4.06.09

Aznar y el derecho a la vida

Durante mucho tiempo he sido de la opinión de que José María Aznar ha sido el mejor presidente del gobierno desde que llegó la democracia a España tras el régimen franquista. Siempre pensé que había cometido muchos errores, como no puede ser de otra forma, pero si se le comparaba con el felipismo y el zapaterismo, la cosa no tenía color. Hoy no pienso así.

Esta semana, y ya es “curioso” que sea precisamente en la semana anterior a las elecciones europeas, la Universidad San Pablo CEU ha celebrado un congreso en el que han participado políticos de los dos partidos mayoritarios. Parecen que se ha buscado a lo “mejor” de cada casa desde una perspectiva cristiana. José Bono, que no se pierde una, se presentó como cristiano y socialista. Y Aznar apareció a ayer a decirnos que él está a favor del derecho a la vida y en contra de la reforma de la ley del aborto, en especial en aquello que hace referencia a la posibilidad de que una menor aborte sin consentimiento paterno. Por supuesto no se ha dado lugar a ningún representante de los partidos que sí defienden la vida. No vaya a ser que la gente se dé cuenta de que hay alternativas verdaderas al bipartidismo. Que una parte importante del profesorado del CEU haya mostrado su apoyo público a uno de esos partidos no parece suficiente. Y si además se logra que un arzobispo y un cardenal bendigan con su presencia esa forma de actuar, pues mejor que mejor.

El caso es que don José María Aznar, el auto-proclamado defensor del derecho a la vida, fue presidente de este país durante ocho años. Y cuatro de ellos, con mayoría absoluta. Y hete aquí que cuando alguien le preguntó por qué no había movido un pelo de su mostacho para acabar con el aborto, este egregio defensor de los no nacidos respondió que nadie “es perfecto en la vida” y que “cuando se tienen responsabilidades se hace lo que se puede". Y a continuación subrayó que, en todo caso, hay que actuar con “coherencia” y que él lo ha hecho porque siempre ha defendido “el derecho a la vida” y nunca podrá mirar con “simpatía o aprecio” el aborto. Y por lo que cuentan las crónicas del acto, no se le cayó la cara de vergüenza al suelo.

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3.06.09

Si ves a Victoria, "corre, corre, corre, que te van a echar el guante"

Veinticinco años largos han pasado, que se dice pronto, desde que escuché por primera vez en mi tocadiscos el tema “Corre, corre” de Leño, ese legendario grupo de rock madrileño liderado por el irrepetible Rosendo Mercado. Y es que entre mis pecadillos de juventud estaba el de ser “jevi", aunque a decir verdad tampoco es que acostumbrara a ir por la vida con las pintas típicas de los “jevis", melenas al viento, chupas de cuero, muñequeras de clavos y el loro atronando a toda pastilla por la calle. Cierto que llegué a tener media melenilla, alguna muñequera, algunas camisetas de los Iron Maiden, Scorpions y Dio, pero la mirada de mi padre y los suspiros de mi madre eran suficientes como para no aspirar a más.

El caso es que, por alguna razón que se me escapa, llevo unos días con el tema “corre, corre” de Leño rondando por mi cabeza. Y claro, cuando he visto la prisa que se ha dado la presidente del Comité de Bioética de España en decir que piensan apoyar la ley del aborto del gobierno zapateril, a pesar de que faltan varias semanas para que redacten su informe, he pensado lo bien que le encaja alguna de las estrofas de la canción. Por ejemplo, esta:

Se dieron mucha prisa
en enseñarnos la lección,
el diablo es nuestro amigo
ella nos lo presentó.

Sabemos lo que quieren
y aunque no nos convenció,
estamos en el juego
somos su preocupación.

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2.06.09

Certero análisis de la delegación de juventud de la diócesis de Getafe

Se puede decir más alto pero no más claro: “el problema actual de España no radica tanto en las políticas educativas y juveniles laicistas cuanto en la secularización de tantos corazones bautizados que al perder su identidad dejan de ser luz en la oscuridad“. ¿Quién puede negar que hay mucha verdad en esa afirmación de la delegación de juventud de la diócesis de Getafe?

Ciertamente el mayor problema no está en el mal que hacen los malos sino en aquellos que abandonan el bien y la gracia del evangelio para dejarse arrastrar por el mundo. Ahora bien, eso no significa que debamos pensar que las leyes que emanan de los parlamentos no juegan un papel esencial en la descristianización de España. San Pablo decía en Gálatas que la ley mosaica era fue pedagogo que nos llevó a Cristo. También afirma el apóstol que por la ley pudimos saber qué era pecado. Aunque eso se dice de la ley de Dios para el pueblo de Israel, toda ley, religiosa o civil, tiene un componente pedagógico.

Cuando se legaliza para favorecer el aborto, se están lanzando la idea de que el aborto no es lo que es: un asesinato. Cuando se facilita el divorcio o cuando se aprueba una ley que pone a las uniones sexuales al mismo nivel que el matrimonio natural, se está lanzando la idea de que el matrimonio es cualquier cosa, y no sólo la unión entre un hombre y una mujer abierta a la vida y de naturaleza estable. Cuando se aprueban leyes y decretos que atacan directamente a la patria potestad de los padres y tutores sobre sus hijos, se está lanzando la idea de que los niños y jóvenes no deben someterse a la autoridad paterna. Cuando se aprueba una ley del menor que permite que un asesino de 17 años, once meses y 30 días pueda salir a la calle en un espacio corto de tiempo, se está promoviendo directamente la delincuencia juvenil. Y así con todo.

Es decir, aun sabiendo que el problema al que se enfrenta la Iglesia es más de carácter interno, la secularización de gran parte de sus fieles, no debemos de olvidar que el ambiente en el que hoy se desarrolla su misión es cada vez menos favorable. Y ahí es donde surge de nuevo una pregunta esencial: ¿está nuestra Iglesia preparada, más allá de declaraciones de intenciones rimbombantes y de documentos muy elaborados que sólo leen unos pocos, para la tarea de re-evangelizar, o evangelizar por primera vez, a una sociedad que en gran medida ha dado la espalda a Cristo?

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1.06.09

La Iglesia no es una mera ONG aunque a veces lo parezca

El Papa puso ayer el dedo en la llaga. Durante su alocución tradicional de los domingos tras el rezo del Ángelus, Benedicto XVI aseguró que la Iglesia Católica no es meramente una “compleja y sólida institución social” ni “una especie de agencia humanitaria". Otra cosa, digo yo, es que a veces lo parezca. Por ejemplo, en España vemos que la campaña a favor de marcar la X en la casilla de la Renta la imagen que se da de la Iglesia es muy oenegista. No digo que eso esté mal, pues al fin y al cabo las actividades asistencias de la Iglesia son las que pueden provocar que los no creyentes se animen a marca la casillita de marras.

Ahora bien, la misión principal de la Iglesia es salvar almas. Y eso sólo se produce mediante la predicación del evangelio. La atención a los pobres, a los enfermos, a los, en definitiva, más necesitados, es la consecuencia lógica del seguimiento a Cristo. Si amamos a Dios, amamos a los hombres, tanto más si se encuentran en una situación delicada. Pero de poco vale cubrir las necesidades materiales de una persona si dejamos su alma sin el alimento espiritual que le lleva a la vida eterna. La pregunta que debemos hacernos es si no hemos desatendido un poco, o “un mucho", lo esencial. Yo tengo la sensación de que estamos perdiendo un potencial evangelizador fundamental en la labor de entidades católicas como Cáritas, ya que en demasiadas ocasiones se deja de lado la evangelización para sustituirla por una mera acción de ONG, aunque esa acción esté motivada por los valores que hemos recibido del evangelio.

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30.05.09

Monseñor Cipriani, todo un cardenal de la Iglesia

El post de hoy va a contener pocas palabras de mi propia cosecha. Prefiero reproducir algunos extractos de la entrevista que Zenit ha realizado al cardenal Cipriani y que hemos reproducido en portada de InfoCatólica:

“Creo que lo que hoy está faltando en la Iglesia es el martirio de la fe, el tener la audacia y el coraje de vivir una fe que nos lleva a ese morir a los caprichos personales, a la soberbia personal, a la sensualidad…

… necesitamos santos, que caminando por las calles y dirigiendo sus familias, y trabajando en los oficios más humildes o siendo grandes economistas o políticos, irradien una luz tan fuerte, su sal sea de tal sabor, que volvamos a ver esa primavera de la que nos hablaba Juan Pablo II de hogares, de escuelas. No es una utopía, es una posibilidad al alcance de la santidad. Si no tomamos la decisión de ser santos, no entenderemos el mensaje de San Pablo…

… Se habla tanto de los derechos humanos…, pero luego nos encontramos con aquellos niños malnutridos, mal acogidos por sus padres, que no tienen el hogar que deben tener, aquella escuela que no brinda el calor y el respeto y el testimonio de los maestros….

… ¿qué hacemos con unas Naciones Unidas de pura estructura económica vacías de contenido ético y moral? ¿Y con todas esas organizaciones internacionales que, buscando únicamente negociaciones puramente externas, no pretenden crear un clima de una mayor formación moral, espiritual, ética? La tibieza ha invadido el sistema mundial y esa tibieza genera espíritus indecisos, muchas veces tramposos…

… Yo pienso que hay algo que está muy metido en el ser humano: el afán de lucimiento, la vanidad. Cuando el responsable, llámese sacerdote u obispo, en lugar de ser un servidor, una alfombra para que sus hermanos pisen, el último de los servidores…, piensa que el cargo que posee le permite unos beneficios y unas comodidades y un mando, entonces, lamentablemente, esa escuela de vanidad, de superficialidad, se convierte en un camino que no funciona…

… Los sacerdotes no podemos servirnos de la Iglesia para hacer un escenario y luego dejar a la Iglesia muy mal, con una hipocresía y un cinismo que realmente va siendo cada día más espeluznante…

… En toda institución hay unas normas y el que no las cumple se va de la institución. Yo creo que está faltando en muchos niveles de la Iglesia una mayor autoridad y una mayor obediencia. Y creo que eso no es ni medieval, ni moderno, ni postmoderno…

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