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27.08.15

Antes del Sínodo de la Familia pidamos perdón

Lo que está pasando en relación al Sínodo de la Familia no sé si es una locura o si la locura (como el pecado) más bien es cosa natural en los seres humanos pero, de que es locura, no cabe la menor duda.

Miren, estoy algo distanciada de toda la variedad de cruzadas que varios han asumido respecto a dar la comunión a los divorciados vueltos a casar porque necesito obtener la verdad de todo ello pero, de que resulta sumamente difícil, es la mayor verdad que he hallado hasta el momento.

Esto le digo a unos y a otros:

Desde su origen ha habido espacio para todos en la Iglesia; sin embargo, lo que no ha sucedido es que todos hayan sobrevivido en el tiempo.

Basta con conocer lo básico de la historia para tener claro que muchos quedaron en el camino y que, quienes han sobrevivido son aquellos que se han apegado a la Palabra de Dios y a las enseñanzas que derivan de ella. Es algo para tomar en cuenta.

Tómenlo en cuenta los que toman posiciones extremas tanto a favor como en contra de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar.

Porque no es el parecer humano (nuestro pecado) lo que prevalece sino el parecer del Señor (su santidad) en su Palabra. 

Además, tomen en cuenta que al final, la responsabilidad de que existan tantos que se casaron, divorciaron y volvieron a unir por las razones equivocadas, es nuestra; de nadie más y, únicamente, debido a que no los acompañamos en el proceso como debimos haberlo hecho.

Por tanto, es hora de empezar a poner remedio lo que, ni de lejos pasa por llamar al adulterio con otro nombre para abrir la puerta a la comunión, sino que siguiendo el ejemplo de Señor que siempre nos ha auxiliado con su gracia a la hora de invitarnos al reconocimiento de los pecados. 

Me  refiero a que, unos y otros, hemos de reconocer tanto al pecado del adulterio como el de la falta de responsabilidad con los hombres y mujeres que por decenios han venido pidiendo el sacramento del matrimonio.

Si, lo que pasa antes del Sínodo es una locura lo que es señal de que la razón está enferma y es, únicamente, debido al pecado.

Pidamos perdón.

Señor, yo, Maricruz Tasies, te pido perdón porque no he asumido mi responsabilidad hacia mis seres queridos a quienes he visto llegar al matrimonio, el divorcio y nueva unión por las razones equivocadas las que, incluso, he públicamente aprobado por indiferencia, verguenza o por temor.

Creo, estimados hermanos que, por algo tan básico como esto, deberíamos empezar.