InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Ecumenismo

19.01.11

Que sean uno

En muchas ocasiones he escrito acerca de las dificultades, en mi opinión insuperables, para que se produzca una unión total entre todos los cristianos. Mientras que cabe la posibilidad de que la misma se dé entre católicos y ortodoxos, es imposible que los protestantes evangélicos concurran en masa hacia dicho fin. Como mucho se puede esperar que algunas denominaciones protestantes -sobre todo anglicanos y luteranos- caminen hacia esa meta, pero para ello tendrían que abandonar la deriva teológica liberal en la que están inmersas. Pero quien conoce el protestantismo sabe que su propia esencia hace imposible que la totalidad de los evangélicos -ni siquiera una mayoría cualificada- compartan la misma Eucaristía con católicos y ortodoxos. No es una cuestión de que existan dificultades doctrinales. Es que ni siquiera compartimos la misma fuente de la Revelación. Nosotros Biblia y Tradición, ellos sólo Biblia. Es más, ni siquiera tenemos la misma Biblia. La nuestra y la de los ortodoxos es la misma. Contiene los deuterocanónicos. La de ellos, no. Y si entramos en la cuestión dogmática, apaga y vámonos.

¿Significa eso que hay que desistir en la tarea de buscar la unidad de todos los cristianos? ¿es el ecumenismo un error? De ninguna de las maneras. La unión fue deseada por el propio Cristo. De hecho, fue Él quien pidió al Padre que todos fuéramos uno. Si Cristo anhela nuestra unión, ¿cómo va a estar mal que nosotros la deseemos?

En el camino ecuménico se han logrado avances importantes. Para mí el principal es haber conseguido superar enfrentamientos históricos que eran fruto de una época en la que los cristianos dirimían sus enfrentamientos a sangre y fuego, y no de forma figurada sino real. Hace 2-3 siglos parecía impensable que católicos, ortodoxos y protestantes pudiéramos rezar juntos ni siquiera el padrenuestro. Hoy rezamos juntos algo más que el padrenuestro.

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2.06.10

¿Se pasará alguna vez de las palabras a los hechos?

El Cardenal Pell, a la sazón Arzobispo de Sidney, es sin duda una de las figuras más preclaras del colegio cardenalicio. Tanto, que es uno de los que más suena para sustituir al Cardenal Re al frente del dicasterio que se encarga, entre otras cosas, de presentar al Papa los candidatos para ser obispos en las diócesis de todo el mundo. Quiéralo Dios y quiéralo Benedicto XVI. Tendríamos asegurados buenos nombramientos episcopales durante muchos años.

Con motivo de la implantación del nuevo misal en inglés, que sirve para corregir una serie de imperfecciones en los textos vigentes hasta ahora, el prelado australiano ha escrito un artículo en el que se despacha a gusto. Me ha llamado poderosamente la atención el siguiente párrafo:

A medida que las iglesias protestantes se tambalean hacia la izquierda, ordenando mujeres al episcopado y a homosexuales, y cuestionando doctrinas siempre sostenidas sobre la Resurrección, el nacimiento virginal y la salvación, el Papa Benedicto XVI y la jerarquía católica están convencidos de que unas liturgias más ricas, más reverentes, son esenciales para el fortalecimiento de la fe y la práctica religiosa.

El cardenal está pensando en las iglesias protestantes con una rama liberal importante y no en las evangélicas, que no sólo no se inclinan hacia la izquierda sino más bien hacia el lado opuesto. Piensa, por ejemplo, en la iglesia anglicana y la luterana. Efectivamente, ambas están de capa caída y van camino de la hediondez espiritual más profunda. Por cierto, ¿por qué no repara el cardenal en que, precisamente, es con esas iglesias degeneradas con quienes más activo está el diálogo ecuménico? ¿Eso no nos dice nada? ¿No es un dato relevante?

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12.04.10

¿Nuevos dogmas marianos?

Al menos dos prelados asiáticos, Monseñor Ramón Argüelles obispo de diócesis filipina de Lipa y Monseñor Malayappan Chinnappa arzobispo Madras-Mylapore en la India, han asegurado que la promulgación de nuevos dogmas marianos ayudaría en la evangelización de Asia. El arzobispo cree que el reconocimiento de la función de María en el plan de Dios para redimir al mundo junto a Cristo “favorecería el diálogo interreligioso y la sana evangelización“. También ayudaría al ecumenismo, al aclarar que María tuvo una función subordinada, aunque especial, con Jesús y que “los católicos no adoran a María, sino que la veneran a la luz de su cooperación única con el Señor“.

Permítaseme analizar esta cuestión desde una cuádruple perspectiva: la ecuménica, la del diálogo interreligioso, la relacionada con la evangelización de Asia y la meramente doctrinal.

Nuevos dogmas marianos y ecumenismo

Ni al que asó la manteca se le puede ocurrir que la promulgación de nuevos dogmas ayudará al ecumenismo. Vamos a ser muy claros. En relación con los protestantes, los actuales dogmas marianos son ya un muro infranqueable para llegar a una unión eclesial efectiva. La mayoría de los protestantes no aceptan, ni aceptarán el dogma de la virginidad perpetua de María -curiosamente aceptado por Lutero, Calvino y Zwinglio-, ni el de la Inmaculada Concepción, ni el de la Asunción. Por tanto, muchísimo menos aceptarían un posible dogma que declarara a María como corredentora. Y menos aún el de María como mediadora de todas las gracias. De hecho, la promulgación de esos dogmas no sólo no ayudaría a que los protestantes entendieran que los católicos no adoramos a María, sino que les llevaría a ratificarse exactamente en lo contrario.

En relación con los ortodoxos, la cosa es diferente pero no menos peliaguda. Por ejemplo, los ortodoxos celebran la Fiesta de la Dormición de María. Es decir, creen en la doctrina de la Asunción aunque no la tienen catalogada como dogma. No creo que tuvieran el más mínimo problema en aceptar que María es corredentora aunque tengo mis dudas de cuál sería su postura sobre la doctrina de María como mediadora de todas las gracias. Pero los ortodoxos verían mal que el Papa hiciera uso de su autoridad apostólica para proponer nuevos dogmas. Si la Iglesia Católica promulga cualquier nuevo dogma sin tener en cuenta a los ortodoxos, éstos lo tomarán probablemente como una afrenta al diálogo ecuménico.

Y me temo que quien diga lo contrario, no conoce bien ni a protestantes ni a ortodoxos. Al menos a los primeros yo sí les conozco bien. Fui uno de ellos y sé perfectamente lo que piensan sobre estos temas y por qué lo piensan.

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19.01.10

Mi modestísima contribución al ecumenismo

El Papa ha vuelto a decir que el compromiso de la Iglesia Católica con el ecumenismo es irrenunciable. Benedicto XVI ha augurado que “el texto resultante del diálogo contribuirá positivamente al camino que conduce a la recomposición de nuestra unidad perdida“. Y yo estoy de acuerdo. De hecho, me he puesto manos a la obra. Ayer recibí el siguiente email de un protestante evangélico chileno con quien mantuve un “diálogo” interesante en junio del año pasado y que, meses después, parece que quiere volver a dialogar. Reproduzco el intercambio de emails.

Tanto tiempo, estimado.

¿Qué me puede decir en cuanto a Romamos 11:20-21?

Saludos desde Chile,

t

Mi respuesta:

Le puedo decir que son dos versículos de la Biblia. Curiosamente contrarios a la idea mayoritariamente entre los protestantes de que “una vez salvo, siempre salvo".

Saludos desde España,
LF

Réplica del chileno:

Hahahaha. Pues muy buena la respuesta :)

En realidad no entiendo bien eso de “una vez salvo, siempre salvo". Pero sí puedo decir que no creo que la salvación se pierda (Juan 6:65; 10:28), aunque eso no quiere decir que por el hecho de cumplir con ciertos ritos uno se asegura la salvación (como por ejemplo, una ‘oración de entrega a Dios’ o de ‘aceptar a Cristo en el corazón’). Hay muchos que creen que son cristianos porque han hecho estas cosas, pero sus vidas reflejan que realmente no conocen ni aman a Dios, es decir, que no han sido regenerados.

Bueno, le mandé esos versículos porque me pareció interesante el texto a continuación (lo vi en un Twitter):

The Church of Rome teaches that she cannot apostatize. But Paul says different (Rom. 11:20-21). . . to the Church of Rome.

t

Ante lo cual, le contesté:

Sí, bueno, el caso es que nunca se dijo que las puertas del Hades no prevalecerían contra Israel, ni que fuera la columna y baluarte de la verdad, ni la plenitud de Cristo. De la Iglesia sí.
Lo cual no quiere decir que muchos de sus miembros puedan ser desgajados del árbol de la vida. Pero la Iglesia, como tal, imposible.

Y sí, se puede ser salvo (estar en el árbol) y dejar de serlo. Lo dice la Escritura en ese pasaje de romanos. Entre otros.

LF

El bueno de “t", insistió:

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27.10.09

La monseñora divorciada

Para los que no conocen bien en qué consiste el protestantismo, quizás resulte sorprendente la noticia de que una “obispa” luterana divorciada puede convertirse en la presidenta del Consejo de Iglesias Evangélicas Alemanas. Para mí no. Una de las peculiaridades de ese movimiento que comenzó con Lutero -aunque hubo precursores- es que tiene como fundamento básico el libre examen de las Escrituras. Los apologetas evangélicos podrán disfrazar dicho fundamento de mil y una maneras pero en la práctica consiste en que cada cual puede interpretar la Biblia como le venga en gana. El mismísimo Lutero se dio cuenta del monstruo que había creado y llegó a escribir lo siguiente: “Hay tantas sectas y opiniones como cabezas. Este niega el bautismo; el de más allá cree que hay otro mundo en el nuestro y el día del juicio. Unos dicen que Jesucristo no es Dios; otros dicen lo que se les antoja. No hay palurdo ni patán que no considere inspiración del cielo lo que no es más que sueño y alucinación suya” (Grisar, Lutero). O sea, el “reformador” alemán hizo de pirómano sorprendido al ver que el incendio que había provocado era ciertamente destructivo. Al liberarse del “yugo papista", se encontraron con el yugo del desmadre doctrinal y la división eclesial.

Con el paso del tiempo, lo que había empezado por una rebelión contra la autoridad de la Iglesia, cuyos pastores ciertamente ayudaron a que tal desastre ocurriera, se convirtió en una rebelión contra la autoridad de la Palabra de Dios, que para los protestantes es únicamente la Escritura (sola scriptura), ya que rechazan la Tradición como parte del depósito de la fe. El protestantismo liberal llevó el libre examen hasta sus últimas consecuencias, de tal forma que se convirtió en un “acepto lo que me da la gana de la Biblia, cuya inerrancia e infalibilidad niego". Por supuesto, gran parte de los protestantes, los llamados evangélicos -aunque la terminología en Alemania varía algo-, no dieron ese paso y se conformaron con seguir su propia tradición “eclesial” de ir dividiéndose en multitud de denominaciones que se diferencian unas de otras en doctrinas ciertamente importantes (predestinación, bautismo, etc), sobre las que son absolutamente incapaces de ponerse de acuerdo. En algunas de esas denominaciones conviven diversas tendencias. El caso más claro lo tenemos en el anglicanismo, donde, al menos hasta ahora, tan pronto ordenan obispo a un hombre que comparte vida y lecho con otro señor como aparecen un grupo importante de obispos africanos diciendo que eso es una barbaridad. Cuando no hay autoridad eclesial, vale todo.

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