Señor, si quieres, puedes limpiarme

Evangelio del viernes de la duodécima semana del Tiempo Ordinario:

Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Y enseguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Mt 8,1-4

¿Cómo no pedir a Dios que nos dé la fe de ese leproso que se acercó a Cristo en la absoluta confianza de que podía sanar su enfermedad?

Una enfermedad que no solo mataba el cuerpo sino el ánimo. El leproso era rechazado por todos. Debía anunciar su presencia para que nadie se le acercara.

Y si embargo, hay una lepra mayor que la física. El pecado. Pero si el Señor fue capaz de limpiar de lepra a ese hombre, ¿qué no hará si le pedimos que nos limpie de todo pecado?

¿Acaso hay alguna tendencia pecaminosa que no pueda sucumbir al poder de Dios, a su gracia? Acerquémonos pues, al trono de gracia. Arrodillémonos ante Cristo y pidámosle que nos limpie de la lepra espiritual que nos acecha.

Señor, si quieres, puedes limpiarnos de todo pecado. Que oigamos de tus labios las palabras que pronunciaste a aquel leproso lleno de fe: “Quiero, queda limpio". 

Luis Fernando

6 comentarios

  
Maria Elia Neri
Nada difícil! el problema es que somos felices pecando, el mundo nos atrapa !
01/07/17 1:01 AM
  
Almudena1
Y con entera humildad aceptar que a veces Dios no quiere.
Tres veces he pedido al Señor me libre de este aguijón, y me ha respondido: Te basta mi gracia.
El no ser atendidos en nuestras suplicas hace a veces flaquear la fe, la confianza... Pero Dios sabe más, sabe por que a unos los sana y a otros no, no siempre es cuestión del grado de fe con el que se lo pidamos.
01/07/17 12:02 PM
  
Astrea
Almudena, el aguijón no es el pecado, sino la tendencia. Esa no desaparecerá. No somos responsables de nuestras tendencias, pero sí de nuestros actos más todavía si contamos con ayuda de la Gracia.
01/07/17 4:06 PM
  
José Luis
Con qué respeto y fervor, suplicaba al Señor: «Señor, si quieres, puedes limpiarme», es lo que todos debemos aprender. Y que nosotros debemos respetar al Señor, siempre. Y el Señor nos limpia de la lepra de nuestros pecados; primero nos acercamos a Jesús, en el sagrario, suplicándole su perdón; y e aquí, que el Señor también nos habla diciendo: «preséntate al sacerdote», y cuando confesamos todos nuestros pecados, Jesús nos perdona por medio de aquel sacerdote confesor.

Debemos ser muy cuidadoso, porque cuando salimos limpios del confesionario, debemos vigilar mucho más, nuestros pensamientos, nuestros ojos, nuestros sentidos, porque el tentador con mucho disimulo, si tiene ocasión, nos vuelve a arrojar a la suciedad del pecado; con un mal pensamientos porque nos hayamos descuidados. Las miradas descaradas es como tener la puerta de casa abierta y que todo el mundo lo vea, y el mal puede colarse. Vigilar nuestra mirada, nuestro corazón, y nunca dar ocasión el enemigo infernal.

El Señor se complace en la pureza de nuestra vida, de nuestro corazón, de nuestros pensamientos.

La humildad del corazón llega a expulsar al soberbio, que es el demonio nuestro enemigo. Por eso, siempre la humildad con la ayuda de Jesús y María Santísima.
01/07/17 4:31 PM
  
Almudena1
Astrea, ¿he dicho yo que el aguijón sea el pecado?
No se que le lleva a esta identificación.
01/07/17 5:25 PM
  
Milton
Hay enfermedades del alma que debemos aprender a integrarlas a nuestra vida no tomando la lepra como pecado sino como enfermedad, porque muchas veces Dios no nos la quita por mas que oremos y le pidamos. En cuanto al pecado si nos lo quita siempre Dios por supuesto, a punta de gracia.
01/07/17 7:45 PM

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