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18.06.17

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad!

Del Oficio de Lecturas del domingo de la Solemnidad de Corpus Christi

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres.

Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación, ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados.

Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?

No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.

Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando después de celebrar la Pascua con sus discípulos iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.

De las Obras de santo Tomás de Aquino, presbítero
(Opúsculo 57, En la fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4)

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16.06.17

Habéis oído que se dijo, pero yo os digo

Evangelio del viernes de la décima semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la gehenna. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna.
Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
Mt 5, 27-31

Dado el avance de la apostasía en nuestro tiempo, es fundamental leer a Cristo teniendo en cuenta las admoniciones de los apóstoles:

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15.06.17

Comunión de la sangre de Cristo, comunión del cuerpo de Cristo

Primera lectura del jueves de la décima semana del Tiempo Ordinario, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan.
1 Cor 10,16-17

Una de las diferencias esenciales entre la mayor parte del protestantismo y el catolicismo, es que la doctrina protestante -salvo la secta luterana- responde no a las dos preguntas de san Pablo, mientras que católicos y ortodoxos respondemos sí. No puede haber unidad en quien disiente en algo tan sustancial a la fe.

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12.06.17

Bienaventurados

Evangelio del lunes de la décima semana del Tiempo Ordinario.

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Mt 5,1-12

Con temor y temblor me asomo a esta sublime enseñanza de nuestro Señor en lo alto de uno de los montes de Israel. Bienaventuranzas se llaman, pero también son un llamado a la santidad.

Pobres en el espíritu. Fue Cristo el primero en hacerse pobre para que nos hagamos ricos.

Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
2ª Cor 8-9

Él bajó del cielo para enriquecernos. ¿No habremos nosotros de bajar al fango del mundo para donar la riqueza con la que él nos obsequió? 

Al fin y al cabo, no hay mayor riqueza que hacer lo que agrada a Dios:

No te preocupes de que hayamos caído en la pobreza: serás muy rico si temes a Dios, evitas todo pecado y haces lo que agrada al Señor, tu Dios.
Tob 4,21

Mansos. Cordero manso fue Cristo en la cruz:

Fue maltratado, y él se dejó humillar, y no abrió su boca; como cordero llevado al matadero, y, como oveja muda ante sus esquiladores, no abrió su boca.
Is 53,7

A Él debemos imitar en pruebas y persecuciones. Al Señor le agrada la mansedumbre:

Porque el temor del Señor es sabiduría e instrucción, le agradan la fidelidad y la mansedumbre.
Sir 1,27

Tanto más crezcamos en los caminos del Señor, más humildes debemos ser, dejando atrás toda jactancia y presunción, pues:

Cuanto más grande seas, tanto más debes humillarte, y encontrarás gracia ante el Señor. Muchos son los altivos y jactanciosos, pero Él revela sus secretos a los mansos
Sir 3,20

Los que lloran. Aquél que fue manso en la Cruz, Aquél que lloró por la muerte de su amigo Lázaro, será nuestro consuelo eterno:

… pues el Cordero, que está en medio del trono, “será su pastor, que los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida, y Dios enjugará toda lágrima” de sus ojos. 
Ap 7,17

Y

Y oí una fuerte voz procedente del trono que decía: -"Ésta es la morada” de Dios con los hombres:” Habitará con ellos y ellos serán su pueblo", y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios.  "Y enjugará toda lágrima” de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó.
Ap 21,3-4

Hambre y sed de justicia. Rodeados de todo tipo de maldad e injusticia, los cristianos deben anhelar el justo juicio de Dios, y clamar para que ponga en orden todo aquello que el pecado ha deformado. Dios así lo hará:

¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar?
Luc 18,7 

Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar a las almas de los inmolados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. Clamaron con gran voz: -¡Señor santo y veraz! ¿Para cuándo dejas el hacer justicia y vengar nuestra sangre contra los habitantes de la tierra? Entonces se les dio a cada uno una túnica blanca y se les dijo que aguardaran todavía un poco, hasta que se completase el número de sus hermanos y compañeros de servicio que iban a ser inmolados como ellos.
Ap, 6,9-11

Misericordiosos. Aquellos que hemos alcanzado misericordia, ¿cómo no seremos misericordiosos con el prójimo? ¿Cómo alzará sus ojos al cielo quien no perdona, quien no lleva consuelo al aflijido y quien ignora la suerte de las almas perdidas?

El hombre que no tiene misericordia con su semejante, ¿cómo se atreve a rezar por sus propios pecados?
Sir 28,4

Limpios de corazón. ¿Cómo limpiar el corazón manchado por nuestro pecado? Por la conversión que el Señor nos concede. No seamos necios como aquellos de quienes habla el proverbio:

...gente que se cree pura pero no está limpia de su inmundicia
Prov 30,12

Más bien:

Apártate tus delitos, rectifica tus actos; limpia tu corazón de todo pecado.
Sir 38,10

Los que trabajan por la paz. Mas no por la paz del mundo sino por la paz que solo Dios da.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Jn 14,27

Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Fil 4,7

Perseguidos, insultados, calumniados. No nos engañemos. No es posible pasar por el mundo haciendo el bien sin recibir a cambio persecución:

Por lo demás, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos
2 Tim 3,12

Señor, aleja de nosotros toda tentación de apostasía y convierte tus palabras en el monte en guía segura de nuestro proceder en esta vida.

Luis Fernando

10.06.17

Ha echado todo lo que tenía para vivir

Evangelio del sábado de la novena semana del Tiempo Ordinario:

Y él, instruyéndolos, les decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas,buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Mc 12,38-44

Al Señor no se le puede engañar. Para Él vale más una obra “pequeña” hecha con amor que la mayor de las obras sociales que se pueda uno imaginar si no está adornada por la auténtica caridad cristiana.

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