Un obispo ha de ser mucho más
No dejan de sorprenderme los criterios con los que un buen número de católicos valora a un pastor. Lo estamos viendo desde que inició su pontificado Francisco, lo hemos vuelto a contemplar en cuanto saltó el nombre de D. Carlos Osoro como nuevo arzobispo de Madrid, y hoy tenemos la edición repetida con motivo del fallecimiento de D. Ramón Echarren.
Como pueden comprender, a un servidor que un obispo sea trabajador, sencillo, afable, cercano a los pobres, simpático y humilde le parece fantástico. Pero son cualidades que me parecen excelentes para un obispo, alcalde, presidente del gobierno, profesor de educación primaria, padre de familia, director de banco y registrador de la propiedad.
Naturalmente prefiero un obispo así a otro que sea vago, orgulloso, áspero en el trato, amante de la buena vida, déspota y altivo como un pavo real. Pero no basta. Ni mucho menos.