Soltura para ser cristianos

Cuando tenemos lo suficiente los pobres sirven para que aprendamos a ser desprendidos.
Cuando somos pobres los ricos sirven para aprender a tener compasión por ellos.



El que unos aprendamos a ser generosos y los otros a tener compasión dependerá del grado en que hayamos aprendido a no hacer juicios sobre las personas; es decir, de cuán humilde sea cada uno y, la humildad dependerá de la gracia pero también de cuán profundamente se haya comprendido para qué nacemos, quiénes somos, para qué estamos aquí y para qué morimos.

He llegado a la conclusión de que las personas que han marcado mi vida han sido personas humildes que han obtenido las cuatro respuestas.

No es casualidad de que tales personas sean cristianas ya que solo Cristo ofrece dichas respuestas que son las que nos permiten vivir con soltura el cristianismo.

Pues bien, echando la vista atrás, ahora que en precaria situación me encuentro y me he visto necesidad de pedir ayuda, recuerdo cuán generosas siempre fueron mi madre, mi abuela materna y mi padre; por ejemplo, abuela Merce, de niña me enviaba a buscar entre sus cosas para que se las llevara a personas necesitadas ya que no podía hacerlo personalmente debido a su invalidez. Recuerdo que el dinero que le regalaban sus hijos no paraba en su monedero el que tampoco nunca estuvo vacío. Mamá, por ejemplo, tenía de amigas a montones de señoras solas y necesitadas que de continuo la buscaban para que les ayudara a buscar trabajo, pagar una cuenta, por consejo o a salir de algún apuro. Papá, a su estilo, tampoco nunca dejó sin atender a nadie.

Yo digo que la soltura de ser cristiano se aprende desde la niñez, siempre y cuando, tengamos quien nos la enseñe con el ejemplo.

Digo que es así porque ser cristiana me sale con soltura, es decir, nunca he debido proponerme vivir entre los pobres, dirigirme con ternura a un enfermo o persona deforme, nunca he necesitado que nadie me diga que debo dar de lo que no tengo o socorrer de alguna otra forma a quien me pide ayuda, etc.

Haya sido por el “estilo de vida” de mamá, abuela, papá que me sirvió de ejemplo o, sencillamente porque, como efectivamente ha sido: debido a la gracia que se nos ha regalado en ese aspecto a manos llenas, es por lo que las obras de misericordia para mi han sido cosa de todos los días.

Y no es por engallarme que se los cuento. No. Es para que constaten que si no se tiene la gracia se puede y, me parece, se debe pedir ya que entre más personas en el mundo existamos para quienes las obras de misericordia sean su “estilo de vida” más almas podrán salvarse.

Si no fuera porque es cosa de que solo con acciones demostramos que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos el que nos deban estar recordando que practiquemos obras de misericordia sonaría a cosa de broma o de que piensan que somos idiotas.

Por eso es que del Papa Francisco, como a tantos, me encanta su determinación para mantenerse humildemente con los pies bien puestos sobre la tierra en comunión con todos, desatendiendo todo orgullo y convencionalismo.

Cosa que nos resulta “novedosa” debido a que no poseemos soltura para ser cristianos

Pidamos al Señor esa gracia.


El Espíritu Santo te mueve a descubrir tu absoluta incapacidad para ser santo
y la absoluta capacidad del Señor para santificarte.

Alonso Gracián

3 comentarios

  
Carlos Gómez Aviña
Gracias por compartir con nosotros esas vivencias y, especialmente, esa frase de Gracián con la que cierra su artículo; Dios la bendiga por recordárnosla.
La encomendamos a Dios Nuestro Señor y a Nuestra Santísima Madre la Virgen María, por favor, haga lo mismo por nosotros.
Soco y Carlos Gómez.
08/03/14 4:36 PM
  
abuelajuana
Muchas gracias por tu lindo artículo.

Esta lleno de optimismo y alegría de la buena.

Que Dios te bendiga.
09/03/14 12:43 AM
  
victor
Precioso testimonio. Como padre uno intenta ser mejor persona y cristiano para intentar ser un buen ejemplo a los hijos, ojala pueda serlo como lo fueron tus padres y abuela contigo.
09/03/14 1:54 PM

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