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1.07.14

Comentarios sobre el Instrumentum Laboris (III)

Tercera parte de la serie sobre el “Instrumentum laboris”. Recuerdo de nuevo que el texto es más una descripción de la realidad que un manual de soluciones, aunque ciertamente se ofrecen algunas indicaciones que conviene tener en cuenta.

Llegamos al Capítulo IV “La familia y la vocación de la persona en Cristo":

31 … la gran mayoría de las respuestas afirma que la familia puede ser ese lugar privilegiado, dejando entender —y a veces constatando explícitamente— que existe una distancia preocupante entre la familia en las formas como se la conoce hoy y la enseñanza de la Iglesia al respecto. La familia se encuentra objetivamente en un momento muy difícil, con realidades, historias y sufrimientos complejos, que requieren una mirada compasiva y comprensiva.

La Iglesia va por un lado y el mundo por otro. Y dentro de la Iglesia, hay familias que viven más según las formas y maneras del mundo que lo indicado por la Iglesia. Como quiera que convivimos todos bajo el mismo cielo, es evidente que se producirá un contraste cada vez más acusado entre el modelo de la familia cristiana, que va camino de ser minoritario en muchos países, y el resto.

Tampoco esto es nuevo. Cuando el cristianismo se extendió por el mundo pagano, se encontró modelos familiares muy diversos. Desde la poligamia hasta el fenómeno de la división de familias de esclavos, que sin duda suponía un drama espantoso. La moral sexual entonces era bastante laxa, tal y como atestigua San Pablo. La mirada compasiva y comprensiva que propuso el apóstol no fue otra que la de evangelizar y sacar a esas familias del pecado.

34.. Las familias no son sólo una entidad que el Estado debe proteger, sino que deben recuperar su papel como sujetos sociales. En este contexto, son numerosos los desafíos para las familias: la relación entre la familia y el mundo del trabajo, entre la familia y la educación, entre la familia y la salud; la capacidad de unir entre ellas a las generaciones, a fin de que jóvenes y ancianos no sean abandonados; el desarrollo de un derecho de familia que tenga en cuenta de sus específicas relaciones; la promoción de leyes justas, como las que garantizan la defensa de la vida humana desde su concepción y las que promueven la bondad social del matrimonio auténtico entre el hombre y la mujer.

Todo eso está muy bien, y por pedir que no quede, pero las leyes las hacen aquellos a quienes votamos y no parece que entre sus prioridades figure la promoción de esas leyes justas. Más bien lo contrario.

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