Es glorioso tener un párroco amante de Cristo Eucaristía

Pues, bien, a lo que vine fue a narrarles lo sucedido ayer que hizo que me reconociera infinitamente bendecida.

Resulta que en medio de un fuerte dolor en mi pierna, al final de una tarde lluviosa, haciendo mucho frío y con amenaza del recurrente aguacero, salí a caminar con mi perrita más grande debido a que por el mal clima había estado todo el día encerrada. 

El caso es que de lejos observé el templo abierto e iluminado; en seguida recordé que era jueves y que estaría a punto de iniciar la Hora Santa. 

Salí soplada obligando a mi perrita a darse prisa en oler cuanta cosa huele por el camino no solo para resguardarnos sino para quedarnos un ratito en adoración en comunidad.  

Poquito después de que llegáramos, apareció el padre con el “reguero de maritates” [1]: sus libros, sus chuicas [2], micrófono y no sé qué más.

Ahí se le veía, yendo y viniendo hasta que, finalmente, apareció revestido y con su guitarra.

Si, su guitarra. No se crispen ni tampoco se quejen porque el padre conoce muchos más cantos litúrgicos que cualquiera, sabe cantar a “capella” [3] y, como si fuera poco, también en latín; de tal forma que, no se adelanten, porque el hombre pone gran esmero en lo suyo.

El caso es que, ahí estaba yo, desde atrás mirando y rabiando por el dolor aunque tranquila y solo aguardando; en eso, empezó a cantar.

No ha de haber sido por el canto ya que ni siquiera lo estaba entendiendo, fue a causa del embeleso del padre que mi alma quedó prendada mirando como sumergida en el corazón de a Quien tan lleno de amor mi párroco miraba.

A partir de este momento no escuché otra cosa que a mi párroco que alternaba canto y oración y, a pesar de que entendía muy poco ya que el sonido es pésimo y sorda como una tapia la hija de mi madre, el resto de mi ser todo lo entendía. Todo.

Es glorioso tener un párroco amante de Cristo Eucaristía.

Definitivamente, lo es.

Y no es que otros párrocos no amen es solo que mi párroco lo expresa muy bien. 

¡Deo omnis gloria!

 

Una sola cosa basta para colocar en el lugar que le corresponde el dolor, las preocupaciones acerca del mundo, de la Iglesia y de la propia vida.

- Una sola basta. María eligió la mejor parte.

- Cuál María?

- Pues, quién va’ser? Pues, yo, María de la Cruz. 

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[1] Muchos artículos de uso personal.

[2] Artículos de vestir

[3] Del italiano y significa “Como en la capilla” 

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