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16.07.17

Ay! Si papa emérito hablara!

Me sucede como a papa Francisco que tengo una familia de zarigüeyas viviendo en el cielo raso.

Me pasa como al papa en el sentido de que no solo las he permitido sino que, siendo la administradora, no he sido lo eficiente que he podido ser para exterminarlas y, no es que las mataré porque –para empezar- en mi país es prohibido, pero, al menos me declaro culpable de no haber puesto mayor empeño en expulsarlas.

Tengo la ventaja sobre el papa Francisco de que al menos me doy cuenta de mi error ya que, si estuviera como el papa, verdaderamente convencida, acerca de que convivir con zarigüeyas que se mean sobre mis inquilinos es un desafío necesario a nuestra excesivamente acomodada forma de vivir, estaría en verdaderos problemas; tal como estamos. 

Como les digo, la única ventaja que tengo sobre el papa, es que mi amor por mi casa y el respeto que debo a mis inquilinos, pueden más que yo. 

Es la razón por la que prometo poner fin al asunto de las zarigüeyas.

Hablando de poner fin, se me antoja contar que anoche dormí muy mal por noticias relacionadas con el cardenal Schönborn y el papa emérito Benedicto, por lo que tomé el rosario para rogar, como es habitual, por el papa Francisco así como por las intenciones del cardenal Burke en su iniciativa Tormenta celestial, una de las cuales consiste en suplicar al Señor arroje la confusión fuera de la Iglesia.

Al despertar vino a mi memoria que algún exorcista dijo de Benedicto que el demonio le teme u odia como a nadie.

Por qué habría el demonio de hacerlo si ahora que, por convicción papa emérito, se mantiene al margen del inminente hundimiento de la barca de Pedro, poca cosa podría hacer en su contra?

Pues, justo por eso, porque viéndose el demonio, como las zarigüeyas, comiendo y meando cómodamente, papa emérito vendría a ser el hombre con autoridad para expulsarlas.

Pero, por qué lo haría si –convencido como está- sobre mantenerse al margen, podría ser que nunca hablara?

Lo haría porque su amor por Cristo supera el amor a sus convicciones (a menos que el derecho canónico, o cosa parecida, se lo impidiera)

- Ay! Si papa emérito hablara!

- Sí, pero, qué diría?

- Diría lo mismo que yo: - “Fuera de aquí, zarigüeyas del demonio!”

Sí, pero no se hagan ilusiones, si hablara no significaría que la vida nos sería más fácil, al contrario, podría ser que entráramos en un período de mayor inestabilidad en el que sufriríamos mucho pero lo haríamos con alegría ya que, con la intervención de papa emérito, habría quedado demostrado que el Señor ha estado siempre de nuestro lado y nosotros del suyo. Y no es que, por no hablar, no lo esté. De acuerdo?

- Ay! Si papa emérito hablara!

- Y, qué, si no lo hiciera?

- Pues, lo que queda: seguir pescando, remando y achicando hasta que el Señor despierte ya que somos personas de fe.

- Bien, Maricruz! Así se hace! Duro con las zarigüeyas!

 

Sea esta entrada una que los divierta y, aunque un poco sea producto de mis deseos y gran imaginación, renocozcamos que no es que carezca de reales probabilidades.

Ya Dios dirá. Nos baste su gracia.