Louis Bouyer: Santo Tomás Moro y el clericalismo del cardenal Gasquet

Hay que subrayar, finalmente, que nos ofrece, en nuestra Iglesia posterior al Vaticano II así como en su Iglesia anterior a Trento, el ejemplo perfecto del laico consciente de su lugar en la Iglesia de los derechos inseparables de las obligaciones que dicho lugar implica. En cierta ocasión le preguntaron al cardenal Gasquet cuál era la posición de los laicos en la Iglesia católica de su tiempo. Y respondió: «¿Los laicos? ¿Su posición? De ordinario deben permanecer de rodillas; pero pueden ponerse en pie para el Evangelio. Sin embargo, es necesario que conserven su mano junto al portamonedas».

Moro, por el contrario, es el prototipo del laico consciente tanto de sus responsabilidades como de los deberes que éstas implican. No recibe pasivamente su fe, como una Iglesia puramente «discente» (cual si nada tuviera que asimilar ni, por tanto, nada que discutir personalmente así en su fuero interno como con gente capaz), de una Iglesia que procede a la manera de un oráculo que funciona automáticamente. De nuevo hemos de recordar a Newman y a su distinción sin separación, en la tradición cristiana, de lo que él mismo llamaba la forma episcopal y la forma profética de esta tradición. La verdad cristiana, nos dice, al ser verdad de vida, sólo subsiste en cuanto es vivida, y vivida personalmente por todos los miembros de la Iglesia, incluidos el clero y los obispos. Por tanto, no está reservada únicamente a los obispos la comprensión y la formulación eventual, o la aplicación que de ahí se sigue, de todo lo que dimana de la revelación cristiana tanto para el hombre individual como para la comunidad cristiana en general. Es esto una consecuencia para todos los fieles cristianos, lo mismo clérigos que laicos, de la fidelidad en vivir con todo su ser toda su fe. Lo que compete a la autoridad episcopal es únicamente dar un juicio final autorizado por una función que dimana de la función apostólica, establecida por el mismo Cristo, acerca de la validez o invalidez del desarrollo de la doctrina en cuestión. Pero puede perfectamente suceder, en tal o cual circunstancia, que un simple laico, un simple fiel, por razón de esa fidelidad personal a la tradición total y una de la verdad en todo el cuerpo de la Iglesia del que no se separa jamás, atestigüe verdades que muchos obispos, en un determinado lugar, en un determinado tiempo se hayan mostrado incapaces de defender o incluso simplemente de expresar. Pronto o tarde, sin embargo, es en unión con el cuerpo cristiano fiel, que permanece en comunión con el primero de los obispos, como la parte más sana del episcopado, por no hablar del clero en su conjunto, se verá obligada a fin de cuentas a reconocer y canonizar lo que un solo laico, quizás, abandonado de todos o de casi todos los pastores de su país, haya confesado y a canonizar al confesor con su confesión de fe. Lo que sucedió, por consiguiente, en el caso de Tomás Moro no es algo extraño: es la verificación del adagio de San Agustín: Veritas magna et praevelet, «la verdad es grande y sale vencedora»

Tomás Moro, humanista y mártir. Louis Bouyer. Ed. Encuentro, pp. 89 - 91

Personalmente pienso que hoy asistimos ante un nuevo rebrote clerical, donde la autoridad hace valer su fuerza mediante argumentos ad verecundiam, no confrontando el argumento con la regula fidei.

6 comentarios

  
Martin Ellingham
"No recibe pasivamente su fe, como una Iglesia puramente «discente» (cual si nada tuviera que asimilar ni, por tanto, nada que discutir personalmente así en su fuero interno como con gente capaz), de una Iglesia que procede a la manera de un oráculo que funciona automáticamente."

Parece que nada más alejado del zombi católico neocon que Tomás Moro.

Saludos.
03/01/11 12:25 AM
  
Pedro
Estoy de acuerdo con el artículo en general pero... ¿esto no se podría aplicar también desde una perspectiva progresista? ¿No se lo podrían aplicar también las "católicas por el derecho a decidir" o "las católicas por el sacerdocio femenino" o cualquier grupo por el estilo?

03/01/11 11:17 AM
  
Hermenegildo
"Sin embargo, es necesario que conserven su mano junto al portamonedas".

¡Qué desvergüenza!
03/01/11 3:07 PM
No conozco de la tradición en nuestra Iglesia respecto a recibir la Eucaristía de pies o de rodillas, pero quiero compartirles mi propia experiencia.

De unos 4 años para acá, y de manera espontanea, he comenzado a recibir la Sagrada Comunión arrodillándome ante el Sacerdote.

No lo he hecho por conocer tal o cual documento, que siendo cierto, justificara dicha postura corporal al momento de recibir a Cristo. Mas bien, ha sido como una convicción personal porque también he ido conociendo mas de la Misericordia de Jesucristo conmigo.

Es con base en eso que me animo a pensar que en la medida en que todos descubramos cuánto nos ha amado Dios, no sólo querremos arrodillarnos ante El, sino también postrarnos.

Por cierto, según he visto, dentro del Camino neocatecumenal no se estila esa postura para recibir a Cristo, a pesar de apelar ellos tanto a las raíces de nuestra tradición. Con todo respeto, si alguien me puede aportar alguna explicación me ayudará a entender mejor.
03/01/11 7:27 PM
  
Hermenegildo
Saulo Medina: los neocatecumenales, en la mejor tradición de Bugnini, el cerebro de la desafortunada reforma litúrgica de Pablo VI, practican "arqueologismo" litúrgico. Pretenden volver a la liturgia de los primeros tiempos del cristianismo, aunque no de forma totalmente fiel, pues está comprobado que ya en los primeros tiempos, los cristianos celebraban la Misa "ad Orientem", cosa que no hacen los "kikos".
Tengo entendido que, en los primeros siglos del cristianismo, no era frecuente arrodillarse para comulgar, si bien la esta postura fue adoptada por la Iglesia conforme, con el correr del tiempo, se fue profundizando en toda la dimensión de los Sagrados Misterios. Los "arqueólogos" litúrgicos menosprecian esta evolución orgánica de la liturgia a través de la Historia.
04/01/11 12:25 PM
  
Faramir
ISAAC: Me permito hacerle una sugerencia. Cuando cite personajes como el cardenal Gasquet añada algunos datos, como los años de su vida o su puesto en la Iglesia, porque, de lo contrario, nos obliga a buscarlo en Internet, y muchos de ellos no vienen en Wikipedia.
09/01/11 8:18 PM

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