Nuestro propio Compostela

Una simple convergencia de nombres, sucesos y fechas da como resultado una alegre día plagado de maravillosas certezas. Fíjense nada más en esta sencilla anécdota de fin de semana:

En Costa Rica estamos en las vísperas de la gran Peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de los Angeles en la ciudad de Cartago cuya fecha de aparición celebramos cada 2 de agosto. Desde mitad de la semana pasada se sabía de romeros que habían emprendido el camino.

Este domingo 25 de julio, desperté con ganas de salir a pasear e invité a mi padre y a mi sobrino Víctor a almorzar en la Posada de la Luna en un lugar llamado Cervantes en la provincia de Cartago. Comeríamos allí para luego pasar a Orosí, donde se encuentra uno de los mejor conservados templos coloniales; llegaríamos hasta allí bordeando el embalse de la represa de Cachí. Había escuchado de la ruta y deseaba conocerla.

Pues bien, salimos muy dispuestos y contentos, pero antes de salir Ignacio nos había recordado en facebook la festividad de Santiago el Mayor. No más leí el recordatorio suspiré profundamente porque si una cosa quiero hacer antes de morir es hacer el Camino de Santiago.

En Cervantes, almorzábamos en la Posada de la Luna cuando -de repente- mi sobrino me indica que mire hacia la puerta de local, de seguido dice: “Mire, llegó don Quijote”. “¡Qué feliz casualidad!", le dije y miré hacia donde me indicó. Efectivamente, en la puerta había un señor de unos 55 años, vestido de negro con ropas muy holgadas, alto, muy delgado, de cabello largo, barbas y bigotes y un sombrero un poco extraño que buscaba una mesa para almorzar con su Dulcinea. Nos quedamos mirando una fracción de segundo, nos miramos y sonreímos.

Al terminar de comer, pregunté al propietario del establecimiento sobre la ruta al Valle de Orosí y me dio las siguientes señas: tres kilómetros siguiendo el camino me encontraría un puente, antes del mismo un camino hacia el este y un lago a mano derecha. Ese cruce de caminos deberíamos tomar. Fue fácil hallarlo.

Los primeros kilómetros prometían una ruta hermosa e interesante, de tal manera que continuamos hasta que encontramos -luego de varios kilómetros- las primeras casas.

Un poco más adelante había unos jóvenes jugando a la pelota a la orilla del camino. Como papá insistía que habíamos llegado a Tucurrique, paré a preguntar a los “mejengueros” el nombre del lugar: “Se llama Santiago”, respondieron.

Hasta aquí, todavía no me había “caído la peseta".

Continuamos por un trecho más entre chayotales, arroyos, casas de agricultores y olores del campo a granel, dimos con un pequeño poblado con su templo, su salón y ¡vaya sorpresa!, había un pequeña fiesta: “¡Claro!” fue entonces que recordé: “Este es Santiago, hemos seguido nuestro propio Camino de Santiago en el día de Santiago el Mayor. Hemos llegado a nuestro propio Campo de las Estrellas".

Mi sobrino, que tiene 20 años y que desconocía la ruta tanto como yo, dentro de su sorpresa solo acató a decir: “Ni que hubiésemos recorrido en un solo día diez pueblos en Costa Rica habríamos dado en el día de Santiago el Apóstol con uno que llevara su nombre".

Cierto es, muy cierto. No muchos pueblos aquí llevan su nombre, de hecho, Santiago en Cervantes de Cartago es el segundo que conozco lo lleva.

¡Nuestro propio Compostela!

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Les dejo algunas fotografías del recorrido en cuestión.




¿Saben? Estas cosas tan bonitas que suceden le mueven a uno a dar gracias a Dios.

2 comentarios

  
Javier
Jesús sea en tu alma, Mª Cruz. Vengo a hacerte un poco de compañía pues están tan ocupados en otras secciones con sus controversias, que he preferido venirme por acá a estar un ratito a tu lado y así poder compartir brevemente contigo mi experiencia en el Camino de Santiago, el cual he hecho a pie desde Roncesvalles en varias ocasiones. Yo, antes de conocer el camino, no había caminado ni 5 kilómetros seguidos, y sin embargo todas las veces que recorrí el Camino de Santiago fui capaz de caminar más de 500 kilómetros en 20 días. ¿Quién me dio las fuerzas para caminar estos kilómetros?, solamente pudo ser el espíritu que vive en nosotros. Durante unos años mi espíritu fue cogiendo nuevos hábitos en el desierto del camino, y en la soledad y el silencio aprendí cuanto necesitaba; y sin saber porqué, dejé el camino y escuché de nuevo la voz que me animaba a caminar por senderos de silencio, de soledad y de contemplación; pues necesitaba descubrir el gran tesoro que hay dentro de nosotros mismos, y solamente se puede llegar a ese bendito lugar de nuestro ser más profundo por medio de la oración del silencio, de la renuncia de uno mismo, de la soledad… Para poder llegar nunca debemos ponernos metas, ni ponernos tristes si nuestra mente y nuestro cerebro no quieren permanecer en silencio. Debemos acudir a la oración con nuestra nada, vacíos de todo cuanto somos y cuanto tenemos. Nada, silencio, soledad, nada…. Y en alguna ocasión, Maricruz, parecerá que descendemos por un gran abismo, sentiremos miedo; pero de pronto en nuestra conciencia descubriremos un estado maravillo de paz, de expansión, de amor, y así permanecemos, no sabemos por cuanto tiempo y decimos como un día dijo el apóstol San Pedro: “Qué bien se está aquí, Señor hacemos unas tiendas para quedarnos y no volver al mundo de los hombres”. Desde esos momentos los que nos rodean, suelen decir que nos volvemos raros, pero no comprenden que lo que nos gusta es el volver a nuestros raíces y estar unidos en todo momento a Cristo. Y es que todo camino de peregrinación no es otra cosa que partir de Cristo hacia Cristo, Alfa y Omega de la historia. Y no olvidar nunca lo que dice el Salmo: Incola ego sum in terra –Peregrino, extranjero, soy sobre la tierra… Un abrazo en Jesús con María



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Has sido dulce compañía Javier.

Me has dado también una gran alegría porque como ves no parece que lo que digo tenga atractivo para muchos :); pero no importa, quiero imaginar que uno que otro pasará en silencio y se llevará alguna de las florecitas que dejo aquí para ellos.

Hablando de silencio, Javier. Como vivo en el campo, siempre he estado rodeada de silencio y como -además- fui una niña enferma, acostumbrada también estoy a la soledad.

Por eso se que lo que dices es cierto, bajo esas circunstancias se vuelve uno raro, pero raro para el mundo, más no para el Señor.

De ahí es que posiblemente salgan de mi estas entradas al blog que -según yo- contienen la alegría, sencillez y la belleza que surgen del silencio y de mi soledad; pero no se, quizá no todos están en disposición de verlo o apreciarlo. Pero tu si.

Gracias
27/07/10 4:12 PM
  
Javier
“Cómo se recrea mi alma en esos salmos de David en los que llora su hastío de vivir aún en la tierra y suspira por Ti... ‘Incola ego sum in terra’ ‘Peregrino soy en la tierra’ (Salmo 118, 19), me repito muchas veces, suspirando por el cielo y viéndome extraño y peregrino en la tierra…” San Rafael Arnáiz Barón --- Gracias, Maricruz, hermana en Cristo, por tus cálidas y amables palabras. Quiero que sepas que, tras rezar hoy Vísperas, me ha llegado una inspiración muy fuerte en la cual el Espíritu me decía que no estamos solos dondequiera que estemos y que nuestros pasos no van solitarios ni perdidos porque Jesús va a nuestro lado descalzo… Una deliciosa voz venía a decirme también que cuando al atardecer despedimos al Hermano Sol y recibimos a la Hermana Luna y también a las Hermanas Estrellas, Él está también junto a nosotros porque nunca nos deja solos… Sí, hermana, quiero que sepas que Él está más cerca de nosotros que nuestro propio corazón y que cada vez que sentimos el latido de la vida haciéndose Amor, haciéndose ternura, es Él quien nos la efunde desde nuestro ser más íntimo donde Él habita. Solo Dios, solo Dios, solo Dios… Veo, Maricruz, que la vida es hermosa, y que lo que dices aquí resuena en mi interior, pues yo también he conocido durante mucho tiempo el silencio de los campos y la soledad de la enfermedad. Por eso, no me extraña nada que hayas mencionado el hecho de que la alegría, sencillez y la belleza de tus entradas en el blog surgen del silencio y de la soledad que te has vivido. Esto lo percibí desde el primer momento en que te leí. Y especialmente vi que tu ser rezuma una inmensa quietud. Como bien sabes, anda el ser humano, ahora más que nunca, en un vuelo ciego, sin destino, que se consuma en no estar nunca en ninguna parte. Transformamos el tiempo en una tempestad interior que se mide por la breve altitud de sus espumas o conquistas, o por los hondos naufragios. Somos una sucesión de imágenes en las que ardemos sin historia. Nada se detiene dentro de nosotros: todo es sombra de una nube que vaga ligera, velocidad frágil del deseo que como abeja se posa en la sangre. Pocos son los que – parafraseando a Fray Luis de León – “quieren vivir consigo; gozar del bien que deben al cielo, a solas, sin testigo”. Pocos son los que descienden a la morada interior de la quietud, para desde allí encandecer la vida con su oscuro cristal de llama. Pocos son los que convierten una presencia en polen hasta turbarse, y brillar allí quietos, en su cielo de luz. Pocos son los que buscan la soledad como una transparencia sin memoria, para que así arribe puro el pulso de lo que fue, y amanezca intacto lo que aún no tiene voz… Noche más clara que el día es la quietud, su rumbo tiene el temblor fijo de una estrella. Pensamiento dorado por la pasión de la pregunta final, lenta brisa de la anunciación, la quietud es también contemplación que inunda, rosa de humo mojado que con su reflejo toca el corazón, llanto iluminado de la existencia, regazo de una madre que fluye en tranquila marea… Pocos son los que – volviendo a Fray Luis – ponen su oído “al son dulce, acordado, del plectro sabiamente tocado”. Pocos son los que, quietos, buscan limitar la clara ascensión de la mirada en los seres humanos para poder derramar el corazón sobre ellos. Los que son capaces de convertir en una tarde hermosa toda la luz de lo perdido. Gracias a Dios, Maricruz, tú eres una de esas personas y me precio mucho de tenerte como amiga, hermana en Cristo. –Buenas noches y gracias a ti por tu amistad. Ah, como he comprobado que tu espiritualidad y tu forma de ver las cosas es muy afín a la de San Rafael Arnáiz Barón, un santo por el que siento gran devoción, te pongo aquí varios enlaces muy interesantes sobre él que espero que te gusten a ti y a todos los hermanos/as que vengan por aquí.

http://www.abandono.com/Hermano_Rafael.htm

http://rsanzcarrera.wordpress.com/2009/11/13/hermano-rafael-arnaiz-baron-monje-trapense/

http://www.corazoncatolico.blogspot.com/2009/10/san-rafael-arnaiz-baron.html
28/07/10 12:53 AM

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