InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

29.05.12

Conmovedora profesión de fe de una comunidad cristiana popular

Las autoproclamadas Comunidades de Base (CeBs) y Comunidades Cristianas Populares (CCPs) son un fenómeno peculiar que está presente en buena parte de Iberoamérica. No pienso entrar en analizar lo que son allá, pero en España son la punta de lanza, aunque ya ciertamente desgastada, del extremo-progresismo eclesial. Lo de eclesial es un decir, claro. El grado su comunión con la Iglesia Católica es más bien escaso. Hay bastantes comunidades eclesiales protestantes mucho más cercanas a la fe católica que lo que puedan estar dichas CeBs y CCPs.

Redes Cristianas publicó ayer una profesión de fe de la Comunidad Cristiana Popular de Torrero III, Zaragoza. Vaya por delante que creo que los miembros de dicha comunidad, como todos los españoles, tienen derecho a creer o dejar de creer en lo que les parezca adecuado. Otra cosa es que creyendo lo que creen, pretendan pertenecer a la Iglesia Católica. Y, de paso, que la Iglesia Católica les permita ser miembros.

Esta es mi opinión sobre su credo. Y si digo mi opinión, es evidente que no pretendo que sea la de la Iglesia. Es decir, no hablo en nombre de nadie que no sea yo mismo.

Somos cristianos católicos por casualidad, porque hemos nacido en esta parte del mundo. Sentimos que todos, cada uno desde su creencia, estamos llamados a la superación personal y como grupo, como Humanidad. Nos sentimos parte de este planeta, asediado por la crisis climática, la energética, la alimentaria y otras más, que llena de desolación nuestra Casa Común.

Es cierto que fuimos bautizados católicos por haber nacido en un país católico. Pero eso no es tanto fruto del azar como del hecho de que Dios, que nos tenía en su mente desde antes de la Creación, dispuso que naciéramos donde hemos nacido. Como dijo San Pablo: “Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad” (Efe 1,3-5).

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4.05.12

Los de Redes Cristianas no quieren otro concilio ecuménico

El progresismo eclesial anda bastante inquieto ante la constatación de que su influencia en el presente y en el futuro de la Iglesia Católica muestra un aspecto más bien oscuro. De no ser por el eco que encuentran en los medios de comunicación más laicistas y anticlericales, su poderío mediático sería equiparable a su nivel de fidelidad al magisterio. O sea, insignificante.

Hay una organización que se caracteriza por reunir lo peor de lo peor de dicho sector pseudo-católico. Me refiero a Redes Cristianas. No hay movida heterodoxa que no apoyen. No hay manifiesto público contrario a la Iglesia emitido desde la izquierda política al que no se sumen. Llegaron incluso a formar parte de la organización de la manifestación contra la visita del Papa a Madrid en la pasada JMJ. Sí, esa que acabó con manifestantes arremetiendo contra jóvenes peregrinos. Redes Cristianas son, por tanto, la versión para-eclesial del mundillo de los anti-sistema.

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23.04.12

El absurdo de impartir sacramentos sin fe

Mons. Xavier Novell, obispo de Solsona que se caracteriza, entre otras cosas, por aparecer prácticamente todas las semanas en los medios de comunicación, acaba de asegurar que antes que el aumento de bodas civiles, le preocupa más el hecho de que se celebren bodas religiosas sin que haya fe entre los contrayentes. Y tiene toda la razón pero yo iría más allá. Gran parte de esas bodas religiosas son nulas, porque precisamente en el sacramento del matrimonio los ministros son los contrayentes, siendo que el sacerdote o el diácono ejercen de testigos cualificados de la Iglesia. Si quien se casa no tiene fe y, por tanto, no tiene razón para creer en la indisolubilidad del matrimonio, que solo puede alcanzarse por medio de la gracia de Dios, ¿cómo va a haber realmente sacramento?

Dice el Código de Derecho Canónico que el obispo “no debe conceder licencia para asistir al matrimonio de quien haya abandonado notoriamente la fe católica” (CDC 1071,2). A mí me parece obvio que quienes no asoman por la Iglesia ni domingos ni fiestas de precepto, quienes no frecuentan la Eucaristía ni la confesión, quienes, en definitiva, no demuestran tener fe podrían incluirse en un futuro dentro de esa definición. Es decir, que no sea necesario hacer una manifestación pública de apostasía para quedar incapacitado para contraer matrimonio eclesiástico.

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19.04.12

El humo de Satanás empieza a desaparecer

Hace 40 años el Papa Pablo VI aseguró que el humo de Satanás había entrado en la Iglesia. Mucho se ha especulado acerca de en qué estaría pensando el papa Montini cuando dijo esas palabras. El cardenal Virgilio Noé aseguró que hablaba de los abusos litúrgicos, pero no es descartable que el Santo Padre tuviera en mente toda la crisis post-conciliar, que tuvo un efecto nefasto a todos los niveles.

Siendo Satanás el padre de toda mentira, y siendo la herejía -una forma de mentira- uno de los instrumentos más dañinos para el bien espiritual de los fieles católicos, no hace falta ser muy osado para afirmar que mientras la heterodoxia pueda campar a sus anchas en el seno de la Iglesia, las volutas de humo malignas seguirán ejerciendo su cancerígeno efecto.

En ese sentido, las últimas semanas están siendo un claro ejemplo de lo que se puede y se debe hacer. Los obispos españoles han dejado claro que no es católica la teología de Torres Queiruga, uno de los puntales de la heterodoxia. Y si alguien cree que en Roma no están de acuerdo con la notificación de la CEE, que pruebe a preguntar. Que verá qué sorpresa se lleva. No olvidemos las palabras del Papa en la Misa Crismal, advirtiendo a los sacerdotes austriacos de que por el camino de la rebeldía no van a ningún lado.

De hecho, ha sido la propia Congregación para la Doctrina de la Fe la que ha entrado en un proceso de actividad casi febril. Ha ordenado el silencio a dos sacerdotes irlandeses, P. Tony Flannery y P. Sean Sagan, que se caracterizaban por escribir y hablar contra el magisterio. Y se acaba de hacer pública lo que es posiblemente el acto más contundente llevado a cabo por Roma contra la disidencia eclesial desde el Concilio Vaticano II. La intervención de la Conferencia de Líderes Religiosas (LCWR), en la que están integradas la mayoría de las superioras religiosas de Estados Unidos, marcará sin duda un antes y un después, sobre todo por lo que tiene de ejemplar para el resto de la Iglesia. Se acabó eso de ser religioso y estar en constante rebelión contra la Iglesia y sus enseñanzas.

Queda todavía mucho por hacer. Es tanto el daño causado por la heterodoxia doctrinal, moral y litúrgica que solo la acción decidida y constante de todos los obispos -no solo Roma- puede poner fin a la pesadilla que se ha llevado por delante el sensus fidelium en amplios sectores de los bautizados. Como dice Mons. Francisco Pérez en su magnífica y muy necesaria carta sobre los errores cometidos habitualmente en los funerales:

Jesucristo concedió su autoridad a los apóstoles y ahora el Papa y los obispos hemos de seguir confirmando en la fe católica a nuestros fieles. Atrevernos a comunicar la verdad a nuestros hermanos es la acción que mejor expresa el amor y el respeto que por ellos tenemos.

De eso se trata. De que ejerzan esa autoridad en caridad para el bien de toda la Iglesia. A los heterodoxos se les acabó el tiempo de vivir con sus mentiras en medio de aquella que es columna y baluarte de la verdad. Deben acogerse a la gracia que les lleva a la conversión -por ello debemos orar constantemente- o afrontar el hecho de que ya no tienen lugar en la Iglesia de Cristo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

16.04.12

Los herejes ante la Escritura y la Tradición

Desde que en las últimas semanas la Iglesia parece decidida a dar un paso adelante a la hora de defender la sana doctrina y amonestar, siquiera someramente, a quienes se oponen públicamente a la misma (curas austriacos, Queiruga, Flannery), los defensores de los heterodoxos se rasgan las vestiduras hablando del regreso de la Inquisición, de la Edad Media, etc.

Ciertamente la Iglesia ha combatido la herejía antes del último concilio. En dicho combate se llegaron a usar métodos absolutamente brutales, que esperamos y deseamos que no se vuelvan a repetir. Ahora bien, la defensa de la sana doctrina contra la heterodoxia no es cosa de Torquemadas, ni empezó cuando se implantaron las hogueras para quemar herejes. Aparece en el Nuevo Testamento y sigue, sin solución de continuidad, en los primeros siglos del cristianismo. Prueba de ello es que una de las obras cumbre del siglo II lleva como títlo “Contra los herejes”. Escrita por San Ireneo de Lyon, tiene hoy exactamente la misma actualidad que en el momento de su composición.

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