13.09.07

¡Uy!.... una excomunión.

La noticia acaba de saltar a la prensa: La «Comunidad de la Señora de todos los Pueblos», más conocida como el «Ejército de María» ha sido excomulgada por haber realizado ordenaciones prohibidas de diáconos y sacerdotes, según ha anunciado la Conferencia Episcopal de Canadá, país en el que fue fundada.

Confieso que es la primera vez que oigo hablar de esa gente. Pero una vez que he sabido de su existencia, he comprobado que es muy fácil encontrarles en Internet, así como recabar toda la información sobre el proceso que se ha seguido hasta la decisión final. El texto oficial -en inglés- de la declaración de excomunión se encuentra en el siguiente link. No admite lugar a dudas. Quedan excomulgados los "dirigentes" de la secta así como, y esto es muy importante, todos aquellos fieles católicos que participen en sus actividades. Parece ser que la gota que ha colmado el vaso ha sido la fraudulenta ordenación de sacerdotes y diáconos por parte del sacerdote Jean-Pierre Mastropietro, perteneciente al grupo. No hace falta decir que no siendo obispo ese tal Jean-Pierre, la ordenación tiene la misma validez que la que pueda realizar este servidor, pero a lo que se ve tal acción ha animado a la iglesia canadiense y a Roma a declarar la excomunión de la secta entera.

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12.09.07

Lo que va de una cabeza cortada al elogio de un artista.

Mateo 14,3-1
Pues Herodes había hecho prender a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano; porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla". Quiso matarle, pero tuvo miedo de la muchedumbre, que le tenía por profeta. Al llegar el cumpleaños de Herodes, bailó la hija de Herodías ante todos, y tanto le gustó a Herodes, que con juramento le prometió darle cuanto le pidiera, y ella inducida por su madre: Dame - le dijo -, aquí, en la bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se entristeció, mas por el juramento hecho y por la presencia de los convidados ordenó dársela, y mandó degollar en la cárcel a Juan el Bautista, cuya cabeza fue traída en una bandeja y dada a la joven, que se la llevó a su madre.

Sin duda eran otros tiempos. El mayor profeta de todos los tiempos, precursor del Mesías, no tenía pelos en la lengua. Llamaba al pan, pan y al vino, vino. Al adulterio lo llamaba adulterio y no buscaba justificación alguna a lo que no la podía tener. Y le importaba poco que el adúltero fuera una persona importante. Tampoco le importó que su vida corriera peligro por decir la verdad sobre la condición pecadora de los poderosos de su tiempo.

Marcos 10,2-12
Llegándosele fariseos, le preguntaron, tentándole, si es lícito al marido repudiar a la mujer. El les respondió y les dijo: ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron ellos: Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla.
Díjoles Jesús: Por la dureza de vuestro corazón os dio Moisés esta ley; pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra; por esto dejará el hombre a su padre y su madre, y serán los dos una sola carne. Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
Vueltos a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos; y El les dijo: El que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera contra aquélla; y si la mujer repudia al marido y se casa con otro, comete adulterio.

Eran otros tiempos. El mismísimo Verbo de Dios hecho carne estaba endureciendo las exigencias morales requeridas para ser fieles a Dios. El divorcio, permitido por la ley mosaica, pasaba a ser proscrito por la moral evangélica. Cristo tampoco se andaba con contemplaciones y con medias tintas. Llamaba adúlteros a los cónyuges que se separaban y se volvían a casar. Eso sí, como se demuestra por el caso de la mujer adúltera que iba a ser apedreada, Cristo ofrece el perdón a los adúlteros, para justo a continuación pedirles que no pequen más.

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10.09.07

La Iglesia no tiene derecho a no respetarse a sí misma

Cuando un padre, o una madre, disciplina desigualmente a sus hijos, al final todos acaban perdiéndole el respeto. Eso de castigar duramente a los que sí acusan el castigo (léase tradicionalistas) y dar apenas un par de cachetes a los que se mofan de la corrección paterna (léase abundantísima prole de progres heterodoxos), es una injusticia y una irresponsabilidad. Cuando un hijo se chotea de su padre, le desprecia, le ataca y le pone en evidencia delante del resto de sus hermanos y delante todo el mundo, si el padre se queda de brazos cruzados, todos pensarán que es un calzonazos y que no es capaz de educar bien a su descendencia.

Pues bien, algunos hijos de la Iglesia ya estamos HARTOS de que ella no se respete a sí misma, no discipline de forma mucho más tajante a los que hacen befa continua de sus enseñanzas, cumpliendo de esa forma lo que la Escritura y la Tradición le mandan que haga. Malo, muy malo es el pastor que permite que los lobos moren en el mismo prado que las ovejas. Mala, muy mala es la caridad que se usa como excusa para no defender la verdad y apartar la mentira de la senda de los hijos de Dios.

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¿Por qué no convertir en oficial un cisma que ya existe de facto?

Boff ha vuelto a escribir uno de sus artículos de desprecio y desdén hacia el Papa y la fe católica. Le parece mal que Roma intente volver al seno de la comunión católica a los tradicionalistas a la vez que, según sus palabras, "ha tratado a los grupos progresistas y a los teólogos de la liberación a bastonazos". Ante eso cabe preguntarse a cuántos de esos grupos progresistas y teólogos de la liberación se ha excomulgado. Es que a Lefebvre sí se le excomulgó. A Boff no. A Küng tampoco. A Tamayo el arriano tampoco. A toda la lista de teólogos que se puede añadir a estos tres, tampoco. Todos siguen, en una farsa ficticia dicho sea de paso, en comunión con la Iglesia.

A Boff le sienta mal que la Iglesia pretenda ser lo que es. Le pone enfermo la sola idea de que la Iglesia Católica pretenda ser aquella en quien subsiste plenamente la Iglesia de Cristo. Le molesta que la Iglesia niegue la sucesión apostólica en las comunidades eclesiales protestantes, cuando resulta que la inmensa mayoría de estas niegan esa doctrina. Ante lo cual lo lógico es preguntar: ¿qué sentido tiene llamar iglesias según el concepto de Iglesia que tenemos en la fe católica a quienes tienen un concepto de iglesia diferente al nuestro?. Respecto a los ortodoxos, ¿acaso no son iglesias particulares con un componente étnico muy acusado? ¿podría decirnos Boff quién tiene autoridad para convocar un concilio ecuménico entre ellos? Porque el patriarca de Constantinopla no puede hacerlo. Y ya no tienen Emperador que les convoque concilios.

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9.09.07

Mirar a Cristo

Homilía de Benedicto XVI en la misa con ocasión del 850° aniversario de la fundación del Santuario de Mariazell, en Austria

Queridos hermanos y hermanas,
Con nuestra gran peregrinación a Mariazell celebramos la fiesta patronal de este Santuario, la fiesta de la Natividad de María. Hasta aquí, desde hace 850 años, acuden personas de varios pueblos y naciones, personas que rezan llevando consigo los deseos de sus corazones y de sus Países, las preocupaciones y las esperanzas más íntimas. Así Mariazell se ha convertido para Austria, y mucho más allá de sus fronteras, en un lugar de paz y de unidad reconciliada. Aquí las personas experimentan la bondad consoladora de la Madre; aquí encuentran a Jesucristo, en el cual Dios está con nosotros como afirma el pasaje evangélico de hoy - Jesús, de quien la lectura del profeta Miqueas dice "y El será la Paz" (cfr 5,4). Hoy nos insertamos en esta gran peregrinación de muchos siglos. Nos detenemos ante la Madre del Señor y le pedimos Muéstranos a Jesús. Muestra a nosotros peregrinos Aquel que al mismo tiempo es el camino y la meta: la verdad y la vida.

El pasaje evangélico, que acabamos de escuchar, abre ulteriormente nuestra mirada. Este presenta la historia de Israel a partir de Abraham como una peregrinación que, con subidas y bajadas, por caminos breves y por caminos largos, al final conduce a Cristo. La genealogía con sus figuras luminosas y oscuras, con sus éxitos y sus fracasos, nos demuestra que Dios también escribe derecho sobre los renglones torcidos de nuestra historia humana. Dios nos deja nuestra libertad y, sin embargo, sabe encontrar en nuestro fracaso nuevos caminos para su amor. Dios no fracasa. Así esta genealogía es una garantía de la fidelidad de Dios; una garantía de que Dios no nos deja caer, es una invitación para orientar nuestra vida siempre nuevamente hacia El, para caminar siempre de de nuevo hacia Cristo.

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