La primera vez
La primera vez que vemos o hacemos algo tiene siempre una fuerza especial para impresionarnos. La novedad llama nuestra atención y hace que nos fijemos en todo, que estemos alerta ante los más pequeños detalles y que grabemos la ocasión en nuestra memoria.
Luego, por desgracia, esa fuerza va siendo combatida por el efecto de la costumbre, que nos va insensibilizando ante lo que vemos. Como es lógico, esas “primeras veces” son especialmente frecuentes de niños: los primeros pasos, el primer día de colegio, la primera vez que se ve el mar… A medida que pasan los años, la frecuencia de esas primeras veces disminuye y, quizás por eso, las apreciamos de una forma especial. Hoy ha sido para mí una de esas ocasiones de “primera vez” para mí en la liturgia.