La declaración de los sacerdotes alemanes y los divorcidados
Algunos días atrás nos enterábamos de la decisión de los sacerdotes alemanes, de cometer sacrilegio sistemático y atraer el juicio de Dios sobre innumerables almas. Es importante dar a conocer estos hechos y no olvidarlos, por su gravedad, pero desde un punto de vista catequético, también es necesario denunciar la enorme oportunidad perdida para explicar la doctrina católica, que implica esa decisión.
Me refiero a que, en general la Iglesia es sumamente incomprendida en sus doctrinas y decisiones por el mundo, y en particular la instrucción de no admitir a la comunión a los divorciados vueltos a casar, parece ser el prototipo de las decisiones arbitrarias. Parece una medida innecesaria y dolorosa, impuesta por una clase sacerdotal inflexible y retrógrada, sobre los hombros de los pobres laicos, particularmente aquellos que soportan el sufrimiento de un fracaso matrimonial, y encima se ven privados del consuelo que supuestamente debe otorgar la religión.
Lo que ha hecho este grupo de sacerdotes equivale a responder “sí, tienen razón, no es más que una regla tonta de la Iglesia", y, además de traicionar su ministerio, están dejando pasar una oportunidad única de hacer catequesis, porque, lejos de ser el antojo de algún viejo encerrado en el Vaticano y sus siniestros consejeros, esta norma en particular es la consecuencia lógica de la doctrina relativa, no a uno, sino a tres sacramentos, de modo que simplemente no está abierta a discusión.
Más y mejor se ha escrito sobre el tema, por acá, como en Divorciados vueltos a casar, ¿Pueden comulgar los divorciados?, Las parejas en nueva unión, etc., pero si lo dejáramos ahí, este blog no cumpliría su labor.
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