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19.07.14

Monte Nebo: lo verás, pero no llegarás a pisar esa tierra

Quizá lo más impactante del monte Nebo sea asomarse al gran mirador. Al fondo, el mar Muerto, la línea verde que marca el curso del Jordán y la oscura mancha al fondo del oasis de Jericó.

El monte Nebo es el fin del éxodo. A Moisés le fue concedido llegar a ver la tierra prometida pero no pudo pisarla por dudar de la palabra del Señor. Nunca se supo el lugar de su enterramiento aunque fue claramente en el monte Nebo o en su entorno. La monja Egeria, peregrina española del siglo IV cuenta que un monje le mostró una tumba en la que según su versión los ángeles depositaron el cuerpo de Moisés.

Hemos celebrado la eucaristía en una sencilla capilla que facilita a los peregrinos. Ha sido el primer momento par comprender lo que es una peregrinación, porque a Tierra Santa no se viene de turismo, a ver cosas, sino a encontrarse con Jesus. Y a eso hemos venido.

Peregrinar tiene mucho de oración y escucha de la Palabra, y tiene, sobre todo tenía, la ofrenda a Dios de los sinsabores y peligros de la peregrinación que se aceptaban como penitencia por los pecados. Hoy peregrinar es cómodo, pero nunca estamos exentos de cualquier pequeña molestia que hay que vivir con ese espíritu de fe y confianza en el Señor.

Bonito poder ofrecerme a los peregrinos como sacerdote. Es consolador ver cómo en cualquier momento alguien, disimuladamente, se acerca para un consejo, una pregunta, reconciliarse. Eso es peregrinar.

La misa, entrañable. Momento par empezar a gustar la riqueza de estos días de rezar juntos, mirar, descubrir.

Tras el monte Nebo, nos hemos ido recorrer Gerasa, posiblemente una de las ciudades romanas más espectaculares del mundo. Por cierto, frío más bien poco.

Tras la comida ha tocado el paso de frontera que lo hemos hecho cantando ese “evenu shalom alejem” que todos hemos cantado más de una vez en su versión castellana de “La paz esté con nosotros".

Ahora estamos recién llegados a la ciudad de Tiberiades. A punto de cenar para marchar luego tranquilamente de paseo hasta el lago. Ya lo hemos visto, como también hemos podido contemplar desde el bus el río Jordán. Todo huele a Jesús.

Me ha causado buena impresión el guía. Nos ha dicho que para él, católico, es una enorme responsabilidad acompañarnos porque entiende su tarea como un tratar de ayudarnos a ser más y mejores creyentes. A eso hemos venido.