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5.01.15

Silvano, desde Athos (II)

Segundo post de la selección de textos de la obra de Silvano (s. XX), un monje del Monte Athos, el centro de espiritualidad monástica ortodoxa más importante del mundo:

El Señor nos ha dado el Espíritu Santo, y hemos conocido al Señor y olvidado la tierra en los gozos del Amor de Cristo. Aquel que ha gustado de este Amor de Dios inefablemente dulce, ya no puede soñar con las cosas de la tierra; se siente atraído sin cesar por este Amor. Pero nosotros lo perdemos por nuestro orgullo y vanidad, por nuestras enemistades y juicios hacia nuestros hermanos; lo abandonamos por nuestros pensamientos de codicia y nuestra propensión hacia la tierra. Entonces la Gracia nos abandona, y el alma turbada y deprimida desea a Dios y lo llama, como Adán expulsado del Paraíso. ¡Mi alma languidece y te busco con lágrimas; mira mi aflicción, ilumina mis tinieblas para que mi alma esté en el Gozo! ¡Señor dame tu humildad, para que tu amor esté en mí y para que tu temor viva en mí! 

El Espíritu Santo nos hace parientes de Dios. Si sientes en ti la paz divina y el amor universal, tu alma es ya semejante a Dios. 

El Señor nos manda amarlo con todo nuestro corazón y todas nuestras fuerzas. Pero, ¿cómo podemos amar a Aquel a quien jamás hemos visto? ¿Y cómo se aprende tal amor? Nosotros conocemos al Señor por su acción en el alma; ella sabe quien es el huésped que entra en ella; y cuando el Señor está nuevamente en la sombra, he aquí que lo desea y lo busca llorando: ¿Dónde estás, mi Luz y mi Alegría? El perfume de tu paso ha quedado en mi alma, y yo tengo sed de Ti. Mi corazón está desalentado y nada me da alegría. Yo te he entristecido y Tú te has ocultado de mí. 

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