A propósito de Miley Cyrus
InfoCatólica nos cuenta que la cantante pop juvenil Miley Cyrus visitó privadamente la Basílica de la Sagrada Familia, situación que naturalmente me produjo rechazo en primera instancia, por tratarse de un lugar dedicado a Dios, y atendida la carrera por la que ha optado esta señorita en los años recientes. Los comentarios de la nota, sin embargo, en su mayoría le han deseado que la visita le sirva para reflexionar y dejarse de provocaciones, y en eso creo que tienen toda la razón. Desde luego, por su popularidad, sería imposible que fuera a un lugar público como un turista más, y si una visita privada es la forma en que ella puede acercarse a ese lugar, con la adecuada catequesis, ojalá que lo aproveche.
Pero no es específicamente de Miley Cyrus que quiero contarles, sino aprovechar la ocasión para reflexionar acerca de de los recurrentes casos como el de ella.
La historia es conocida: Disney anuncia una nueva sitcom con un joven y muchacha de encantadora sonrisa y diversos talentos que ellos han “descubierto” y se los presenta a las familias como la nueva estrella juvenil; luego de 3 ó 4 años de la serie en TV, la ahora “estrella Disney” cumple los 18 años y se encuentra con que la burbuja de fama tiende a desaparecer, sus abogados ha demandado a sus padres por problemas de dinero, no tiene amigos y la reconocen en todos lados, así que volver a una vida de escuela y trabajos anónimos no es una posibilidad ¿Qué hacer?
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