Jugar con la vida, jugar a ser Dios

Inauguro hoy una nueva sección de este blog. En la misma pienso copiar cada semana la carta pastoral de algún cardenal, arzobipo u obispo, que me parezca interesante. Como no podía ser de otra forma, inaugura la sección mi propio Obispo, Monseñor Sanz Montes, de quien estoy absolutamente convencido que está llamado a ser una columna (Gal 2,9) de la Iglesia Católica en España.

Jugar con la vida, jugar a ser Dios

Queridos Hermanos y amigos: Paz y Bien.

Es una tentación tan vieja como el mundo. No se trata sin más de un instinto de sano y sabio perfeccionamiento, sino de algo que parece que está malditamente escrito en nuestra más torpe pretensión: querer ser como Dios. En la larga trayectoria de la historia de los hombres, se ha intentado con más sutileza o más grosería, rescribir esa arcana tentación de polemizar con Dios, de negociar con Él, de desplazarle, de ignorarle…o de pretender llegar a su misma destrucción.

Tres escenas bíblicas nos ponen delante con su lenguaje literario esta actitud antigua de llegar a ser como Dios: el árbol de la ciencia del bien y del mal al que no quitaban los ojos Adán y Eva, la torre de Babel cuyo proyecto fue tan minuciosa como estúpidamente redactado, y la adoración del becerro de oro de aquellos hebreos liberados de Egipto, mientras el bueno de Moisés subió al Sinaí para hablar con Dios. Cada generación, cada persona han podido describir su particular intento: qué fruta prohibida consumen, qué torre indebida levantan o ante que ídolos de dioses que no son Dios se postran y adoran.

Serían muchas las formas con las que a través de los siglos se ha venido facturando esta pretensión. Pero estamos ante una circunstancia que nunca antes se había dado tan masivamente, tan refinadamente, tan cínicamente, con tantos intereses creados y con tanta subvención. Querer ser Dios hoy, pasa nada menos que por el adueña-miento de la vida, por el control de esa vida en todas sus fases y en todas sus formas. Un control que decide qué hay que eliminar y cuándo, en qué hay que engañar y cómo, a quién hay que aislar y por qué.

Vuelve a aletear entre nosotros la sombra de la muerte no como desenlace natural de quienes llamados a la vida entran en la eternidad al traspasar su último umbral, sino una muerte que es fruto del cálculo político, del interés económico, y de la pretensión cultural. No es la piedad hacia otros seres curables lo que legitima la industria del embrión, no es el avance deseable de la ciencia lo que se quiere tutelar con la legislación en curso: la industria del embrión se dispara para quienes juegan a ser Dios, como una demagogia política, como un rentable negocio y como un paso adelante en su no disimulada "mutación cultural" (como le hacen repetir al repetidor). ¿Por qué no desarrollan los objetivos de curar a otros seres humanos y de avanzar en la ciencia a través de las células madre? Ellos saben por qué no.

Por más que lo envuelvan con palabras confusas, rimbombantes, o de calculada ambigüedad, jugar así con la vida, como pretende el Proyecto de Ley de investigación biomédica del Gobierno español, es un atentado contra la vida anteponiendo los intereses económicos e ideológicos de partido al bien común más básico: la vida, y contra el ser más vulnerable: el embrión humano. El Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal lo ha vuelto a denunciar: «Recordamos una vez más, con recientes palabras de Benedicto XVI, que la resistencia de la Iglesia no es en modo alguno contra la ciencia, sino sólo «ante las formas de investigación que incluyen la eliminación programada de seres humanos ya existentes, aunque aún no hayan nacido (…) La historia misma ha condenado en el pasado y condenará en el futuro esa ciencia, no sólo porque está privada de la luz de Dios, sino también porque está privada de humanidad». Animamos a las comunidades católicas a seguir anunciando con vigor el Evangelio de la vida: Dios, el Creador providente, no se olvida de ninguna de sus criaturas, sino que las ama apasionadamente. Es el Evangelio que nos capacita para amar sin condiciones y para juzgar con lucidez».

Recibid mi afecto y bendición.

† Jesús Sanz Montes,

Obispo de Huesca y de Jaca.

6 comentarios

  
Fra Lorenzo
malo que el gobierno juegue a ser dios; peor que lo haga la jerarqui'a, porque esta juega en serio, y si puede, hace trampa
06/11/06 4:51 PM
  
Luis Fernando
Bueno, me parece a mí que alguna legitimidad más tiene la jerarquía en hablar en nombre de Dios en este caso.
06/11/06 5:31 PM
  
Fra Lorenzo
No comparemos Don LFPB, el gobierno no pretende hablar en nombre de Dios; le atribuyen actuar...
06/11/06 6:47 PM
  
Luis Fernando
Bueno, digamos que nunca como hasta ahora el hombre había jugado de forma tan clara a ser Dios, manipulando la vida humana desde su misma concepción.
Y eso, antes o después, tendrá consecuencias.
06/11/06 7:13 PM
  
foulard
Será por eso que el Espíritu Santo nos regatea en esta olla de grillos en la que:
".Nadie sabe de donde viene y a donde va...?".Ahí la aparición de los árbitros del poder...: ¡los medios!.
Son providenciales!!
08/11/06 12:33 AM
  
Sed bueenos
Hacedle caso a este hombre, que la Iglesia sabe muy bien lo que es eso de jugar con la vida humana.
A su historia y al presente me remito.
16/11/06 8:45 PM

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