Parece que al Patriarca Alexis le importa un bledo lo políticamente correcto
¿Alguien se imagina a Benedicto XVI en la sede del Consejo de Europa diciendo que la homosexualidad "es una enfermedad, una deformación de la calidad humana"? O mejor dicho, ¿puede el lector imaginarse la que se montaría mediáticamente si dijera algo así? Pues eso es precisamente lo que el Patriarca de Moscú acaba de hacer al responder a la pregunta de un diputado británico sobre cuál era su opinión sobre la homosexualidad. Alexis añadió que "No hay que discriminar, pero nadie puede obligarme a callar cuando llamo pecador a lo que es un pecado frente a los ojos de Dios" y justificó su oposición a que se celebre una marcha del orgullo gay en Moscú no puede admitirse porque la misma es una "promoción del pecado". Supongo que el asombro de los oyentes llegó a su climax cuando el Patriarca comparó la homosexualidad con la cleptomanía, preguntando por qué nadie defiende la segunda y sí la primera, lo cual, señores míos, fue apoyado por algunos aplausos en el hemiciclo.
El caso es que lo que dice Alexis está lejos de ser sólo la opinión de un señor mayor alejado del sentir del pueblo ruso. Aunque en los medios de comunicación occidentales no se ha recogido el dato, lo cierto es que en la reelección del actual alcalde de Moscú parece que juega un papel fundamental su oposición a que la marcha del orgullo gay se celebrara los últimos años en su ciudad. Ha alegado que los hijos de los moscovitas no tienen porqué contemplar en las calles ese espectáculo, que resulta ofensivo para la inmensa mayoría de la población. O sea, no estamos ante un Gallardón cualquiera.