Efesios 5,23 ¿Estamos mal de la cabeza?
¡Vaya! Una semana sin publicar. Mi intención es hacer una o dos entradas por semana en el blog, pero la conversación que ha dado lugar el tema anterior ha estado pero que muy enriquecedora. También ha sido algo airada, así que tenía la intención de que el siguiente post fuera de un tema diferente. Pero ya ven que la cabeza no anda muy bien y sigue dando vueltas en lo mismo, sin dejarnos partir a praderas más pacíficas.
Examinábamos algunos pasajes provenientes de las Epístolas Paulinas, que con frecuencia se usan para acusar al Apóstol de los Gentiles de ser machista y misógino, así que manifestamos nuestra opinión al respecto, apuntando a que, por el contrario, San Pablo estaba en perfecta armonía con el trato igualitario que la primera comunidad cristiana otorgaba a las mujeres. Es en este contexto que se produce un debate, respecto del alcance que tiene el siguiente pasaje de la carta a los Efesios:
5:21 Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.22 Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, 23 porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
Mi opinión preliminar, expresada en la entrada anterior, era que este texto no expresaba una mera relación de sumisión, como pretenden los críticos de la Iglesia, sino que entre la cabeza y el cuerpo existe una relación de identidad sin confusión, según las palabras de NSJC cuando le dijo a San Pablo “Saulo ¿Por qué me persigues?” y que el mismo Apóstol elaboró al escribir de la Iglesia, en la carta a los Corintios:
12:20 De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. 21 El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito», ni la cabeza, a los pies: «No tengo necesidad de ustedes».
Yo lo veo bastante simple, y sin grandes elaboraciones, pero me acusaron de “malabarista lingüístico", y en eso me he pasado pensando toda la semana.
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