InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Evangelio

15.07.17

No tengáis miedo

Evangelio del sábado de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a sus apóstoles:
No está el discípulo por encima del Maestro, ni el siervo por encima de su Señor. Al discípulo le basta llegar a ser como su maestro, y al siervo como su Señor. Si al amo de la casa le han llamado Beelzebul, cuánto más a los de su misma casa. 
No les tengáis miedo, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. ¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos. 
A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Mat 10,24-33

No tengamos miedo. Aunque nos insulten, aunque nos denigren, incluso aunque nos torturen y maten, no tengamos miedo. Podrán convertir nuestros cuerpos en despojos humanos pero el alma… el alma tiene como dueño al Señor, y ahí no tienen poder alguno. 

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14.07.17

Seréis odiados por todos a causa de mi nombre

Evangelio del viernes de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario:

Jesús dijo a sus discípulos:
Mirad que yo os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero ¡cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. En verdad os digo que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.
Mt 10,16-23

En medio de lobos se encuentran quienes por gracia predican el verdadero evangelio de Cristo y no una versión falsa, adulterada y aguada del mismo. 

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13.07.17

Gratis habéis recibido, dad gratis

Evangelio del jueves de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario.

Jesús dijo a sus apóstoles:
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento.
Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies. En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquella ciudad.
Mat 10,7-15

El evangelio es un regalo que Dios nos concede. Y no solo para que nos lo quedemos sino para que a su vez seamos instrumentos de su donación a otros. 

En cuanto que don, no se impone. Se propone. Quien lo recibe, obtendrá la paz de Dios. Mas quien lo rechaza, recibirá un castigo imponente. El Señor indica que será peor que el que recibieron Sodoma y Gomorra, de quien no quedó piedra sobre piedra. Y será peor por una sencilla razón. Será un castigo eterno, sin fin. De hecho, sobre pocas cosas insiste tanto el Salvador como acerca del peligro de la condenación y su condición de interminable. Quien esconde esa enseñanza de Cristo niega el Evangelio.

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12.07.17

Id primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel

Evangelio del miércoles de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario:

Habiendo llamado Jesús a sus doce discípulos, les dio potestad para expulsar a los espíritus impuros y para curar todas las enfermedades y dolencias. Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el que le entregó.
A estos doce los envió Jesús, después de darles estas instrucciones: -No vayáis a tierra de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; sino id primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel.  Id y predicad: «El Reino de los Cielos está cerca».
Mt 10,1-7

Lo primero que llama la atención de este pasaje es un detalle de la lista de los apóstoles. Dice “primero Simón, llamado Pedro". Y el término que se traduce como primero es “protos", que no significa necesariamente primero en orden sino todo esto:

Primero (en tiempo, lugar, orden o importancia): - antes, principio, mejor, jefe, anterior.

Bien, Pedro no fue el primero en orden o lugar en ser llamado por Cristo. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

El Señor manda a sus apóstoles a predicar a todo Israel. Y les pide expresamente que no vayan fuera de la Tierra Prometida ni prediquen siguiera donde los samaritanos. Su prioridad era el pueblo que Él se eligió, que Él sacó de Egipto, del que Él era el Mesías. 

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3.07.17

No seas incrédulo sino creyente

Evangelio en la Fiesta de Santo Tomás Apóstol:

Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: -¡Hemos visto al Señor!
Pero él les respondió: -Si no le veo en las manos la marca de los clavos, y no meto mi dedo en esa marca de los clavos y meto mi mano en el costado, no creeré
A los ocho días, estaban otra vez dentro sus discípulos y Tomás con ellos. Aunque estaban las puertas cerradas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo: -La paz esté con vosotros. 
Después le dijo a Tomás: -Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. 
Respondió Tomás y le dijo: -¡Señor mío y Dios mío! 
Jesús contestó: -Porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto hayan creído.
Jn 20,24-29

El apóstol Tomás había estado tres años al lado del Señor. Le había visto resucitar muertos, dar la vista a ciegos, expulsar demonios, hacer andar a paralíticos, etc. Y sin embargo, no era capaz de creer que Cristo había resucitado.

¿Cuántas veces no nos ha pasado algo parecido? Hemos visto cómo el Señor ha obrado en nuestras vidas, cómo nos ha sacado de problemas en los que nos metimos nosotros solos o nos metieron otros. Le hemos rezado, implorado, adorado, recibido en la Eucaristía. Y sin embargo, cuando un día nuestra fe es puesta a prueba, dudamos.

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