InfoCatólica / Deo Omnis Gloria / Archivos para: Septiembre 2017, 04

4.09.17

La mayor y más perversa mentira jamás elaborada

Todo lo que ha hecho Dios siempre por el ser humano ha sido para encaminarlo hacia la restauración del Bien.

Así fue como lo rodeó en Edén de todo lo bueno.

El pecado original, la gran desconfianza en Dios, provocó en el hombre que, tanto la razón como los sentimientos y emociones, cayeran en gran turbación y desorden respecto a si mismo y a la Creación.

El Antiguo Testamento, respecto a la conducta del ser humano hacia lo creado, no es otra cosa que el forcejeo de Dios con su criatura con el fin de ayudarle a restaurar el Bien y con ello el orden y la claridad de pensamiento.

Durante ese período, Dios no solo pedía las primicias como ofrenda para el sacrificio con el que sellaba su  alianza sino que las mismas fueran sin defecto alguno.

En su incansable afán por hacernos comprender que el Bien se restaura con el sacrificio de lo mejor que de Él hemos recibido, es que buscó preparar el terreno para que, más tarde, comprendiéramos el significado del sacrificio redentor del Hijo.

Dios nos da lo bueno pero, si lo dañamos, El tiene el poder de restaurarlo mientras accedamos a ser ofrenda en el Hijo.

Desde tiempo de Moisés hasta el momento presente, Dios ha forcejeado con el ser humano para que comprenda que, tras la Caída, es necesario aceptar entregarnos como ofrenda.

Y  no una ofrenda cualquiera sino la mejor para lo que nos capacita con su gracia la que, para empezar, nos la ofrece con el Bautismo al cual tenemos acceso solo debido a que Dios se hizo hombre, murió y resucitó.

Por eso es que para los apóstoles se volvió imperioso salir de misión ya que, en ellos, el ser humano finalmente comprendía la importancia de creer en el Dios único y verdadero quien, habiéndose hecho uno de nosotros, se entregó a sí mismo como ofrenda irreprochable.

De dicha certeza es que la gracia los tornó imparables. De què otra cosa?

Salieron de inmediato a bautizar ya que, por la gracia conferida en el sacramento, somos constituidos en hijos de Dios y restaurados en el Bien; es decir, en el orden y claridad de pensamiento para el que fuimos originalmente creados y, a la vez, capacitados para comprender la importancia de –en el Hijo- inmolarnos como ofrenda.

No tiene ningún sentido que, Dios Padre y Creador nuestro, se hubiese tomado todo este trabajo para que, a partir del año 2017 con la publicación de Amoris laetitia, como de la nada, cediera en su inmemorial esfuerzo por salvar al hombre y que, como quien se entrega a la derrota, proponerle un giro de 180º  en el plan de salvación para de facilitarle el que ya no fuera necesario entregarse como ofrenda para el sacrificio y, ni mucho menos serlo, pura e inmaculada.

Que, a partir de la nefasta interpretación que se está dando a dicho documento, se mienta a las almas, haciéndolas creer que podrán salvarse sin entregarse en el Hijo como ofrenda intachable, es la mayor perversión que hayamos sido capaces de elaborar por nosotros mismos desde la creación del mundo.

La mayor y más perversa mentira  jamás elaborada por la mente humana es lo que, a partir del 2017, nos constituye a muchos de los católicos en la vívida imagen de quien vive sin Dios.