Cuando Halloween era católico (I)
Fin de octubre, Halloween. No seré yo quien defienda la fiesta impostada. Se la acusa de muchos delitos: de ser colonizada por neopaganos, wiccas, centros comerciales e industria cinematográfica (a cada cual peor); de ser extraña a nuestra cultura; de ser una pura ocasión consumista o inmoral. Puedo estar más o menos de acuerdo.
Pero quizá el reproche que más me duele sea el de considerarla una fiesta descristianizadora, porque eso depende de nosotros. Es una pena que una fiesta católica en sus orígenes, y en sus manifestaciones más importantes, nos venga de vuelta de USA con la misma falsa sonrisa que el Santa Claus de Coca-Cola. Una fiesta que por católica fue prohibida con saña. ¿Qué opinarán los mil millones de chinos que reciben la fiesta de la Navidad a través de películas y series de Estados Unidos? Pues supongo que lo mismo que nosotros respecto de Halloween, y en ambos casos es injusto decir que no es cristiana.
Me gustaría centrarme sólo en eso, en los aspectos históricos, luego que cada cual haga lo que pueda. Intentaré rescatar al menos su buena memoria, su honra, de aquellos que la han prostituido y desean emparentarla con druidas, brujas y ‘gore‘.
Ya sabemos el final, porque no creo exagerar si digo que Western y Halloween son los dos productos culturales propiamente estadounidenses más universales. Y nuestra fiesta actual es una tradición que se fragua en norteamérica pero con ingredientes irlandeses, ingleses y franceses, eso sí, todos católicos.
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