InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Octubre 2014, 30

30.10.14

¿De verdad pensáis que la cultura de la muerte no trae consecuencias?

Yo contesté: ¿Quién eres, Señor? El Señor me dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate y ponte en pie, pues para esto me he aparecido a ti, para hacerte ministro y testigo de lo que has visto y de lo que te mostraré aún,  librándote de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío para que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, y reciban la remisión de los pecados y la herencia entre los santificados por la fe en mí.

(Hech 26-15-18)

… para no ser víctimas de los ardides de Satanás, ya que no ignoramos sus propósitos.

(2ª Cor 2,11)

Satanás, de quien el Papa acaba de decir que lejos de ser un mito, es un ser real contra el que los cristianos debemos luchar y al que debemos y podemos vencer -ya lo hizo Cristo en la cruz-, tiene mil y una maneras de lograr que los hombres no redimidos sirvan a sus propósitos. El odio que tiene el ángel caído al ser humano viene seguramente del hecho de que Dios decidió hacerse hombre para salvarnos. Una salvación que para él y sus ángeles está vedada. 

Una de las definiciones más adecuadas sobre el diablo es su condición de padre de la mentira. No hay nada verdadero en él. Su naturaleza se corrompió tanto que es incapaz de producir algo bueno y verdadero. Engañó a los primeros padres y engaña a todos los que, consciente o incosncientemente, son esclavos del pecado. 

Sin embargo, el hombre caído es lo suficientemente malvado como para no necesitar siempre de Satanás a la hora de hacer el mal. Es decir, no todo lo malo que procede del hombre tiene como origen inmediato la acción de los ángeles caídos.

Aun así, creo que la cultura de la muerte en la que estamos sumidos en Occidente es obra directa del enemigo de nuestras almas. El aborto es sin duda el banderín de enganche de las hordas infernales. No hay nada más perverso que una madre matando a sus hijos y una sociedad empeñada en considerar tal cosa como un derecho. Esa misma sociedad a veces empuja a la mujer a deshacerse de la vida que late en su seno.

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