InfoCatólica / Deo Omnis Gloria / Archivos para: Enero 2018

31.01.18

Debate Presidencial: "No tres sino cinco cerditos: el Policía, el Cantante, el Progre, el Bueno y el Snob"

No tres sino cinco cerditos quieren demostrar que pueden construir una casa común mejor que el otro.

De izquierda a derecha en la imagen: el cerdito Policía, el Cantante, el Progre, el Bueno y el Snob.

El cerdito Policía, ya entrado en canas, dice que la construirá cimentándola en la disciplina, el orden y la seguridad. Pocos dudan de que, por más alocado que parezca, será capaz de hacerlo debido a su determinación.

El cerdito Cantante, ni joven ni viejo, afirma que debido a su experiencia en el parlamento y a que es fiel a la inspiración divina, la podrá construir sobre notas musicales. Cosa de la que ningún otro cerdito será capaz, asegura. 

El cerdito Progre no duda que es su deber hacerlo sobre los cimientos que dejara su antiguo jefe, el cerdito Viajero quien, por construirla sobre tiquetes aéreos, no consiguió sino que la casa común saliera volando por los aires con el primer ventarrón. 

Luego, el cerdito Bueno, ha dicho que lo hará sobre lo que de bello, bueno y verdadero cada uno posee para asegurarse de que se mantendrá en pie y nos conserve a resguardo de tantas amenazas que nos asechan desde el exterior. 

Finalmente, el cerdito Snob se mantiene firme en la idea de que por estar bajo la tutela y patrocinio de excerditos constructores e inversionistas así como por contar con un excelente equipo de trabajo, podrá construirnos una casa de lujo. 

Eso  han dicho aunque, sobre la capacidad de cada uno, existen serias dudas, no así sobre sus intenciones. 

Nadie duda de las buenas intenciones de un cerdito, cualquiera que sea ya que, si echamos la mirada fuera de aquí, gran parte del resto del mundo tienen la mala fortuna de verse en el dilema de elegir, no entre cerditos, sino entre candidatos vampiros, muertos vivientes, orcos y hasta horribles mutantes. 

Es un horror lo que pasa ahí afuera. 

Nosotros, con piedra en el pecho deberíamos darnos por el hecho de que, al menos somos cerditos con cierta decencia viviendo en una granja preciosa, sin graves amenazas y en la que nada nos falta.

Ahora bien, sea como sea, nos tocará elegir al cerdito al que le confiaremos la construcción de la casa común.

Cada uno de nosotros ha puesto alma, vida y corazón en su familia y trabajo por lo que, tras escucharlos concienzudamente, deberá poner en manos de alguno de ellos todo lo que ama y aquello por lo que con tanto esfuerzo ha luchado.

Así que, tengamos claro que no será poca cosa ni fácil decidir.

Yo, como soy así, escribo este cuento para hacerles ver de manera simple en qué consiste la elección del próximo domingo, un poco para evitar que la porqueriza se nos siga llenando de cerditos con moretones, raspones y fracturas, en su lucha por defender al cerdito de su preferencia.

No está bien eso ni estaría bien que, sea el que sea cerdito electo, la batalla continuara.

Y menos estaría bien que, con la sensatez y prudencia que solo Dios puede dar, neguemos el hecho de que los cinco candidatos son, literalmente: un Policìa, un Cantante, un Progre, un Buen Hombre y un Snob. 


 Algunas decisiones pueden ser simples cuando las meditamos con alma de niño. 

30.01.18

Lo que sucede cuando no sabes lo que hiciste en el celular

El otro día, no se qué fue lo que hice en mi celular y aparecieron en la galería toneladas de imágenes que he publicado a largo de muchos años en sitios de la web que ni siquiera recordaba.
Eché un vistazo a los que me traían buenos recuerdos por lo que, al final, aquello representaba un poco más de una bella década de mi vida.
Fue consolador darme cuenta que tuve un período de mi vida muy creativo; aunque quedé preocupada debido a que, justo mi vida presente, no lo es.
He dejado de pintar, casi no publico en el blog, ya no investigo.
Mi tiempo se va como agua entre los dedos dedicada a lo poco que el clima, los oficios domésticos y enfermedades me permiten hacer de oración, de misa frecuente y demás.
Si, tengo mi apostolado en redes sociales pero resulta sumamente insatisfactorio ya que es como predicar en el desierto. Con excepciones.
En lo que recibo satisfacción es en la misa dominical, en cumplir con María con el rezo diario del rosario, en los momentos de oración (cuando no hay sequedad), en alguna que otra lectura de piedad y en los pocos encuentros que tengo con mi familia y amigos. Mis inquilinos? Pues, si, relacionarme con ellos es satisfactorio. Deo gratias! No siempre ha sido así.
Claro, de cuando en cuando y como nunca he sido de aspirar reconocimiento, me sorprendo cuando alguno me hace saber que lo que hago o digo ha sido importante para su vida. Pequeñas e inesperadas satisfacciones.
No se qué será pero, realmente, me veo viviendo de manera tan simple, que no consigo creerlo. Llego a preguntarme si estaré haciendo bien llevando esta vida.
Saben? Uno que se preocupa de la buena administración de los dones recibidos.
Aunque después me pregunto que, cuál otra vida podría llevar si ya no cuento con el tiempo, la salud y el dinero que me facilitaban ser creativa?
Pues, nada, viviré la vida que se me permite llevar; tan simple como eso.
Soy feliz así? Claro que sí, vivo contenta. No paro de sonreír. Gozo a mares con tantas pequeñas cosas. Hasta con recuerdos lindos que me llegan de repente la paso bien.
No sé ni cómo. Debe ser por gracia.
Es raro que, al cabo de la vida, haya uno tenido más de lo que necesita y, de repente, tenga solo lo que necesita. Es raro pero interesante y bello a la vez. Saben? Como bueno y verdadero…
Es raro tambièn que, llevando un vida simple y viéndose acosado de tantos peligros como existen, esté uno tan en paz.
Contento, en paz y agradecido.
Solo la gracia puede hacer tanta maravilla. 
Está claro que llegar hasta aquí no ha sido solo cosa de lo que sucedió cuando no sabes qué hiciste en el celular. 

5.01.18

¡Vivir hasta en Egipto!, si fuera el caso.

Uno, ingenuamente, piensa que podría llegar el día en que el Señor, abruptamente, nos transforme de tal manera que no volveremos a pecar como antes o a no hacerlo del todo con pecado mortal pero nos engañamos ya que, por más fabulosos cambios que la gracia realiza en nosotros, por más espectaculares intervenciones divinas descubramos en nuestras vidas, por más maravillosos encuentros tengamos con el Señor en la Eucaristía, en los hermanos y en los sacramentos, llega el día en que ¡saz!, metemos la pata de manera descomunal.

Decepcionarse de uno mismo por un instante, incluso entristecerse, es tan natural como darnos cuenta que nada podemos sin ayuda de Dios y que, con cada fracaso asumido con inteligencia, el Señor nos favorece con un mayor grado de humildad que no viene del todo mal para continuar recibiendo, apreciando y agradeciendo Su auxilio.

Fíjense nada más que lo que pasó a María y José: ¡perdieron al Niño!.

¡Cielo bendito! En la multitud y quién sabe debido a cuál distracción, lo perdieron.

¡Perdieron el Tesoro bajo su custodia!

No tengan duda de que entre María y José ese día hubo cierta animosidad debido al gran susto que fue haberse dado cuenta de que, pese a Ella gozar a la plenitud de la Gracia y el, haber visto grandes maravillas, podían equivocarse de esa manera.

Es un hecho, hasta Josè y Marìa tuvieron sus meteduras de pata, cual frágiles tinajas de barro.

(Es que pensamos que ser santos no es cosa de humanos, cierto?)

Ahora bien, no sé si les sucede que –bajo la actual situación de la Iglesia- resultan ser ustedes de los pocos que están enterados ya que la mayoría sigue tan contenta como si nada estuviera pasando.

Sin embargo, a ustedes -muy diligentemente- les han venido entregando el gran tesoro que es elegir libremente realizar prácticas de piedad, la confesión y comunión frecuente, el rezo diario del rosario; los han enriquecido con algunos amigos y lecturas, con situaciones de prueba de las que los han sacado victoriosos. Con una familiaridad con Dios que ni ustedes mismos se explican. 

Por lo mismo, han elegido comprometerse con los enfermos, los necesitados, las almas del purgatorio, etc., así como dedicarse a la construcciòn del bien comùn, a sus familias y trabajos tan concienzudamente como –de hecho- lo hace un hijo de Dios.

Así como aquél que, hallando la perla en el campo vendió todas sus posesiones, casi sin darse cuenta, han sido movidos a hacerse de un gran tesoro cuya existencia muchos ignoran.

Sin embargo, pese a tanta riqueza están aislados y hasta llegado a pensar que vivir su fe de ese modo podría ser su estado natural por causa de la situaciòn de la Iglesia pero, se equivocan; de ninguna manera el aislamiento es de cristianos.

“Pero, cómo sumarse a cualquier comunidad si –prácticamente- es poco lo que tenemos en común con la mayoría?”, se preguntarán.

Para todo observar, escuchar y meditar, como decía san Juan Pablo II, para todo.

Obsérvense a sí mismos y a los demás, escúchenlos, mediten al respecto.

Qué es esto si no permitir ser guiados por el Espíritu Santo?

Invóquenlo para todo y, sobre todo, arrójense en brazos de María y José quienes, perdieron al Niño, pero lo encontraron.

Permítanse ser hallados y sumados a la comunidad ya que, aunque somos frágiles tinajas de barro, cargamos un tesoro que muchos podrían necesitar. Y, quién sabe -por cosas que solo Dios sabe- quizá el tesoro de la mayoría sea la propia comunidad de la que estamos tan necesitados.

En custodia de un tesoro tan grande podremos vivir nuestra fe con quien fuere y donde fuere, hasta en Egipto, si fuera el caso.