Hay que solucionar lo de los funerales de Estado
Cada vez que en España hay una desgracia con muchas víctimas, sea en forma de atentado, de accidente o de catástrofe natural, se produce la misma polémica. No se sabe bien quién decide que se celebre un funeral de estado. Y se encarga del mismo a un obispo o cardenal católico. Como el prelado de turno sabe que para que la Iglesia considere algo como auténtico funeral, tiene que celebrarse una Misa -si no, será otra cosa-, los laicistas y miembros de otras confesiones ponen el grito en el cielo y apelan a la aconfesionalidad del estado.
Todo esto se solucionaría de una forma muy fácil. Si el Estado, o cualquiera de sus instituciones, lo cual incluye las comunidades autónomas, quiere celebrar funerales aconfesionales o pluriconfesionales, que se utilicen para tal fin espacios públicos. Puede valer un pabellón deportivo, un estadio de fútbol, o incluso un parque con explanada suficiente para acoger a mucha gente. A ese funeral “civil” se puede invitar a todas las confesiones religiosas del país, sí así se estima oportuno.