InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Diciembre 2018

26.12.18

La humanidad está dividida en dos

En el evangelio de ayer, escuchamos:

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Jn 1,9-13

La humanidad está radicalmente dividida en dos: aquellos que creen en Cristo y han sido bautizados y aquellos que no. Unos son hijos de Dios -en el sentido de filiación sobrenatural-, otros no. Los que no creen en Cristo son solo hijos del primer Adán. Los que creen son hijos de Dios en el segundo Adán, que es Cristo (1 Cor 15,45) (*). De ahí la absoluta necesidad de predicar el evangelio a todos los hombres. 

Entre los hijos de Dios también se puede establecer una división. Los que viven en pecado y los que viven en gracia. Se entiende que vivir en pecado no es pecar ocasionalmente, cosa que todos hacemos, sino pecar gravemente a conciencia -pecado mortal- y sin intención de arrepentirse y cambiar de vida. Si mueren en ese estado, aun siendo hijos de Dios su condenación es segura e incluso se puede decir que su situación será peor que la de aquellos que nunca creyeron porque nadie les predicó el evangelio.

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4.12.18

Los consejos del P. Fortea para las homilías

La buena gente de ACI Prensa ha tenido la feliz idea de recuperar para este Adviento un artículo del P. José Antonio Fortea, escrito en noviembre del 2017. Este famoso sacerdote español tuvo a bien dar unas pautas para predicar buenas homilías. Aunque no existe el peligro de que yo predique homilía alguna en lo que me queda de vida, sí que soy y seré testigo de muchas de ellas, con lo cual el tema me interesa.

Antes de analizar lo indicado por el sacerdote oscense -aunque incardinado en Alcalá de Henares- creo importante señalar el hecho de que multitud de fieles solo reciben cierta formación espiritural, doctrinal y moral a través precisamente de las homilías. No abundan los que se leen documentos magisteriales, ni los que leen habitualmente la Biblia, escritos de los santos, etc. Tampoco hay multitudes de fieles en las escasas parroquias que tienen un catecumenado para adultos. 

Dicho eso, vamos con el “decálogo” para una buena homilía de D. José Antonio:

-Predicar lo más posible acerca de Dios.

Elemental, querido Watson, que diría Sherlock Holmes. Pero por muy elemental que parezca, hoy parece estar de moda hablar de la solidaridad, de los pobres, del cambio climático, de los que mueren intentando buscar una mejor vida… sin mencionar a Dios para nada. El segundo mandamiento “amarás al prójimo como a ti mismo” está a la orden del día, pero el primero brilla por su ausencia. Como si todo el mal que existe en el mundo se pudiera arreglar sin nombrar al Creador. Hace bien el P. Fortea en dar ese consejo.

-Fijarse siempre en lo positivo. Exponer la belleza del Bien en todas sus formas.

Dependiendo de las lecturas del día o de las situaciones particulares o generales que el sacerdote quiera mencionar, no es fácil seguir siempre ese consejo. Pero sí, es cosa recomendable que todo sermón deje lugar a la esperanza cristiana, a la belleza del mensaje de salvación, a la seguridad de que "todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio” (Rom 8,28).

-Evitar hablar del pecado, del castigo, del mal.

Reconozco que me he quedajo ojiplático al leer ese consejo. “No, no puede ser", me he dicho. Pero es. No dice algo tipo “no hable constantemente del pecado, del castigo, del mal", sino “evitar” hablar de esas cosas. Y digo yo, ¿cómo va nadie a plantearse dejar de vivir en pecado, abandonar el mal que le aleja de Dios, si no se le predica al respecto? Es más, ¿qué fue lo que dijo Cristo que haría el Espíritu Santo cuando viniera tras su partida?:

Y cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Jn 16,8

¿Es consciente el P. Fortea que lo que propone es exactamente llevar la contraria, ni más ni menos que en la tarea homilética, a la labor del Espíritu Santo?

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3.12.18

El fin de una era en Andalucía

Lo que ocurrió ayer en Andalucía fue algo realmente histórico. O sea, de esos acontecimientos que acaban apareciendo en los libros de historia al cabo de mucho tiempo. El PSOE, solo o acompañado,  ha gobernado esta tierra durante los últimos 36 años. Ayer volvió a ganar las elecciones pero si suma sus diputados a los de la extrema izquierda de Podemos (Adelante Andalucía), no supera a los que suman las formaciones a su derecha (PP, Cs, VOX):

Más allá de los tiras y aflojas sobre si el nuevo presidente andaluz será del PP o de Ciudadanos, parece evidente que el PSOE va a pasar a la oposición por primera vez desde la llegada de la democracia a esta región española. 

Eso, por sí solo, hace que la jornada de ayer sea de las que marcan época. Pero el factor decisivo para que tal cosa ocurriera tiene un nombre, unas siglas: VOX. 

Sobre el partido de Santiago Abascal ya me pronuncié hace unas semanas, aunque aquel post mío era más un análisis del sistema democrático liberal -instrumento de iniquidad- que de VOX.

El propio Abascal no esconde su condición de liberal. Esto escribió en su cuenta de Twitter el pasado 21 de noviembre:

Reivindicar al mismo tiempo la monarquía católica tradicional y las Cortes de Cádiz es como reivindicar a la vez a Cristo y al Gran Arquitecto masón, pero no escribo este post para polemizar otra vez sobre la incompatibilidad entre liberalismo y tradicionalismo católico. 

El mismo hecho de que VOX sea un parido liberal conservador es suficiente para descartar que se le pueda aplicar el epíteto de ultra-derecha. No verán ustedes a un solo dirigente de VOX añorando el franquismo ni citando a José Antonio Primo de Rivera. No les verán cantando el Oriamendi ni acabando sus mítines con un “¡Viva Cristo Rey!".

De hecho, si así lo hicieran, sería imposible que obtuvieran el resultado que han obtenido. Al catolicismo social conservador de este país -y del resto del mundo- llevan medio siglo inoculándole la idea de que la unidad católica de España es cosa poco menos que detestable; que la soberanía real y efectiva en una nación cristiana -esta lo era- es la del pueblo y no la de Cristo; y que lo lógico y lo normal es que, si así lo marcan las mayorías que salen de las urnas, las leyes que emanan del Parlamento y el Senado pueden ir en contra de la ley natural y la ley divina. Conclusión: no existe voto auténticamente católico en este país.

Aun siendo VOX parte del sistema, es claro que supone un reajuste del mismo. La derecha conservadora social ya no está “secuestrada” por un solo partido, el PP. Ahora puede votar al PP, a Ciudadanos -más a la izquierda- y a VOX -más a la derecha-. Tal abanico de posibilidades hacer que el votante consevador que se hartó del PP no se quede en casa, sino que salga a votar a una de las otras dos opciones. Eso, como acaba de ocurrir en Andalucía, cubre de sobra el posible déficit de representación parlamentaria, por la atomización del voto, que emana del sistema D´Hont vigente en España. La teoría del voto útil ha saltado hecha pedazos.

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