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26.11.14

Nosotros los cristianos somos ya luz


Entre las muchas tentaciones que pueden amenazar, de caer en ellas, la salud espiritual de un cristiano, figuran dos que pueden parecer antagónicas, pero que parten de un mismo error: no conocer el papel de la gracia.

Es muy peligroso confiar en las propias fuerzas para alcanzar la santidad. Además de peligroso, es inútil. Sencilla y llanamente, no se puede.

También es muy peligroso creer esa mentira de que “Dios sabe que no puedo cambiar y me acepta como soy porque Él es amor y acoge a todos".

Sí, Dios quiere que tengamos parte en nuestro camino a la santidad. Sí, Dios nos acepta y nos ama en nuestra situación actual. Pero tanto en un caso como en el otro, Él tiene el mando. Lo tiene para santificarnos, lo tiene para librarnos de nuestra condición. Su paciencia es cuasi infinita, pero no nos ha dado el Espíritu Santo para que nos quedemos como estamos, en nuestra incapacidad para mejorar o en nuestra comodidad ante una situación pecaminosa, sino para obrar en nosotros el arrepentimiento y hacer eficaz el propósito de enmieda.

Enseña San Pablo:

Sed, en fin, imitadores de Dios, como hijos amados,  y vivid en caridad, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio a Dios en olor suave.

Efe 5,1-2

¿Cómo puedo ser imitador de Dios?, se preguntarán muchos. Siendo Él tan santo, tan perfecto, tan “inalcanzable", ¿qué puedo hacer yo, pequeño, con defectos y pecados, débil? Pues bien, nadie desespere. Explica San Agustín:

Nosotros los cristianos, en comparación con los infieles, somos ya luz, como dice el Apóstol: Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz. Y en otro lugar dice: La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos la armadura de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.

(San Agustín, Tratado sobre el evangelio de San Juan, 35-8-9)

Y leemos en el libro de Proverbios:

Mas la senda de los justos es como luz de aurora, que va en aumento hasta ser pleno día.

Prov 4,18

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