InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categorías: Papado, Benedicto XVI

2.03.13

Que sea alto, rubio y listo como el que más

¿Y cómo quiere usted que sea el próximo Papa?“. Esa es la pregunta preferida, al menos fija, de todos los periodistas cada vez que se les ha puesto por delante un cardenal en los últimos días. Y me temo que tendremos más ejemplos de aquí a que todos entre en el cónclave. Las respuestas, a decir verdad, no varían demasiado. Siempre hay matices. Unos purpurados destacan ciertos aspectos, y otros señalan determinadas características que creen necesarias. Ya solo falta que asome uno a decirnos que lo quiere alto, rubio y listo como el que más.

A mí este juego de declaraciones no me gusta nada. Los cardenales, faltaría más, tienen en mente lo que creen mejor para la Iglesia. Y es lógico que tengan su opinión sobre como ha de ser el próximo Papa. Pero eso lo deben de hablar entre ellos y no dar un espectáculo al mundo. Sobre todo dado el hecho de que los medios andan buscando un titular espectacular para llamar la atención. Que nadie dude que pronto sabremos qué tipo de Papa querían los purpurados. Bastará ver cuál es el perfil personal del elegido. Dado que son necesarios dos tercios para la elección, parece claro que sea quien sea, será lo que la gran mayoría quiere. Y la mayoría de los cardenales, no lo dudemos, lo que quiere es un Papa bien santo, que sea totalmente dócil al Cristo celestial, el único Pastor universal de la Iglesia. Que le represente fielmente ante el mundo. Sin ocultarlo, sin desfigurarlo en nada, sin resistir ni en lo mínimo la luz y la moción del Espíritu Santo.

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19.02.13

El sacerdote López Sáez ha dicho en la tele que ojalá desapareciera el papado

… y mientras Enrique de Vicente decía que “lo lógico es que se acabe el Vaticano y se acabe el papado, que no fue instituida por Jesússe oyó al sacerdote Jesús López Saez afirmar “ojalá, ojalá. De Vicente seguía hablando sosteniendo la tesis de que Cristo “nunca instituyó una Iglesia, estuvo en contra del sacerdocio profesional” y, entonces, el presbítero sentenció que eso “sería una forma de cerrar bien el segundo milenio” mientras regalaba a las cámaras una sonrisa beatífica.

Eso ocurrió en la edición 308 del programa Cuarto Milenio (ver minuto 1:23), dedicado desde sus inicios a todo lo que tiene que ver con el mundo del esoterismo, lo paranormal, la Nueva Era y demás zarandajas similares. Como cabía esperar, una de las tertulias del programa trató de la renuncia de Benedicto XVI, aderezándola con tesis de los más rimbombantes sobre el rayo que cayó en la cúpula del Vaticano ese mismo día, profecías de Malaquías y otras historias para no dormir del pasado.

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18.02.13

El modelo de Iglesia que algunos quieren ya existe, pero no en el catolicismo

Como ya ocurrió cuando murió Juan Pablo II, el progresismo eclesial aprovecha el interim entre un Papa y el siguiente para repetir las consignas que llevan proponiendo para la Iglesia desde el post-concilio. Al mismo tiempo, indican quién o quiénes de entre los cardenales es su favorito para ocupar la Sede Apostólica, la Cátedra de San Pedro. Pero, curiosamente, quieren como Papa a una persona que vaciaría de sentido el papado. En realidad lo que piden es una especie de “papa” a la ortodoxa. Un “primus inter pares” que hiciera de notario de la voluntad democrática del resto de la Iglesia. Y cuando digo del resto de la Iglesia, no me refiero solo al resto de obispos, sino también a la totalidad de los fieles.

Es decir, quieren una Iglesia que sea una especie de copia de los sistemas democráticos liberales, donde prácticamente todo sea votable, discutible, reformable, etc. Por supuesto, los pogre-eclesiales se creen representativos del sentir mayoritario de los fieles. Un ejemplo notable lo tenemos en el director de Religión Digital y columnista habitual de asuntos religiosos de El Mundo, José Manuel Vidal. En su último artículo leemos:

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15.02.13

¿En la antesala de un cisma?

Aunque uno de nuestros cavernícolas de referencia ha mostrado ya su parecer ante las graves cuestiones suscitadas por una luminaria de la información religiosa, creo oportuno compartir con nuestros lectores las siguientes consideraciones.

Dice el lucero matutino de RD:

Tras su renuncia, Celestino V (y de eso hace más de siete siglos) regresó a su vida de ermitaño, aunque algunas leyendas apuntan que su sucesor, Bonifacio VIII, ordenó su captura y su ingreso en una prisión hasta su muerte. Esto no sucederá hoy…

Una vez consultado con el jefe de la Guardia Suiza, puedo asegurar que, efectivamente, no está entre sus planes acatar una orden de captura, detención y encarcelamiento de Benedicto XVI, por mucho que el futuro Papa se lo pida. “Llegado el caso, dimitiría antes que hacer algo así“, me ha dicho con voz potente y segura.

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12.02.13

Consejo a mis hermanos católicos: no os dejéis llevar por la rumorología

Supongo que es inevitable. La dimisión del Papa abre la caja de los truenos de la rumorología. La inmensa mayoría de los medios de comunicación le están buscando los tres pies al gato de las razones que ha dado el Santo Padre para presentar su renuncia. Unos directamente niegan que el Papa haya dicho la verdad. Otros apuntan a que no ha dicho todo. Y los de más allá bucean en los últimos años de este papado buscando claves que nos ayuden a entender por qué un anciano de 85 años nos cuenta que su vigor físico ha disminuido tanto que, en conciencia, no se siente capacitado para desarrollar el ministerio al que Dios le ha llamado. Me gustaría saber cuántas personas en el mundo serían capaces de desarrollar a esa edad una tarea tan agotadora.

Habrá quien diga que han habido papas más ancianos. Cierto. León XIII, sin ir más lejos, falleció a los 93 años de edad. Pero es que hasta hace bien poco, los papas se pasaban todo su pontificado en Roma, sin apenas salir fuera del Vaticano. Pablo VI ya hizo viajes al extranjero y no hace falta que explique lo que hizo el Beato Juan Pablo II. Benedicto XVI, sin llegar a viajar tanto como su antecesor, se ha pateado medio mundo, con la particularidad de que era bastante más anciano que el papa polaco. En otras palabras, las exigencias “físicas” para un Papa del siglo XXI son bastante más elevadas que para uno del siglo XIX. ¿Significa eso que a partir de ahora todos los papas van a retirarse cuando se vean muy mayores y cansados? Pues solo Dios sabe. Cada uno tendrá que hacer lo mismo que ha hecho Benedicto. Es decir, examinar su conciencia delante de Dios y tomar la decisión que crean mejor para la Iglesia.

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