3.12.18

El fin de una era en Andalucía

Lo que ocurrió ayer en Andalucía fue algo realmente histórico. O sea, de esos acontecimientos que acaban apareciendo en los libros de historia al cabo de mucho tiempo. El PSOE, solo o acompañado,  ha gobernado esta tierra durante los últimos 36 años. Ayer volvió a ganar las elecciones pero si suma sus diputados a los de la extrema izquierda de Podemos (Adelante Andalucía), no supera a los que suman las formaciones a su derecha (PP, Cs, VOX):

Más allá de los tiras y aflojas sobre si el nuevo presidente andaluz será del PP o de Ciudadanos, parece evidente que el PSOE va a pasar a la oposición por primera vez desde la llegada de la democracia a esta región española. 

Eso, por sí solo, hace que la jornada de ayer sea de las que marcan época. Pero el factor decisivo para que tal cosa ocurriera tiene un nombre, unas siglas: VOX. 

Sobre el partido de Santiago Abascal ya me pronuncié hace unas semanas, aunque aquel post mío era más un análisis del sistema democrático liberal -instrumento de iniquidad- que de VOX.

El propio Abascal no esconde su condición de liberal. Esto escribió en su cuenta de Twitter el pasado 21 de noviembre:

Reivindicar al mismo tiempo la monarquía católica tradicional y las Cortes de Cádiz es como reivindicar a la vez a Cristo y al Gran Arquitecto masón, pero no escribo este post para polemizar otra vez sobre la incompatibilidad entre liberalismo y tradicionalismo católico. 

El mismo hecho de que VOX sea un parido liberal conservador es suficiente para descartar que se le pueda aplicar el epíteto de ultra-derecha. No verán ustedes a un solo dirigente de VOX añorando el franquismo ni citando a José Antonio Primo de Rivera. No les verán cantando el Oriamendi ni acabando sus mítines con un “¡Viva Cristo Rey!".

De hecho, si así lo hicieran, sería imposible que obtuvieran el resultado que han obtenido. Al catolicismo social conservador de este país -y del resto del mundo- llevan medio siglo inoculándole la idea de que la unidad católica de España es cosa poco menos que detestable; que la soberanía real y efectiva en una nación cristiana -esta lo era- es la del pueblo y no la de Cristo; y que lo lógico y lo normal es que, si así lo marcan las mayorías que salen de las urnas, las leyes que emanan del Parlamento y el Senado pueden ir en contra de la ley natural y la ley divina. Conclusión: no existe voto auténticamente católico en este país.

Aun siendo VOX parte del sistema, es claro que supone un reajuste del mismo. La derecha conservadora social ya no está “secuestrada” por un solo partido, el PP. Ahora puede votar al PP, a Ciudadanos -más a la izquierda- y a VOX -más a la derecha-. Tal abanico de posibilidades hacer que el votante consevador que se hartó del PP no se quede en casa, sino que salga a votar a una de las otras dos opciones. Eso, como acaba de ocurrir en Andalucía, cubre de sobra el posible déficit de representación parlamentaria, por la atomización del voto, que emana del sistema D´Hont vigente en España. La teoría del voto útil ha saltado hecha pedazos.

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28.11.18

Mons. Luis Argüello es quien es, no quien se quiere que sea

Reconozco que desde que los obispos españoles eligieron como portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal a Mons. Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, he intentado averiguar cuál es su trayectoria personal.

Entre otras cosas, me llamaba la atención que los responsables del Pravda progre-eclesiático español, pasaran de decir que don Luis era parte de una “terna a imagen de la vieja guardia y sin representante francisquita”, a publicar una serie de artículos laudatorios hacia el obispo castellano, pintándole poco menos que como el nuevo Sansón que va a arremeter, quijada de burro en mano, contra las hordas rigoristas y avinagradas en la Tierra de María. Algo no encaja en ese “cambio". Y, efectivamente, ahora entiendo lo que no encaja. Religión Confidencial lo ha recordado hoy.

Resulta que hace casi ocho años, para los responsables de Religión Digital, Mons. Argüello era parte de un sector fuerte e influyente de la CEE que acosaba el pluralismo teológico…:

La persecución del libro de Pagola se ha producido en un momento especial de la Iglesia española, que vigila desde grandes atalayas la doctrina oficial y persigue a los autores más críticos y libres, en un acoso sin precedentes al pluralismo teológico
Los ataques contra Pagola están apadrinados por un sector fuerte e influyente de la Conferencia Episcopal Española, que arremetió contra el libro apenas tres meses después de salir a las librerías y comprobar que tenía un éxito sin precedentes. El primero que abrió el fuego fue Demetrio Fernández, obispo de Tarazona entonces. El prelado calificó de «arriana» la obra y acusó al teólogo vasco de desfigurar a Jesús.
Esta posición fue secundada por Luis J. Argüello, vicario de Valladolid, por los teólogos José María Iraburu y José Antonio Sayés, y por José Rico Pavés, director del Secretariado de la comisión episcopal para la Doctrina de la Fe. Rico, ahora muy bien situado para acceder a la mitra..

Efectivamente, Mons. Argüello, siendo vicario general de Valladolid, fue de las primeras voces en advertir que el “Jesús de Pagola", deslegitima “la enseñanza de la Iglesia al no tener fundamento en Jesús y en la Historia". 

Aparecer al lado de Mons. Fernández, Mons. Rico Pavés, el P. Iraburu y el P. Sayés es algo que el progresismo eclesial no olvida fácilmente, a menos que le interese olvidarlo. “Casualidades” de la vida, una de las pocas webs donde se puede leer completo el artículo de Mons. Argüello sobre el libro de Pagola está en un blog “abandonado” en Religión Digital.

Mucho más recientemente, Mons. Luis Argüello fue de los escasísimos obispos que osó criticar públicamente la censura contra el autobús de HO que era contrario a las barbaridades que nos llegan impuestas por la ideología de género. Cito del diario Abc:

El obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, ha mostrado este miércoles su «perplejidad» después de que la Policía Municipal de Madrid haya inmovilizado el autobús «antitransexualidad» de la plataforma Hazte Oír, rotulado con el lema «Los niños tienen pene, las niñas tienen vagina. Que no te engañen». «Viendo esta polémica desde fuera, simplemente por las noticias que nos han llegado desde los medios, expreso la perplejidad de que se pueda decir negro y no se pueda decir blanco, o viceversa», ha insistido.

A Luis Argüello le parece «sorprendente» que no se pueda «exponer algo que parece obvio, de sentido común, como que los niños son niños y las niñas son niñas», cuando, ha recordado, una reciente campaña sobre el mismo asunto del sexo de las personas, «y de una forma singular referido a los niños», que se planteó «de otra manera que parece que contraviene una antropología adecuada a lo que la propia corporalidad nos dice».

Como ven ustedes, no parece un obispo que guste de callar ante el discurso político-social dominante. De hecho, en su comparecencia tras la última Plenaria de la CEE, ya advirtió que no era lógico legislar en base a los sentimientos dejando a un lado la naturaleza de las cosas.

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24.11.18

La Linterna de la COPE oscurece la verdad

Al poco de que el P. Jose María Gil Tamayo, obispo electo de Ávila, llegara hace cinco años a la secretaría general de la Conferencia Episcopal Española, la programación religiosa de Cope sufrió algunos cambios. Así aconteció en uno de sus programa más importantes, si no el que más: La Linterna de la Iglesia. Pasó de ser presentado por Faustino Catalina en vez de por José Luis Restán. Y hubo cambios de contertulios. La idea era mostrar la variedad de opiniones y sensibilidades que hay en la Iglesia. Traducido: los eclesialmente progresistas -siquiera lo fueran moderadamente-, iban a tener su lugar en la Cope.

Confieso que no escucho habitualmente La Linterna de la Iglesia pero de vez en cuando me gusta pulsar por qué vericuetos se manejan en dicho programa. Ha sido el caso de la semana pasada, donde hablaron entre otras cosas de la polémica por el veto de la Santa Sede a la votación de los obispos de EE.UU sobre el tema de los abusos. Lo que escuché entonces daría para escribir otro post, pero mejor lo dejo pasar. Lo que no puedo dejar pasar es lo de ayer. En InfoCatólica damos bastante detalles sobre lo ocurrido y además se puede acceder al audio completo de la tertulia.

Vamos por partes:

- Me llamó la atención la “animosidad” de Mª Teresa Compte a la hora de condenar radicalmente la idea de que hay alguna relación entre homosexualidad y abusos sexuales. Primero, porque esa cuestión no  apareció en la rueda de prensa de Mons. Argüello. Segundo, porque los datos son los que son, gusten más o gusten menos. Y esos datos reflejan que la gran mayoría de los abusos se cometieron sobre varones. 

- Me llamó igualmente la atención la insistencia de todos en que Mons. Argüello se había equivocado. Dado que el obispo había reconocido públicamente su error, no había necesidad de remover en demasía tal circunstancia, aunque fuera para alabar dicho reconocimiento.

- Me llamó poderosísimamente la atención que se aprovechara el error del nuevo secretario general de la CEE para cuestionar la política de la Iglesia en cuanto a la admisión de homosexuales en los seminarios. El P. Rodríguez Olaizola, sacerdote jesuita, aseguró conocer a muchos sacerdotes homosexuales que ejercen la mar de bien su sacerdocio, a los cuales puede resultar difícil aceptar esa política eclesial. Pregunta: ¿cómo sabe que son homosexuales? ¿se lo han dicho?. Pregunta: ¿en serio cree que el mejor contexto para abordar esa cuestión era precisamente el debate sobre el error y rectificación de Mons. Argüello? Pregunta: ¿le parece normal cuestionar la política de la Iglesia, defendida por el secretario general de la CEE, en un programa de información religiosa de la cadena propiedad de la CEE?

- No me llamó lo más mínimo la atención que el director de Vida Nueva defendiera la tesis de que es un cliché a descartar la idea de que las parejas homosexuales son más infieles que las heterosexuales. Esa es la tesis herética de los modernistas. Quieren que la Iglesia acepte las uniones homosexuales estables y se reconozca algo positivo en ellas. Tampoco me extrañó que defendiera la labor del P. James Martin, sj. de quien Mons. Munilla ha pedido públicamente que sea amonestado por sus heterodoxias. Al fin y al cabo, don José Beltrán tiene razón en que la Santa Sede invitó a ese sacerdote a dar una conferencia en el Encuentro Mundial de Familias de Dublin. Señal evidente de que cierto lobby sigue muy activo en la Iglesia.

Aunque la mayor parte de los fieles no están muy interesados en estas cuestiones, lo cierto es que aquellos que sí se toman en serio la fe de la Iglesia han de estar necesariamente confusos. Por una parte, vemos al portavoz de los obispos defender la doctrina de la Iglesia, mientras que en la emisora propiedad de la CEE se pone en cuestión sin que nadie replique. Por una parte vemos al Papa afirmar de forma muy tajante que, ante la más mínima duda, no se debe admitir a un homosexual en un seminario, y luego vemos a la Santa Sede poner una alfombra roja -o más bien arcoiris- al principal representante del lobby LGTBI en la Iglesia. 

Nido de confusión, dudas, contradicciones, heterodoxias por doquier, incoherencias. En eso están convirtiendo la Iglesia. Y la programación religiosa de la Cope es fiel reflejo de esa realidad. ¿Podrá hacer algo al respecto Mons. Argüello? Solo Dios sabe. Lo que sí creo es que, error y polémica aparte, la primera rueda de prensa del nuevo portavoz de los obispos españoles parece abrir una ventana a la esperanza de que la Conferencia Episcopal Española abandone, siquiera en parte, la irrelevancia en que la que está instalada. Que el Señor le ayude a cumplir fielmente la tarea que le ha sido encomendada por sus hermanos en el episcopado.

Luis Fernando Pérez Bustamante

21.11.18

La irrelevancia de la CEE

Los obispos españoles han elegido hoy nuevo secretario general de su conferencia episcopal. Y lo han hecho en la persona de Mons. Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid. Ayer parecía que el elegido podría ser el P. Jorge Fernández Sangrador, vicario general de Oviedo, pero finalmente los prelados han optado por el único obispo de la terna sobre la que se ha votado.

Vaya por delante que no conozco ni poco ni mucho a Mons. Argüello. No recuerdo declaraciones suyas y no creo que haya sido protagonista de ninguna noticia con repercusión nacional más allá de su nombramiento como obispo. Como hablar de quien no se conoce me parece una temeridad, no pienso hacerlo. Evidentemente es un hombre cercano a su arzobispo, el cardenal Blázquez, que es a su vez presidente de la CEE. Pero hasta ahí no más puedo decir.

Lo que sí puedo decir es que la creciente irrelevancia mediática, social e incluso eclesial de la Conferencia Episcopal es un hecho incontestable. A ello contribuye el perfil bajísimo -en el sentido mediático del término- de su presidente. Don Ricardo Blázquez siempre ha sido un obispo discreto, con un discurso lleno de típicos tópicos, lugares comunes y ausencia de aristas. O sea, está pero como si no estuviese. Durante su primer trienio al frente de la CEE, el cardenal Cañizares llenó de sobra el vacío mediático desde su condición de vicepresidente. Hoy, ni eso. 

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19.11.18

La apostasía se integra muy bien en el sistema que la sustenta

Ni es la primera ni será la última vez en que los obispos españoles presumen del papel de la Iglesia en la llegada de la democracia liberal a España. Esta mañana lo ha hecho el actual presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Ricardo Blázquez. En su discurso de apertura de la Plenaria ha dicho:

Se cumplen cuarenta años de nuestra Constitución, que selló un consenso entre todos los españoles, al terminar el régimen anterior. A la inquietud sucedió la esperanza, con la generosidad de todos hemos vivido un largo periodo de paz. “La concordia fue posible” es el epitafio que Adolfo Suárez deseó se pusiera en su sepulcro. La Iglesia, en vías de renovación por el Concilio Vaticano II, colaboró eficazmente en aquel singular periodo de nuestra historia. Los católicos estamos satisfechos de haber prestado la ayuda que estaba en nuestras manos, nos sentimos bien integrados en el sistema democrático y es nuestra intención continuar participando, desde nuestra identidad, en la justicia, la solidaridad, la paz, la convivencia y la esperanza de nuestra sociedad. Ni deseamos ponernos medallas ni queremos ser preteridos. Por esto saludamos el diálogo entre todos, como ha mostrado el desarrollo del Congreso. Todos nos debemos al bien común, del que nos beneficiamos todos.

Aparte de que no sé hasta qué punto se puede hablar de periodo de paz estando presente el terrorismo de ETA (829 asesinados, miles de heridos y extorsionados) durante gran parte de este tiempo, conviene recordar que:

- Tenemos una Constitución donde Dios no aparece por ningún lado. Si la Iglesia en España quiso y quiere tal cosa, muesta una radical hipocresía celebrando en este país la festividad de Cristo Rey. 

- Tenemos una legislación que despenaliza el aborto y lo considera un derecho. Se han superado de largo los dos millones de abortos desde 1985.

- Tenemos una legislación que desprecia el matrimonio, convirtiéndolo en una institución con menos protección legal que muchos tipos de contratos mercantiles y que considera matrimonio la unión de dos personas del mismo sexo.

- Tenemos un avance radical de la imposición de la ideología de género en todos los ámbitos, pero sobre todo en la educación. El Estado adoctrina a los niños y jóvenes en principios radicalmente contrarios a ley natural y divina.

- Etc.

Dice el cardenal y presidente de la CEE que todos nos beneficiamos del bien común. ¿De qué bien común habla? 

Efectivamente, en España la inmensa mayoría de los católicos practicantes -minoría menguante que va camino de la más absoluta irrelevancia- viven integrados y más o menos felices en este sistema. Y eso tiene un nombre: apostasía. Queda un pequeño resto de fieles  -incluso algún obispo- que no están ni estarán integrados. Pero ese pequeño resto es despreciado por la gran masa. Y llegado el caso, será perseguido.

Quiera Dios concedernos permanecer fieles perteneciendo a ese pequeño resto, que jamás renunciará a proclamar y defender la verdadera y absoluta realeza de Cristo en todos los ámbitos

¡¡Viva Cristo Rey!!

Luis Fernando Pérez Bustamante