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12.07.14

Un cristianismo más falso que el beso de Judas

Existe un tipo de cristiano que ama la tibieza, que no aprecia el papel pedagógico de la ley de Dios y las leyes que la Iglesia da a los fieles, que gusta de hacer lo mismo que Satanás. Es decir, cita la Escritura para que encaje con sus ideas propias, llegando incluso a ser tentación para los demás -Satanás lo intentó con el mismísimo Cristo-. Y si lo hacen con la Escritura, también con el Magisterio. La táctica es la misma.

Por ejemplo, cuando alguien dice que eso de ser santo se lleva mal con vivir en adulterio o en cualquier otro pecado mortal, y que para saber lo que está mal o está bien conviene, y mucho, acudir a la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, nos salen con el siguiente pasaje del evangelio.

Caminando El a través de las mieses en día de sábado, sus discípulos, mientras iban, comenzaron a arrancar espigas. Los fariseos le dijeron: Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido?
Y les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los suyos? ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo el pontífice Abiatar, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio asimismo a los suyos?
Y añadió: El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y dueño del sábado es el Hijo del hombre.
(Marcos 2,23-28)

Ese pasaje queda complementado perfectamente por estos otros relatos evangélicos:

Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el sábadole sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.
(Marcos 3,1-6)

Y

Habiendo entrado en casa de uno de los principales fariseos para comer en día de sábado, le estaban observando. Había delante de él un hidrópico. Y tomando Jesús la palabra, habló a los doctores de la Ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado o no?
Ellos guardaron silencio. Y, asiéndole, le curó y le despidió, y les dijo: ¿Quién de vosotros, si su hijo o su asno cayere en un pozo, no le saca al instante en día de sábado?
Y no podían replicar a esto.
(Lucas 14,1-6)

Es evidente que Cristo no tenía NADA en contra de la necesidad de guardar el sábado y sí mucho contra una interpretación torticera de dicho mandamiento.

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