Los padrecitos de la caminata

Comprendo que no es nada comparado con lo que habrán pasado en Filipinas el que estemos en Costa Rica en medio de una batalla campal por la defensa de la vida y de la familia pero al ver esta imagen uno debe admitir sentirse identificado ya que el drama, si no es del mismo tipo, puede llegar a ser hasta de mayor magnitud si bajáramos la guardia, es decir, si no viviéramos de ahora en adelante haciendo memoria de la sobrenatural experiencia de comunión que, como gracia, nos fue regalada el domingo 17 de noviembre del 2013.

Señalo la fecha para que no sea jamás olvidada ya que en el futuro, estoy segura, tendremos que recurrir a la fascinación que nos produjo el acontecimiento.

Recurrir a la memoria de cada pequeño detalle como, por ejemplo, a lo que significó ver a tantísimos sacerdotes acompañando de todas partes del país a los fieles con tal asombro dibujado en sus rostros como el que teníamos quienes caminábamos a su lado.

Cierto es que somos un país pequeño y que las distancias, comparadas con las de otros países, son nada, sin embargo, el trazado de los caminos, la misma infraestructura vial y la calidad del transporte, por no mencionar el precio del transporte ni la hora en que debieron salir para llegar a tiempo, no son -ni por asomo- lo baratos, cómodos ni fáciles que son en muchos países desarrollados por lo que, para todos, sacerdotes y fieles, haberse hecho presentes significó una grandísimo esfuerzo físico, económico, espiritual y emocional.

Es por esa razón que, con cada rostro de cura con el que encontraba, daba gracias a Dios por todo lo que implica la gracia de su vocación; máxime que -entre ellos- no todos eran personas jóvenes, ni esbeltas o perfectamente saludables, los años se ve que a muchos ya les pesan así como la mala alimentación y años de trabajo, por lo que imposible que no se moviera el corazón por el afecto y gratitud hacia cada uno de ellos en lo que de sus figuras reflejan donación total.

Ciego e ingrato un corazón incapaz de haber percibido tales cosas.

Esa es la razón por la que quisiera honrar este día a los padrecitos de la caminata y dejar claro ante hispanoamerica que los sacerdotes necesitan de nosotros tanto como necesitamos los fieles de mantener una estrecha relación con el Señor para recibir la gracia necesaria que nos permita vivir a la altura de las exigencias de nuestro tiempo.

Deseo honrar a Dios en los sacerdotes de mi pueblo quienes ese día, tal como resto de nosotros, recibieron la gracia que renovó el sentido de su vocación.

Gracias padrecitos de la caminata ya que su presencia entre nosotros también fue evangelizadora.

“Me sentí realmente empequeñecido y tocado por la actitud de esa multitud de fieles. No fueron los jerarcas de la Iglesia ni nosotros los curas los que defendíamos los principios sino la misma feligresía. Pareciera que era un deseo incontenible de los fieles el tener la oportunidad de expresar sus convicciones en medio de tanto ataque no solamente de los de afuera de la Iglesia, sino también hasta de los de adentro. No hubo un insulto, ni un desprecio a nadie. Le doy gracias a Dios por haber tenido la oportunidad de dejarme evangelizar por el pueblo de Dios y me siento comprometido, desde lo más hondo de mi vocación sacerdotal, a hacer un esfuerzo por ser cada vez más servidor de toda esa Iglesia que no se merece otra cosa.”
Palabras de uno de tantísimos padrecitos de la caminata.

Dios los bendiga.



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Del blog del Padre Mauricio Viquez, uno de los padrecitos de la caminata
Tiempo para no callar

Alerta en CitizenGo para que la firmes
Que se investigue lo actuado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de la Fertilización in Vitro

1 comentario

  
Franco
Maricruz
Es lógico el éxito de la caminata. Viviendo la fe en comunión, y haciendo lío como a Dios le agrada, nada es imposible.

PD: Me imagino que los empresarios de transporte también se pusieron felices con la marcha :)
Saludos.
21/11/13 5:52 PM

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