InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: General

21.07.23

¿No hay que hacer sacrificios?

Todos los años, tanto en cuaresma como en días como hoy, cuando en las lecturas de la Misa se lee aquello de “misericordia quiero y no sacrificios”, ya temo de antemano lo que va a pasar. Y, desgraciadamente, mis temores siempre se hacen realidad, porque un gran número de sacerdotes predican sobre esa frase diciendo algo que suena muy bien a oídos modernos, pero no tiene nada que ver con lo que enseña la lectura.

Sea por la pésima formación que han recibido, porque no conocen a los padres de la Iglesia, porque no se molestan en leer los versículos de más arriba o los paralelos bíblicos o por lo que sea, muchos sacerdotes aprovechan esa frase para asegurarnos que Dios no quiere que nos sacrifiquemos, sino que seamos misericordiosos con los demás. Es desolador. Quizá debería darles una pista de que algo no va bien el hecho de que su afirmación, de ser cierta, condenaría lo que la Tradición de la Iglesia ha enseñado sobre hacer sacrificios durante dos milenios, pero aparentemente eso no les preocupa en lo más mínimo.

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16.07.23

Oración contra la desesperanza

A veces nos engañamos pensando que son los problemas y dificultades que sufrimos o que sufre la Iglesia los que hacen que nos desesperemos, pero no es cierto. Por muy grandes, reales y humanamente insolubles que sean esos problemas, no tienen poder por sí mismos para quitarnos la esperanza¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? En todo eso vencemos fácilmente por aquel que nos amó.

La desesperanza, que es la peor trampa que nos puede tender el demonio, proviene siempre de que nos miramos demasiado a nosotros mismos y demasiado poco a Dios, medimos nuestras fuerzas y no las suyas, nos fijamos en lo que es imposible para nosotros y no en que Él lo puede todo.

Por eso, en estos tiempos recios, he pensado que es una buena idea componer una breve oración contra la desesperanza. No hay mejor medicina para ese pecado que mirar humildemente a Cristo y darle gracias una y otra vez por todo.

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1.07.23

Poema sinodal

El Sínodo de la Sinodalidad ha pedido, modestamente, que se escriban versos, romances, sonetos, himnos y panegiricos rimados en honor del propio Sínodo. Digo yo que lo apropiado será hacerle caso.

Aqui tienen una pobre décima al respecto, aunque el fecundo tema da para mucho más y probablemente los lectores puedan añadir sus propias composiciones en los comentarios:

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28.06.23

¿Salvar la democracia?

He visto por ahí en Internet un mensaje que empezaba diciendo “Hermanas y hermanos católicos” y terminaba con un lapidario “Salvar la democracia es salvar a México“. Las disquisiciones intermedias se referían a la oportunidad de votar a un candidato u otro y no nos interesan, pero el principio y el final me parecen dignos de atención, porque son signo de algo muy importante.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero sería más apropiado decir que es el único animal que tropieza una y otra y otra vez en la misma piedra hasta dejarse los tobillos como un acordeón. Uno de estos tropiezos o errores recurrentes de la humanidad es el de confundir la moda del momento con la verdad o el bien absolutos.

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13.06.23

El enemigo de la familia

“Conviene repetir a tiempo y a destiempo que quien ha destruido la familia en el mundo moderno ha sido el capitalismo. Sin duda, podría haberlo hecho el comunismo, si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo, fuera del desierto cuasimongol en el que florece actualmente. No obstante, en lo que nos concierne a nosotros, quien ha quebrado los hogares, fomenta los divorcios y trata las viejas virtudes domésticas cada vez con más desprecio es la época y el poder del capitalismo. Ha sido el capitalismo quien ha impuesto una lucha moral y una competencia comercial entre los sexos, quien ha arrancado a los hombres de sus hogares para que busquen trabajo, quien les ha obligado a vivir cerca de sus fábricas o empresas en vez de cerca de sus familias,  y, sobre todo, quien ha fomentado, por motivos comerciales, un desfile de publicidad y de estridentes novedades que, por su propia naturaleza, acarrean la muerte de todo lo que componía la dignidad y la modestia de nuestras madres y nuestros padres. No ha sido el bolchevique, sino el jefe, el publicista, el vendedor y el anunciante quienes, como una horda desenfrenada de bárbaros, han derribado y pisoteado la antigua estatua romana de Verecundia [es decir, de la modestia]”.

G. K. Chesterton, The Well and the Shallows, 1935

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El enemigo está dentro. Tirad sobre nosotros”, transmitieron por radio desde el cuartel de Simancas, en Gijón, al comienzo de la guerra civil. Algo similar deberíamos retransmitir nosotros desde nuestras casas, porque, como señalaba Chesterton con su habitual clarividencia, el enemigo está en ellas. Ni siquiera hemos opuesto una resistencia numantina, como los valientes defensores del cuartel, sino que hemos dejado entrar al enemigo por nuestra propia voluntad.

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