Del gaymonio al Gran Simio
Cuando el zapaterismo gobernante aprobó la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, uno de los argumentos usados por sus defensores fue que no afectaba al derecho de los matrimonios heterosexuales. Era típico oir “¿en qué afecta a tu matrimonio el que dos homosexuales puedan casarse?". El truco del almendruco consistía en presentar la cuestión como una ampliación de derechos. O sea, no se quita nada a nadie sino que se da a los que no tenían.
Ese tipo de razonamiento sirve para justificar cualquier barbaridad. Por ejemplo, la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Congreso ha aprobado una proposición no de ley de IU-ICV que insta al Ejecutivo a adherirse al proyecto Gran Simio. Joan Herrera explicó que el objetivo de la propuesta es evitar la desaparición de los grandes simios, “devolverles la dignidad", prohibir su tortura, muerte y esclavitud, y garantizar “una vida digna” para la especie. Y para apoyar su propuesta, el diputado ha dicho que los bichos esos “son seres con capacidad para conocerse a sí mismos, con capacidad cognitivas amplias y complejas".
Es cuestión de tiempo que aparezca alguna mente bienpensante del progresismo patrio para decirnos que conceder a los monos parte de los derechos que corresponden a los seres humanos no disminuye en nada la dignidad de los hombres pues, al fin y al cabo, esto no es sino una “ampliación de derechos". A los hombres no se les quita nada, sólo se les da a los simios. Nuevamente se demuestra la falacia de dicha argumentación. Y es sangrante, por no usar otro calificativo más grueso, que en este país los hijos de la mona Chita puedan tener más derecho a vivir, a la libertad y a no ser torturados que un pobre feto humano de 5 meses que tenga la desgracia de que su madre quiera quitárselo de en medio.