Breves reflexiones (VIII)

Y un día me sentí velero que navegaba por donde soplaba el Espíritu Santo. Y me dije: “si sigues su rumbo nunca naufragarás, llegarás a buen puerto".

A la Dolorosa no entrego un cuerpo muerto, sino un alma redimida por su Hijo, confiando en su intercesión para mantenerme fiel.

Admira la discrección de San José. Contempla su fidelidad callada. Aprende de él a apreciar y velar el don del Verbo encarnado para tu salvación.

Santo, santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo. Y santo te quiere. Y santidad te concede. Y santidad te reclama. Y santo en su santidad serás si mueres a ti mismo para renacer en Cristo por el Espíritu Santo.

Señor, no tengas en cuenta mis pecados y fortaléceme en la fe de tu Iglesia, pues sin fe despojo soy, sin fe me derrumbo en la duda y el error, sin fe muero irremisiblemente.

Una sola palabra tuya, Señor, bastará para sanarme, para restaurar mi alma, para devolverme la vida que mi pecado enterró, para limpiarme de toda carnalidad que me aleja de ti.

¿Qué sería de mí sin tu misericordia? ¿qué sería de mi sin tu gracia? ¿qué sería de mí sin tu bondad? Mas por tu misericordia, gracia y bondad, me haces digno de entrar en tu presencia y contemplar tu Rostro.

Cuanto más años cumplo, Señor, más pequeño me siento ante ti, más necesitado de tu paternal amor, más dependiente de tus cuidados. Y sin embargo, eso es crecer en tu gracia.

Espíritu Santo, no me dejes cuando ensucio el templo de mi cuerpo en el que habitas. No te vayas ni por un momento. No permitas que lo destruya. Sé el arquitecto de mi alma.

No hay lobo ni león rugiente que ose acercarse a mí cuando estoy refugiado en tu presencia. Ojalá pudiera quedarme siempre a tu lado, en oración y adoración.

¿Qué soy yo al lado de tus mártires? ¿qué al lado de tus santos? ¿qué al lado de tantos hermanos que te sirven más fielmente? Y sin embargo, me amas y me quieres al lado de ellos, a tu lado.

Mis ojos no han visto el cielo, pero mi alma lo intuye. No permitas, Señor, que mis pecados me priven de contemplar tu Majestad.

Mis ojos no han visto el infierno, pero mi alma estuvo al borde de caer eternamente en semejante abismo. No permitas, Señor, que vuelva a estar cerca de la condenación.

Cuéntame, Señor, entre tus elegidos, pero no permitas que me crea elegido con soberbia, displicencia y vanidad.

No hay, Señor, verdadero amor propio. Hay amor a ti o no hay amor verdadero de ningún tipo. Permíteme amarte para saber amar.

Santidad y vida.

Luis Fernando Pérez

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6 comentarios

  
Horacio Castro
La gracia de Dios es su misericordia, bondad y también justicia (Romanos 5:21).
04/09/15 1:37 AM
  
Joaquín Simó Caballer
Amén. Bienaventurado el que teme al Señor y tiembla ante su Voz, que es como el rugido de un león.
04/09/15 10:10 PM
  
Japo
Luis Fernando, muchísimas gracias. Que Dios te bendiga
04/09/15 10:46 PM
  
Mariana
Luis Fernando:

Tus reflexiones me hicieron recordar la Bendición que me daba mi mamá al salir de casa:

Dios Nuestro Señor te Bendiga, te acompañe, te dé su auxilio
Tenga misericordia de ti,
Vuelva a Tí su piadoso Rostro
En virtud del dulcísimo nombre de Jesús, María y José que te acompañen.


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LF:
Gracias, Mariana.
05/09/15 3:13 AM
  
Joaquín Simó Caballer
Hablando de veleros, y oraciones de bendición, te dejo Luis Fernando la oración de las naos españolas en sus singladuras. Te lo dice uno que fue navegante de la marina española en el JS de Elcano:

"Larga trinquete
en nombre
de la Santisima Trinidad
Padre, Hijo
y Espiritu Santo.
Tres Personas
y un solo Dios
verdadero,
que sea con nosotros
y nos guarde,
que acompañe
y nos dé buen viaje
a salvamento
y nos lleve
y vuelva
a nuestras casas."
05/09/15 11:34 AM
  
Daniel Moreno
Muchísimas gracias por este post. Que el Espíritu Santo siga con usted para bien suyo y de los que seguimos sus escritos
05/09/15 3:13 PM

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