6.10.08

España es uno de esos países de los que habló ayer el Papa

Cito de la homilía predicada por Benedicto XVI durante la celebración eucarística de inauguración del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra que presidió en la Basílica de San Pablo Extramuros:

Si contemplamos la historia, nos vemos obligados a constatar con frecuencia la frialdad y la rebelión de cristianos incoherentes. Como consecuencia, Dios, si bien nunca abandona su promesa de salvación, ha tenido que recurrir al castigo. En este contexto, el pensamiento se dirige espontáneamente al primer anuncio del Evangelio del que surgieron comunidades cristianas, en un primer momento florecientes, que después desaparecieron y que hoy sólo son recordadas por los libros de historia. ¿No podría suceder lo mismo en nuestra época? Naciones que en un tiempo tenían una gran riqueza de fe y vocaciones ahora están perdiendo su identidad, bajo la influencia deletérea y destructiva de una cierta cultura moderna. Hay quien, habiendo decidido que “Dios ha muerto", se declara a sí mismo “dios", considerándose el único agente de su propio destino, el propietario absoluto del mundo.

¿Alguien puede dudar que nuestra nación se encuentra dentro de esa definición? España, por más que muchos se empeñen en negar la evidencia apelando al número de bautizados y al “éxito” de determinadas manifestaciones religiosas populares, ha dejado de ser cristiana. Una nación donde uno de cada seis embarazos engorda las cuentas corrientes de los médicos abortistas, donde más del 95% de los fetos que vienen con Síndrome de Down son “eliminados", donde se disparan las tasas de divorcio, de embarazos de adolescentes y de consumo de drogas entre jóvenes y no tan jóvenes, donde la ingeniería social más radical encuentra un perfecto caldo de cultivo y donde es muy minoritaria la objeción de conciencia contra una asignatura adoctrinadora en una ideología filomasónica, no sólo no es una sociedad cristiana sino que profundamente ajena, en fondo y forma, al cristianismo.

Mas con ser grave el hecho de la descristianización del país, más preocupante es la desmovilización total de gran parte de los creyentes y practicantes. No hablo de una movilización esporádica, que convoca a unos cuantos cientos de miles en momentos puntuales. Esos actos son necesarios, pero no bastan. Benedicto XVI señala el camino:

Cuando Dios habla, siempre exige una respuesta; su acción de salvación exige la cooperación humana; su amor espera ser correspondido. Que no suceda nunca, queridos hermanos y hermanas, lo que narra el texto bíblico sobre la viña: “Esperó que diese uvas, pero dio agraces” (Cf. Isaías 5,2). Sólo la Palabra de Dios puede cambiar profundamente el corazón del hombre, por eso es importante que entremos en una intimidad cada vez mayor con ella tanto cada uno de los creyentes como las comunidades. La asamblea sinodal dirigirá su atención a esta verdad fundamental para la vida y la misión de la Iglesia. Alimentarse de la Palabra de Dios es para ella su primera y fundamental tarea. De hecho, si el anuncio del Evangelio constituye su razón de ser y su misión, es indispensable que la Iglesia conozca y viva lo que anuncia, para que su predicación sea creíble, a pesar de las debilidades y las pobrezas de los hombres que la conforman. Sabemos, además, que el anuncio de la Palabra, siguiendo a Cristo, tiene como contenido el Reino de Dios (Cf. Marcos 1,14-15), pero el Reino de Dios es la misma persona de Jesús, que con sus palabras y obras ofrece la salvación a los hombres de todas las épocas. En este sentido es interesante la consideración de san Jerónimo: “Quien no conoce las Escrituras, no conoce la potencia de Dios ni su sabiduría. Ignorar las Escrituras significa ignorar a Cristo” (Prólogo al comentario del profeta Isaías: PL 24,17).

Sinceramente, ¿cuántos de nosotros tenemos la intimidad con la Palabra de Dios que pide el Papa? Ni aun aquellos que “trabajamos” con ella a diario hemos alcanzado esa intimidad de la que hablaba el salmista al proclamar: “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” y “sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo“. Mas por la Palabra de Dios somos santificados, como dijo Cristo: “Santifícalos en tu verdad: tu Palabra es verdad” (Jn 17,7).

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4.10.08

¿Qué responder a la pregunta que se hace el Papa?

En un mensaje dirigido al congreso con motivo del 40º aniversario de la encíclica “Humanae Vitae", Benedicto XVI se pregunta “cómo es posible que hoy el mundo, y también muchos fieles, encuentren tanta dificultad en comprender el mensaje de la Iglesia, que ilustra y defiende la belleza del amor conyugal en su manifestación natural".

Que el mundo no acepte lo que la Iglesia sostiene es hasta cierto punto normal. Si no, no sería “mundo", en el sentido que Cristo dio a ese término. Otra cosa son los fieles. A mí se me ocurren varias razones por las que muchos, yo diría que la mayoría, no aceptan la enseñanza de la Iglesia sobre la planificación familiar:

1º- Muchos teólogos, sacerdotes y catequistas no la enseñan porque la rechazan. Cuando mi esposa y yo fuimos a un cursillo de preparación matrimonial, el sacerdote al que le tocó hablarnos del tema de los preservativos nos dijo que cada cual en su conciencia debería decidir si eso era correcto o no. Es más, todos salimos con la impresión de que a él le parecía bien su uso.

Si ya de por sí este es un tema complicado de aceptar, no tanto de entender, basta con que alguien de quien se supone que tiene cierta autoridad moral en la Iglesia ponga moqueta en el camino hacia el error, para que los fieles anden por el mismo con la conciencia muy tranquila.

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3.10.08

Descanse en paz, obispo Joan

Esta mañana ha fallecido monseñor Joan Carrera i Planas, obispo auxiliar de Barcelona. Independientemente del perfil eclesiástico e incluso político que están publicando algunos medios, mis buenos amigos de la Ciudad Condal me aseguran que era un hombre cercano, afable y que estaba atento a las necesidades de todos, especialmente de los sacerdotes. Eso es lo que podrá presentar delante del Padre.

Hoy la iglesia catalana y española está de luto. Vayan desde aquí mis condolencias a la archidiócesis de Barcelona, con el cardenal Sistach al frente. Y os ruego a todos una oración por el eterno descanso de don Joan. Que Dios le acoja en su gloria y desde allí interceda por la Iglesia a la que sirvió.

Luis Fernando Pérez

2.10.08

Sobre este blog

Después de haberlo pensado detenidamente, he tomado la decisión de moderar definitivamente todos los comentarios en todos los posts de “Cor ad cor loquitur", al menos hasta que no se pueda disponer un medio para que sea necesario registrarse previamente para poder participar, lo cual implicaría que todos los comentaristas tendrían su propio nick con un email validado. Mañana veré si puede habilitarse tal posibilidad. De no ser posible, puede que cierre completamente la opción de comentarios.

De momento, y aparte de las normas generales para todos los blogs de ReL, en Cor ad cor loquitur no se publicarán:

- Los comentarios que se salgan del tema del post, salvo que sea para peticiones de oración. Quien quiera preguntar o comentarme algo que no tenga que ver con la temática del artículo, puede mandarme un email a la dirección de contacto que tenemos en la portada de Religión en Libertad.

- Los comentarios en los que haya la más mínima alusión personal hacia otros comentaristas o hacia mí mismo. Y cuando digo mínima, es mínima. Para peleas personales están los chats y algunos foros. Este blog, no. Absténganse también aquellos que no tienen otra cosa mejor que hacer que elucubrar sobre mis conocimientos -o ausencia de ellos-, mi preparación, mi pasado en otras religiones, etc, etc.

- Los comentarios de queja, protesta, pataleo, etc, tanto sobre lo que dicen otros comentaristas como sobre mi forma de moderar el blog.

Luis Fernando Pérez

Los profetas políticamente correctos

Leer el libro del profeta Jeremías es una experiencia dura a la vez que gratificante. Vemos en él a un hombre atormentado por la responsabilidad que recae sobre sus hombros, por ser consciente de que le toca anunciar a un pueblo rebelde el castigo de Dios, cosa que no le hace ser especialmente querido por sus coetáneos.

Vemos que junto a él había en Jerusalén otro tipo de profetas, que sin duda tenía mejor fama y mejor imagen mediática. Tenemos una descripción de ellos en el capítulo 23:

Jer 23,14-16
Mas en los profetas de Jerusalén he observado una monstruosidad: fornicar y proceder con falsía, dándose la mano con los malhechores, sin volverse cada cual de su malicia. Se me han vuelto todos ellos cual Sodoma, y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra. Por tanto, así dice Yahveh Sebaot tocante a los profetas: He aquí que les voy a dar de comer ajenjo y les voy a dar de beber agua emponzoñada. Porque a partir de los profetas de Jerusalén se ha propagado la impiedad por toda la tierra. Así dice Yahveh Sebaot: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Os están embaucando. Os cuentan sus propias fantasías, no cosa de boca de Yahveh.

No pensemos que la fornicación de la que habla el texto bíblico es sólo de tipo sexual. La fornicación espiritual es igualmente una enfermedad mortal para el alma del pueblo de Dios. Y cuando buena parte del pueblo está corrompido, tiende a escuchar al que podríamos denominar como “profeta políticamente correcto:

Jer 23,17-21
Dicen a los que me desprecian: “Yahveh dice: ¡Paz tendréis!» y a todo el que camina en terquedad de corazón: «No os sucederá nada malo.” Porque ¿quién asistió al consejo de Yahveh y vio y oyó su palabra?, ¿quién escuchó su palabra y la ha oído? Mirad que una tormenta de Yahveh, su ira, ha estallado, un torbellino remolinea, sobre la cabeza de los malos descarga. No ha de apaciguarse la ira de Yahveh hasta que la ejecute, y realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis de ello. Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron. No les hablé, y ellos profetizaron.

A los profetas pacifistas se les llena la boca de paz, tolerancia, talante, buen rollito, contemporizaciones con el mal, diplomacia, etc, etc, etc.

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