Xi Jinping y Hillary Clinton, mismo perro, distinto collar
Xi Jinping, presidente de gobierno de China:
Las religiones en China, ha sentenciado deben ser «chinas» y libres de cualquier «influencia extranjera», integrarse en la «sociedad socialista» y bajo la dirección del Partido Comunista deben «servir al desarrollo de la nación.» «Es necesario un esfuerzo activo para incorporar la religión en la sociedad socialista».
Hillary Clinton, ex-secretaria de Estado y posible candidata por el partido demócrata a la presidencia de EE.UU:
«Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales».
El chino dirige, mientras su partido quiera, la mayor y más longeva dictadura del planeta. La estadounidense aspira a dirigir, y tiene bastantes posibilidades de lograrlo, la más importante democracia -siquiera sea por población- de la tierra. Pero son la misma cosa. Sirven al mismo señor, al que Cristo llamó príncipe de este mundo. Pretenden hacer lo mismo con todo aquello que huela a religión.
El dictador y la “demócrata” son hoy lo que era el imperio romano cuando apareció el cristianismo. Aceptaba, más o menos, la existencia de religiones siempre que no interfirieran en sus planes. Cuando el Reino de Dios interfería en sus planes, dirigían sus magistrados, sus legiones y todo su poder contra el mismo.