InfoCatólica / De profesión, cura / Archivos para: Marzo 2017

31.03.17

Semana Santa: ¿quién hace el favor a quién?

Quien paga manda, y nos puede pasar que, por recibir subvenciones para algunas actividades netamente católicas y eclesiales, nos quieran hacer pasar por el aro y encima crearnos mala conciencia.

Escribo esto tras leer ayer una noticia según la cual se pide al obispado de Palencia que revise las normas según las cuales, para poder presidir una hermandad, a los requisitos de ser católico y adjuntar la partida de bautismo y estar confirmado, se añaden otros como no estar divorciado, ni casado por lo civil, ni casado con una persona del mismo sexo, ni estar viviendo en concubinato. Parece ser que algunos grupos políticos condicionarían los apoyos económicos a las hermandades a la revisión de estos estatutos, ya que, según ellos, incumplen la Constitución y suponen un veto a la diversidad sexual.

Bien. Dicho y leído esto, a servidor se le ocurren un par de cosas.

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30.03.17

Memeces litúrgicas

No quisiera un servidor dedicarse al catálogo de posibles irregularidades litúrgicas con que uno puede encontrarse en una celebración de la eucaristía. Pero hay cosas que es que ya no son simples irregularidades, son directamente memeces, chorradas o pura y simplemente gilipulluás.

En pocos días me han contado un par de memeces, por un lado gordas, porque afectan al canon de la misa, y por otra parte difíciles de explicar si no es desde la estupidez humana y clerical, que es una estupidez muy peculiar porque lleva aneja la sensación de autosuficiencia: pa que veáis cuánto valgo y qué insertado en la realidad estoy.

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28.03.17

Cáritas: bien, bien, bien, bien, bien, bien (léase con música)

Mucho me temo que, para Cáritas, Manos Unidas y similares, debo ser algo así como una bestia negra, un incordiante que se pasa el día metiendo el dedo en el ojo. Tanto como todo el día no, pero un poco he de reconocer que sí que lo hago.

Mi cantinela con Cáritas, mi obsesión que dicen algunos, es tan simple como pedir que Cáritas sea abiertamente confesional católica, que no tenga miedo de mostrarse como parte de la Iglesia, incluso como una parte muy especialmente querida en la Iglesia, y que no viva escondiéndose de su identidad.

Todas mis peloteras han sido por lo mismo. Por carteles asépticos, por folletos sin nombrar a Dios, por materiales de pura sociología, por unos despachos huérfanos de signos religiosos. A ms compañeros más metidos en Cáritas, a curas y trabajadores, les doy la matraca invariablemente en la misma dirección: confesionales, de Iglesia. Y es que a veces uno tiene la impresión, uno no, muchos tenemos, de que se nos cuela de todo, como en el caso aquel de Salamanca y los toros ¿recuerdan? donde resultaba que con las juventudes taurinas no, pero con el partido comunista sí.

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27.03.17

Parroquias abiertas, pero al revés

A mí lo de ser abiertos me parece bien. En realidad, a un servidor le parece bien casi todo siempre y cuando me lo expliquen y me dejen sacar mis propias conclusiones.

Estoy muy de acuerdo, por ejemplo, en que vivimos en una Iglesia cerrada, y, en consecuencia, de parroquias no digo cerradas, sino cerradísimas. Pero cerradas sobre todo en una dirección. Quiero decir parroquias cerradas para lo bueno y completamente aperturistas para lo malo. A ver si me explico.

En muchos sectores de la Iglesia, muchos sí, me ratifico, apertura viene a consistir en un convertir el dogma, la moral y la liturgia en algo orientativo, aleatorio, en una especie de marco referencial desde el cual cada quisqui toma sus decisiones, celebra sus liturgias, para liturgias o pseudo liturgias, orienta o desorienta conciencias y cree en que lo más seguro es que quién sabe. Apertura es que en una parroquia haya que escuchar a la sin par Yayo Herrero o al gurú de moda, y celebrar a ritmo de cuencos tibetanos.

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24.03.17

Yayo Herrero y las Esclavas. Si somos más tontos, nos levantan un monumento

No sé qué nos pasa en algunos sectores de la Iglesia que de repente recibimos una luz cegadora que nos tira del caballo y nos hace comprender que hay personajes sin los cuales no hay reunión, congreso, charla, curso o encuentro que se precien. No es fácil saber cómo comienza la cosa, pero hay un día en que surge un nombre, como si del último profeta se tratara, y a partir de ese momento si no va Fulanito es que ni charla ni nada.

Pobre inculto de mí que, en julio pasado, ignoraba la existencia de Yayo Herrero, lo cual ya dice mucho de mi precariedad sacerdotal. Me la encontré por primera vez en una mesa redonda en la parroquia de Santa Cristina para hablar de ecología y esas cosas, en lo que servidor consideró un gol colado a D. Carlos Osoro.

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