la fugacidad de la vida?, venga ya por favor…En una sociedad como la española donde los cristianos siguen siendo mayoría (aunque sea de bautizos-bodas-funerales) y cuya realidad común está destinada a Cristo, buscamos en la fe la esperanza, y no en la expresión más inútil de la nada.

En lugar de (como leí citar hace poco) esos “Padres nuestros para sordomudos”, lo más adecuado, lo más sentido y bonito es unirnos en oración, para pedir por su alma, y por su familia. Y el que quiera estar callado que haga un retiro espiritual en el monte, pero para recriminar un acto violento esa actitud es absurda e improcedente.

Recemos pues por el alma de éste héroe. Me viene a la cabeza esa oración que tomó el ejército para homenajear a los caídos, una oración que se eleva en su belleza a la vez que llega a lo profundo: “La muerte no es el final”. Termina diciendo “en tu palabra confiamos, con la certeza que Tú, ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz”.