Respuestas al test de ortodoxia católica I

Test de ortodoxia I
Sobre Gracia y Libertad

Explicación de las respuestas a las preguntas. El texto es de Luca Alcalde, seminarista en Tarazona.

1) Lo único que podemos ofrecer a Dios como buenos frutos son los bienes que Él mismo nos da. De nuestra parte no tenemos nada.

Verdadero

Esto es totalmente cierto. Solo podemos ofrecer a Dios aquello que el mismo nos da hacer. San Agustín decía que «cuando coronas la obra de los santos, coronas tu propia obra». También lo dice la Santísima Virgen en el Magníficat: «desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí» (Lc 1, 49).

2) El hombre, con sus solas fuerzas naturales, no puede hacer nada para merecer la justificación. Ni aun sus oraciones son meritorias, ni sus obras buenas, ni los actos internos o externos de virtud natural.

Verdadero

El concilio de Trento, en el decreto sobre la justificación –el paso de pecador a justo, es decir, del pecado mortal u original al estado de gracia santificante-, explica que ésta es siempre gratuita. Debido a la absoluta desproporción de nuestras obras, nada podemos hacer que merezca que Dios nos dé la gracia santificante. Podemos, ciertamente, disponernos (aunque esto es también obra de una gracia actual) por medio de la oración y la penitencia… pero no merecerla. San Pablo lo dice claramente: «¿Quién le ha dado primero para que Él le devuelva?» (Rm 11, 35). Y Santo Tomás explicita que: «el hombre no puede disponerse para recibir la luz de la gracia sino mediante el auxilio de un don gratuito de Dios que le mueva interiormente» (Sth I-II 109, 6). Por tanto, ninguna obra buena hecha antes de la justificación merece la gracia santificante.

3) Para exhortar a la reforma de costumbres y a la santidad de vida, lo mejor es comenzar demostrando la fuerza y el valor de la naturaleza humana, precisando la capacidad de la misma para el bien.

Falso

Esta frase está tomada, literalmente, de Pelagio. Él consideraba que la naturaleza humana es capaz de obrar por sí misma el bien sobrenatural. Como ya dije, eso está lejos de ser cierto. Cualquier persona sabe por su propia experiencia aquello que ya decía San Pablo: «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Rm 7, 19).

Además de esto, está el hecho de que toda predicación cristiana debe partir por las raíces del árbol de la fe y de ahí ir ascendiendo por el tronco hasta las ramas. Nuestra fe se fundamenta en la Trinidad Santísima y tiene como tronco a Cristo en cuanto hombre. De estos preciosos fundamentos pende todo el resto. Estando sanos el tronco y las raíces, llegará correctamente la savia a las ramas y darán éstas flores y frutos de buenas obras.

Normalmente, una predicación que comienza por la moral y que se centra en ella es pelagiana. La verdadera predicación católica comienza mostrando al hombre que por sí mismo no puede nada y que está necesitado de un redentor. Hablará, por tanto, de los inmensos misterios de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, etc. Luego, una vez sentadas las raíces, y crecido el tronco, comenzará a ir a las ramas.

Exhortar a la reforma de costumbres hablando de la fuerza y del valor de la naturaleza humana es una farsa. Y comenzar una predicación por la moral, es querer construir la casa partiendo por el techo: eso no llegará a nada bueno.

4) El hombre por sí mismo puede cumplir todos los mandamientos de Dios. Él nos da su gracia para que con nuestra libertad podamos más fácilmente cumplir cuanto nos manda.

Falso

Afirmación también de Pelagio. Por sí mismo al hombre le es imposible cumplir todos los mandamientos, no tiene las fuerzas para ello. Nuestra naturaleza ha quedado dañada por el pecado original y, por tanto, inclinada al mal. Le resulta, pues, imposible perseverar largamente en el cumplimiento de la ley natural e imposible llegar a obedecerla toda ella. Podrá, es cierto, hacer algún bien aisladamente (un padre cuidar y alimentar a sus hijos, por ejemplo). Sin embargo, no podrá alcanzar la perfección de la virtud por sus solas fuerzas. Pensar esto es no considerar la gravedad de las consecuencias del pecado original.

Por eso, afirmar que la gracia simplemente hace que más fácilmente podamos cumplir cuanto Él nos manda es contrario a la realidad. ¡Sin la ayuda de Dios no podemos nada! Ni aun de forma dificultosa.

5) Es la fuerza de Dios la que causa siempre toda la fuerza del hombre para el bien. Es Él quien da al hombre el poder querer una obra buena salvífica y poder hacerla.

Verdadero

«Es Dios quien obra en vosotros el querer y el obrar, según su beneplácito» (Flp 2, 13). Nosotros, por nuestra cuenta, no tenemos fuerza alguna para hacer obras salvíficas. «Nadie puede decir Jesús es Señor, sino es por obra del Espíritu Santo» (1 Cor 12, 3).

6) Dios ama a todos los hombres por igual y, por lo tanto, a todos da de la misma forma su gracia. La única razón por la cual hay algunos más buenos y santos que otros es porque han respondido mejor a las exigencias de Dios.

Falso

Esto es errado por dos razones. En primer lugar, los voluntaristas suelen considerar que Dios ama a todos por igual y a todos ofrece igualmente sus gracias, de modo que es el hombre, es su generosidad y fuerza de voluntad, su respuesta generosa y valiente, su propia iniciativa, quien hace eficaz la gracia de Cristo. De esta manera, gracia y libertad se conciben no al modo católico –como dos causas subordinadas, en que la primera, divina, activa la segunda, humana-, sino como dos causas coordinadas, como dos fuerzas distintas que se unen para producir la obra buena.

En cambio, nosotros sabemos que Dios da a unos más que a otros. Nadie sería más bueno y, por tanto, más santo, si Dios no le amara más y le diera más dones (sobrenaturales). En las criaturas, el amor se produce por el bien que hay en lo amado. Así, cuando yo veo algo que es bueno, mi voluntad lo ama. Pero en Dios ocurre al revés: Él es causa de la bondad de las criaturas. Es Él quien obra el bien en su creación. Por ello, a quien más ama, más dones le comunica y su santidad es mayor. El mejor ejemplo de esto es la Santísima Virgen María, pues antes de ser concebida en el vientre materno, la Santísima Trinidad ya la había llenado de inmensos privilegios y bienes celestiales.

También puede apreciarse en la parábola de los talentos. Al leerla con detención, nos damos cuenta que el castigo que recibe quien no hizo fructificar su talento no se entiende si se refiere a habilidades naturales (tocar el piano, buen matemático, memoria prodigiosa). Es evidente que nadie puede poner en acto todos los talentos naturales que tiene en potencia, pues hay algunos que son incluso contradictorios y, en consecuencia, un talento natural no merece necesariamente el infierno, como sucede en la parábola. De esto concluimos que los talentos de que habla el Evangelio son dones sobrenaturales. Y a uno Dios le dio 5, a otro 2 y a otro 1.

El Evangelista no da ninguna causa de que esto sea así, de lo que se desprende que Dios puede hacer lo que quiera con sus bienes, dar a unos más y a otros menos. Y esto no es injusto, pues Él, en justicia, no le debe nada a nadie. Lo que da, lo hace por liberalidad, gratuitamente, no obligado por la equidad. Más aun, todo lo que nos da es infinitamente más de lo que nuestros pecados merecerían (la eterna condenación). Por ello, pretender exigir que a mí me dé igual que al prójimo no tiene razón de ser.

En todo caso, es también evidente que en el orden natural tampoco da Dios a todos por igual. Hay gente que nace con dones naturales mucho mayores que otros, y eso es evidente.

Un segundo aspecto errado de esta frase que encabeza es que Dios no nos exige, no nos pide que hagamos obras buenas, como si de nosotros dependiera su cumplimiento. Él, con su gracia, nos mueve, nos concede, no da el hacer tal o cual obra buena, cumplir sus mandatos, etc.

7) Cada vez que tomamos alguna buena iniciativa, para alguna obra buena, Dios nos secundará con su gracia para asistirnos a llevarla a buen término.

Falso

Pues no. Es todo lo contrario. Es Dios quien tiene la iniciativa y el hombre quien secunda. Por eso decía al principio que lo fundamental del voluntarismo es poner la iniciativa en el hombre y no en Dios. Esta razón hará que el voluntarista se empeñe en una u otra obra buena, sin saber con certeza si es voluntad de Dios que la haga… pues, ya que es buena, Dios dará su gracia.

Esta actitud produce una gran mediocridad espiritual. El que anda confiado en sus propias fuerzas, jamás pensará en grande. Quien confía y sabe que todo lo puede Dios en nosotros, no temerá emprender grandes acciones. Pero el voluntarista, cuidando su parte, viendo que su fuerza de voluntad es poca, entonces desistirá ante las grandes hazañas.

El cristiano procura siempre, antes de emprender nada, conocer la voluntad de Dios. Esto lo hace con cierta indiferencia, es decir, no queriendo hacer nada que no sea lo que Él quiere darle hacer.

8) La gracia de Dios es eficaz por sí misma, es decir, intrínsecamente, de tal modo que su eficacia no viene causada extrínsecamente por el acto de la voluntad humana que consiente a ella.

Verdadero

El Padre Molina proponía que Dios da su gracia y nosotros respondemos. Esta propuesta de las causas coordinadas, tan propagada, es una peste enfermiza que destruye cualquier vida espiritual. San Benito, nuestro Padre, dice en su regla que: «Cuando viere algo en sí bueno, atribúyalo a Dios, no a sí mismo» (Regla 4, 50).

Por tanto, es Dios quien obra en nosotros y con nosotros, pues Él, como causa primera, nos da el hacer una obra buena y nosotros, como causas segundas y subordinadas, cooperamos, dejándonos conducir por Él obrando libremente. No se entienda esto al modo molinista, como si, en una barca a remos, Dios remara con uno y el hombre con otro, la gracia y la libertad, de manera de que para que una obra buena se haga, ambas partes tienen que poner lo que les corresponde.

Hay que entenderlo al modo católico, al modo de la vid y los sarmientos. Dios y el hombre obran en una perfecta sinergia. Dios es la vid, nosotros los sarmientos. Por tanto, hemos de dejar que la savia de su gracia pase a través de nosotros. Lo único que viene de nosotros como causa autónoma es resistir esta gracia, pues «el que seamos obedientes y humildes a la gracia es don de la gracia misma» (Concilio de Orange II, Dz 377).

¿Suprime esto nuestra libertad? Pues claro que no. La razón es que Dios obra interiormente a nosotros, no externamente. Los hombres somos causas reales de cuanto obramos, pero siempre como causas segundas.

9) La mejor actitud para acercarse al Sacramento de la Penitencia es diciendo: “soy pecador, e inevitablemente lo seguiré siendo, pero pongo toda mi fe en Cristo, Dios me perdona, y me seguirá perdonando”.

Falso

Esta es la actitud del católico que, teniendo por irremediable su atadura al pecado –por tanto, sin verdadero arrepentimiento- va al sacramento de la penitencia buscando una justificación al estilo luterano.

El católico sabe que la gracia santificante regenera nuestra naturaleza caída, la cura, la eleva a la santidad. Por tanto, cuando se acerca al confesionario, lo hace con la certeza de que Dios quiere concederle –no se lo pide, se lo da- el dejar esos pecados. Si no cree esto, si no sabe con seguridad que la eficacia del Sacramento, las gracias que por él nos vienen, son capaces de arrancar y curar en él la herida del pecado, mejor será que se quede en su casa y “se confiese a solas con Dios”.

Podemos y debemos ser santos. Esa es la máxima vocación de todo hombre. Y para ser santos, no nos basta decir Señor, Señor, sino hacer la voluntad de Dios (Mt 7, 21). «Los demonios también creen, y sin embargo, tiemblan» (St 2, 19).

Si alguien ha concluido de esto dicho que lo necesario para salvarse es hacer buenas obras, no ha captado nada del asunto que nos ocupa. Para entrar en la vida eterna, es necesaria la gracia santificante solamente. Esta es la razón por la cual un niño recién nacido, que no ha hecho obra alguna, pueda salvarse si se bautiza. Pero esta gracia santificante fructifica en obras buenas y meritorias. Quien no tiene obras, tiene una fe muerta.

Estas obras que hacemos movidos por la gracia actual, son meritorias de vida eterna. Vale decir, nos merecen la entrada en el cielo porque antes Dios nos ha justificado con la gracia santificante. A mayor cantidad de obras buenas, mayor gloria accidental en el cielo. Nuestras obras buenas verdaderamente merecen, a diferencia de lo que pensaba Lutero. Pero lo hacen porque es Dios quien nos mueve a realizarlas.

10) La acción de la gracia divina es la causa de la acción libre del hombre buena y salvífica. Solo de este modo puede merecer la vida eterna.

Verdadero

Creo que queda más que explicado en los versículos dados para la respuesta de la pregunta nº5.

11) El hombre está totalmente corrompido por el pecado. Peca siempre, aun cuando intente obrar el bien. Está tan corrompido que lo único posible para alcanzar la salvación es que Dios no le impute esos pecados.

Falso

Cita literal de Lutero. Es falso. El hombre no está totalmente corrompido. Por esta causa puede obrar acciones buenas en el orden natural sin estar en gracia. Aun cuando éstas no serán meritorias.

Tampoco es cierto que lo único posible sea que Dios no impute los pecados. Sería, según esto, imposible para Dios redimir al hombre. Queda así reducida a un sinsentido la redención operada por Cristo en la Cruz. Nosotros sabemos que, por su sangre, nos ha alcanzado la redención. Aquella que no oculta los pecados, sino que los borra y sana. Baste para comprender esto, mirar la vida de los santos. Puesto que nosotros también estamos llamados a la santidad.

12) Querer obrar activamente es ofender a Dios, que quiere ser el único agente; por tanto es necesario abandonarse a sí mismo todo y enteramente a Dios.

Falso

Dios no quiere ser el único agente. Por eso dice San Pablo «no yo, sino la gracia de Dios conmigo» (1 Cor 15, 10). Y San Agustín: «Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Por una parte, tenemos certeza de que somos libres, por la experiencia cotidiana de querer algún bien particular y elegirlo. Y por otra, sabemos que nuestra naturaleza está dañada, al igual que nuestra libertad. Pero pertenece al plan de Dios el obrar por medio de su criatura libre, no sin ella. Jesucristo instituye, por ejemplo, el sacerdocio. El sacerdote ofrece in persona Christi la hostia santa, el sacrificio incruento, perdona los pecados, comunica el don del Espíritu, etc.

En nosotros, tampoco quiere ser el único agente. Quiere que obremos, verdaderamente y con toda nuestra libertad. Pero quiere que lo hagamos dejándonos mover por Él.

«La gracia no anula la naturaleza –la libertad en este caso- sino que la supone y la eleva» dice Santo Tomás. Aplicado a este caso particular, la gracia sana nuestra naturaleza y la eleva, para que pueda hacer obras sobrenaturales… no suprimiéndola, sino suponiéndola.

13) Cuando la gracia actúa en el hombre, le hace hacer actos virtuosos meritorios de vida eterna. Pero esto no suprime el esfuerzo humano, sino que lo supone.

Verdadero

Se cuenta del Cura de Ars (San Juan María Vianney) que a veces, cuando se encontraba en situaciones realmente enojosas, que hubieran sacado de quicio a cualquiera, él sin embargo permanecía en una absoluta paz exterior e interior. Sin embargo sus más íntimos confidentes notaron que apretaba sus manos y temblaba de tal forma, que se notaba que aquellos actos de virtud heroica realmente le estaban costando un esfuerzo inmenso. ¿Cómo explicamos esto? ¿Es que acaso este santo era voluntarista?

Voluntarismo y santidad son incompatibles, razón por la cual esta hipótesis la doy por descartada. Como decía antes, la acción de la gracia mueve la libertad no suprime su acción. De manera que la obra buena es totalmente de Dios en cuanto que es Él quien mueve, y totalmente del hombre en cuanto que es movido. Por esto, como la libertad verdaderamente obra, bajo el imperio de la gracia, tiene que hacer esfuerzos enormes para ejercitarse en obras buenas, hasta que se asiente la virtud. Esfuerzos que, sin la moción de la gracia, no sería capaz de realizar. No se crea con esto que mientras más esfuerzo, mejor. Eso es voluntarista. Es precisamente lo contrario: la virtud, en la medida que se va arraigando, hace que sus actos propios sean cada vez más fáciles. Y así, una persona que toda su vida ha practicado la virtud de la fortaleza, fácilmente podrá superar situaciones que para otro serían muy penosas.

Por eso, está afectado de quietismo o luteranismo quien viendo su mediocridad cree que no hay nada que pueda hacer para remediarla o espera, pacientemente por cierto, a que Dios lo mueva a salir de ella mientras él se ocupa de otras cosas. Esta, ciertamente, no es una teología de la gracia acertada. Los santos no están quietos e inmóviles. De hecho, son los más activos, pues son los más dóciles a la acción del Espíritu Santo.

Cuando un católico ve que Dios le quiere dar hacer una obra buena o dejar un pecado, se lanza a ello con todas sus fuerzas, usando de todos los medios a su alcance, sin escatimar recursos o esfuerzos. Esto no por un voluntarismo vano, sino porque sabe que si Dios comienza una obra buena en nosotros, Él mismo la llevará a buen término con su gracia.

14) En la oración hay que permanecer en fe oscura y universal, en quietud y olvido de cualquier pensamiento particular…, sin producir actos, porque Dios no se complace en ellos.

Falso

Cuando los discípulos pidieron a Nuestro Señor que les enseñara a orar, no les dijo Él: «sentaos, oscureced vuestras mentes, no penséis en nada, olvidaos de todo y ya está». Esto se asemeja más a formas orientales de espiritualidad, al modo Zen. Más bien les enseñó el Paternóster.

Cierto es que, a medida que avanza la vida espiritual, la oración se va haciendo cada vez más pasiva y necesita menos actos, imágenes, pensamientos. Pero esto es en la medida en que Dios lo va dando. Para disponernos a ello debemos hacerlo con una oración activa, muchas veces discursiva, valiéndonos de oraciones vocales, meditaciones, etc. siempre bajo el imperio y la moción del Espíritu Santo.

31 comentarios

  
luis
La 7 tiene algunos problemas. Psicológicamente, es cierto que no se debe buscar que la gracia venga a santificar mis propósitos o voluntad, en eso estamos de acuerdo.
Pero si se dice que, antes que realizar alguna obra buena, hay que ver si tal es la Voluntad de Dios, estamos en problemas, porque la Voluntad de Dios se conoce a través de su Ley Eterna plasmada en la naturaleza de las cosas. No hay comunicación de voluntad a Voluntad. Las cosas no son buenas porque lo quiera Dios, sino que las quiere Dios porque son buenas. Ergo, ese "consultar la voluntad de Dios con cierta indiferencia", cuando en realidad lo único que tenemos para consultar la voluntad de Dios es atender a la señal de su Inteligencia(sin indiferencia alguna dado que la naturaleza es propositiva por llevar ínsita cierta inteligibilidad, máxime la conciencia), que deja trazas en la bondad ontológica de las cosas, puede llevar a cierta deriva típica del nominalismo y el voluntarismo. La Voluntad de Dios se conoce en la realidad, que es reflejo de su Inteligencia.
06/07/10 7:11 PM
  
luis
Y una pequeña precisión al punto 3, en tren de matizar:

Aquí hay que tener un gran equilibrio, porque la fe católica es un organismo complejo, equilibrado por opuestos. Scilla: el pelagianismo; Caribdis: el agustinismo pesimista.
La moral no es más que el despliegue perfectivo de la natura humana en pos de su fin último, que es la felicidad. La moral no es un catálogo de prohibiciones, sino la forma en que se desarrolla la natura humana en pos de la bienaventuranza. Por eso, la moral sólo se completa dentro de la fe, y una moral teocéntrica es perfectamente compatible con la predicación. Sólo que esa moral tendrá, a diferencia de los manuales postridentinos, a la gracia como protagonista central, "causa intrinseca" del obrar.
Hay que tener cuidado en que al hablar de la radical diferencia que existe entre gracia y natura no se nos cuele, por el lado de Scilla, la idea de gracia como un adorno o ayuda colateral; pero que tampoco se cuele la idea de que la naturaleza en sí es "indiferente" frente a la gracia, como si la voluntad tuviera cierta indiferencia frente al bien o al mal. No: la naturaleza, de suyo, aspira a la gracia, es "connatural" a la naturaleza buscar su perfección, y por ende perfeccionarse en y con la gracia, participando de algo superior a ella que la sobreeleva, por tener una capacidad obediencial, una tendencia a Dios ("natura humana capax Dei").

Ambas, natura y gracia, en sí son hijas de Dios, aunque pertenezcan a dos órdenes diferentes, ambas reconocen la voz de su Amo. La gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona; pero la gracia supone también la naturaleza, porque no hay gracia sin naturaleza en la cual inhiere (paradójicamente, la gracia es un accidente, no una sustancia).
06/07/10 7:24 PM
  
luis
En fin, todas matizaciones para temas espinosos y que requieren una armonización dinámica. La fe es un organismo vivo, dotado de principios que requieren una armonizaciòn vital entre ellos. La ortodoxia es como la salud, el resultado del equilibrio de contrarios.
Muy bueno el test, por lo demás.
06/07/10 7:26 PM
  
Luis Fernando
Ya me imaginaba yo que luis matizaría algo, je je je.
06/07/10 7:34 PM
  
luis
Una cosa más (en tren de matizaciones, siempre queda algo en el teclado): el riesgo de esa apelación indiferentista a la Voluntad de Dios, con prescindencia de la razón inspirada por la gracia y de la realidad, es que se busque la Voluntad de Dios en el dictamen de un agente exterior, bien sea un Superior, bien sea un Director Espiritual, al punto de delegar el ejercicio de la conciencia y del discernimiento en quien me "revela" la Voluntad divina. Hay que tener cuidado con el voluntarismo y el obediencismo extrinsecista tanto como con el espontaneísmo y la moral de situación progre. De nuevo Scila y Caribdis. Pero es lo propio de la tarea espiritual.
06/07/10 7:34 PM
  
Ano-nimo
Respecto al 9, si arrepentiminto sí se tiene, otra cosa es que no se vuelva a caer (una es realista sobre su naturaleza). En conclusión, que debo ser una luterana redomada...(¡menos mal que solo fallé esa, si llego a fallar en más no sé que hubiera acabado siendo!)

Un cordial saludo.
06/07/10 7:56 PM
  
donhoy
Muchas gracias LF por el mucho bien que me ha hecho leer este test. La idea es estupenda y espero ansioso leer y meditar sobre otros tests.

De nuevo, muchas gracias.
06/07/10 10:26 PM
  
Hermenegildo
En cuanto al punto 6, Dios pedirá más al que le da más bienes sobrenaturales.
06/07/10 11:14 PM
  
Fredense
Pues no puedo estar más de acuerdo con lo que dice luis sobre el punto 7.
06/07/10 11:19 PM
  
Catholicus
Le resulta, pues, imposible perseverar largamente en el cumplimiento de la ley natural e imposible llegar a obedecerla toda ella.
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Esto me refería con el punto 4. Soi se puede naturalmente no matar, no mentir, no robar etc. El problema es ese de que si pudiendo, el hombre sin la gracia de Dios no será capaz de resistir la tentación.


Sobre la 7 lo siento, compartiendo la respuesta eso NO es Magisterial, sino de escuela tomista.El Molinismo es perfectamente católico y no se les puede endosar esos calificativos despreciativos.Hay una orden papal al respecto nunca modificada.
06/07/10 11:20 PM
  
Gonzalo
Luis Fernando,
No se si entendí mal pero en la respuesta N=6 sostiene que Dios no ama a todos los hombres por igual?.Me podría decir cual es el fundamento teológico en el cual basa su respuesta?. El fundamento por favor, no las consecuencias que las expuso.
Porque una cosa son los dones que Dios da y otra cosa es el Amor que emana de su Ser para el objeto de su creación mayor que es el Hombre.
La Paz de Cristo contigo
06/07/10 11:46 PM
  
Catholicus
Tambien alertar que la mejor forma de acabar engatusado por Satanás es creer que uno solo, desobedeciendo a un superior legítimo, es capaz de discernir la Voluntad divina luego de haberse rebelado contra Dios incubando la desobediencia a Sus instrumentos.
Vamos, que mucho cuidado con los argumentos de Luis, Masiâ y demás wandereros.
La obediencia al superior es algo especialmente amado del Señor según nos cuentan los santos.
06/07/10 11:51 PM
  
Maricruz Tasies
Ya decía yo que dos años de teología no eran suficientes :)))
Bromas aparte, me encantaron estas pruebas, quiero más.
07/07/10 2:52 AM
  
luis
Catholicus, la obediencia no releva del discernimiento ni del ejercicio de la conciencia moral, que es indelegable. Obediencia ciega no es católica. "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres", dice San Pablo.

La conciencia es el primer Vicario de Cristo (Cardenal Newman, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica) y es absolutamente indelegable.

La obediencia es una virtud moral, que se subordina a las virtudes teologales y respecto de la cual puede pecarse por exceso o por defecto.

Recomiendo los eximios escritos de Leonardo Castellani al respecto.
07/07/10 3:17 AM
  
amauta
Muy bien el test y las explicaciones. No quiero comentar que es lo que aprendí en la Facultad de Teología sobre gracia y virtudes porque se podría resumir mas o menos en NADA... asignatura pendiente... una más de tantas... Por cierto, y que me perdone Cahtolicus, no acabo yo de ver el poner a Luis al lado de Masiá... y el argumento hay que tenerlo en cuenta, no está hablando de una sistemática rebeldía al superior o al director espiritual. Uno no puede delegar su conciencia... Ni la conciencia de uno es el director espiritual, ni el superior legítimo. Ejemplos que lo ilustran los hay a montones algunos lamentables y recientes: algún fundador que "ha jugado a los médicos" con un súbdito y el susodicho a tragar por obediencia...no hombre no... yo soy sacerdote, actúo en persona Christi, pero yo no soy Cristo, y todo lo que hago y digo no es bueno: vaya por lo menos soy consciente que necesito confesarme... creo que eso que dice Luis del equilibrio de contrarios es la clave... y esto cuesta dada esa heridita que nos dejó el pecado original...
07/07/10 3:49 AM
  
pepiño
Ayer dije algo y hoy vuelvo a decirlo.

De lo que pone en el punto 1, e incluso de la explicación que se da, se puede deducir que todo lo que hagamos es algo inútil. Lo que se dice es cierto, pero hay que explicarlo conjuntamente con el mérito ganado con las obras que siguen la voluntad de Dios.

"Muéstrame tu fe sin obras, que yo con obras te mostraré mi fe"
07/07/10 9:12 AM
  
pepiño
Por lo demás, felicidades, me ha parecido muy interesante.

Gracias por aceptar la crítica, que es siempre lo más fácil.
07/07/10 9:13 AM
  
Luis Fernando
He invitado al autor del test y de las explicaciones a las respuestas para que participe y aclare lo que sea menester. Lo que no sé es si podrá hacerlo. Esperemos que sí.
07/07/10 10:25 AM
  
Catholicus
Catholicus, la obediencia no releva del discernimiento
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Discernir no es otra cosa que tratar de ver la Voluntad de Dios para nosotros, esa que no podemos saber qué narices significa sin leemos el gazpacho que has soltado Luis. También es entreveer qué quiere decirnos la Palabra de Dios, cuando de doctrina hablamos. Entre otras cosas.

Resumiendo, a ver si lo entiendes: Es precisamente el FRUTO del discernimiento el que lleva a todos los santos y al Magisterio de la Iglesia a afirmar que entre lo más elevado de cualquier vocación está la Obediencia debida al superior legítimo. Es decir, que salvo excepción de algo claramente pecaminoso o corrompido, la Voluntad de Dios para una persona sujeta a ella es siempre la obediencia al superior.

Esa es la enseñanza continua e inmutable, y lo que tú sueltas es contrario, en su mismo punto de partida, a ella, Luis.

Los escándalos recientes caen dentro de las excepciones, podemos suponer. Pero hombre, no seamos esclavos de las pasiones ni hagamos de las excepciones la regla, porque acabamos justificando las cosas como lo hizo el Padre Masiá en esa entrevista.
07/07/10 10:43 AM
  
Catholicus
"La conciencia es el primer Vicario de Cristo (Cardenal Newman, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica) y es absolutamente indelegable."
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La conciencia FORMADA, es decir instruida del Magisterio y el espíritu de la Iglesia, cuyo discernimiento es de obligada aceptación por cualquier católico. ¿O puede ir la conciencia FORMADA contra las enseñanzas de la Iglesia?.
¿Le decimos lo mismo a los Luteros y Masiá de turno?


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"La obediencia es una virtud moral, que se subordina a las virtudes teologales y respecto de la cual puede pecarse por exceso o por defecto."
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El único pecado por exceso es el de obedecer a un superior cuando claramente sus órdenes antentan contra algo superior. Cuando las órdenes son legítimas, aun siendo o pareciendo "injustas" al que debe obediencia, prima el Principio de obediencia, porque se supone que no hay que caer en el orgullo de creerse más listo y sabio que el Superior. "Que quiere Dios que haga todo religioso?. Que obedezca a su Superior, pues ya hará Él con el mismo según Su Providencia. Lo mismo que un hijo respecto del padre, o una esposa respecto de su esposo". Esa es la norma de entrada, desde siempre, para discernir la Voluntad de Dios. Está bien clara en los Evangelios.

Este post va de otra cosa Luis, y acabas liando el asunto cuando comentando sobre una cosa, te dedicas a pontificar sobre otros asuntos que sabes bien crean polémica. Así solo estropeamos la discusión del blog para los demás.
07/07/10 10:55 AM
  
Catholicus
Volviendo al tema, y sobre la eficacia de la gracia y su comprensión. De Trento, Sesión VI sobre la justificación. Lo cito para aportar matices:
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CAP. V. De la necesidad que tienen los adultos de prepararse a la justificación, y de dónde provenga.

Declara además, que el principio de la misma justificación de los adultos se debe tomar de la gracia divina, que se les anticipa por Jesucristo: esto es, de su llamamiento, por el que son llamados sin mérito ninguno suyo; de suerte que los que eran enemigos de Dios por sus pecados, se dispongan por su gracia, que los excita y ayuda para convertirse a su propia justificación, asintiendo y cooperando libremente a la misma gracia; de modo que tocando Dios el corazón del hombre por la iluminación del Espíritu Santo, ni el mismo hombre deje de obrar alguna cosa, admitiendo aquella inspiración, PUES PUEDE DESECHARLA; ni sin embargo pueda moverse sin la gracia divina a la justificación en la presencia de Dios por sola su libre voluntad. De aquí es, que cuando se dice en las sagradas letras: Convertíos a mí, y me convertiré a vosotros; se nos avisa de nuestra libertad; y cuando respondemos: Conviértenos a ti, Señor, y seremos convertidos; confesamos que somos prevenidos por la divina gracia.
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Y sobre el tema pastoral, ojo, que Trento comienza precisamente diciendo que hay que poner el acento en la parte que corresponde al individuo, NUESTRA RESPONSABILIDAD, porque sobre la Gracia de Dios, poco podemos hacer, pues forma parte de su liberalidad.
07/07/10 11:17 AM
  
Catholicus
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PAULO V, 1605-1621
De los auxilios o de la eficacia de la gracia


[De la fórmula enviada a los Superiores Generales de la Orden de Predicadores y de la Compañía de Jesús, el 5 de septiembre de 1607, para poner fin a las disputas]
1997 En el asunto de los auxilios, el Sumo Pontífice ha concedido permiso tanto a los disputantes [Molinistas y tomistas] como a los consultores. para volver a sus patrias y casas respectivas; y se añadió que Su Santidad promulgaría oportunamente la declaración y determinación que se esperaba. Mas por el mismo Smo. Padre queda con extrema seriedad prohibido que al tratar esta cuestión nadie califique a la parte opuesta a la suya o la note con censura alguna... Más bien desea que mutuamente se abstengan de palabras demasiados ásperas que denotan animosidad .
GREGORIO XV, 1621-1622 URBANO VIII, 1628-1644
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Esto, por honestidad, hay que ponerlo en referencia a estas palabras que cita el blogger sobre el punto 8:

"El Padre Molina proponía que Dios da su gracia y nosotros respondemos. Esta propuesta de las causas coordinadas, tan propagada, es una peste enfermiza que destruye cualquier vida espiritual."

La doctrina molinista sobre la predestinación, aunque a mí mismo no me convenza, es legítima y no puede ser insultada. Tampoco se puede llamar calvinistas a los tomistas.
(Hablar de gracia y de predestinación, al final es el mismo debate.)
07/07/10 11:23 AM
  
Catholicus
Por cierto, y que me perdone Cahtolicus, no acabo yo de ver el poner a Luis al lado de Masiá... y el argumento hay que tenerlo en cuenta, no está hablando de una sistemática rebeldía al superior o al director espiritual. Uno no puede delegar su conciencia..
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Pater,

El Padre Masiá aduce que el discernimiento le lleva en conciencia a pensar que la orden de su Superior es injusta, y por tanto NO DEBE cumplirla. El propio blogger posteó esa entrevista.

Obviamente el argumento de Luis y de Masiá ( y sé que Luis no quiere hacer lo mismo ni tiene mala intención en ello) son erróneos en el punto de partida.

El discernimiento NUNCA puede llevar a una conciencia CONTRA la enseñanza de la Iglesia. "Quien conoce el Derecho Canónico, conoce a la Iglesia".

El discernimiento de una conciencia FORMADA siempre lleva a la Obediencia, salvo excepciones extremas.
07/07/10 11:29 AM
  
Catholicus
http://www.foros.catholic.net/viewtopic.php?t=2867&highlight=tomismo+++molinismo

Ahí viene un interesante texto de Ratzinger sobre la historia de la controversia de la gracia entre Molinistas y Tomistas. (Igualmente, respecto del punto 8, para matizar qué es doctrina de la Iglesia, y qué son disputas de escuelas teológicas legítimas.)

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LF:
A día de hoy, el molinismo no es herético. Pero en mi opinión sigue siendo tan errado como cuando surgió. Es contrario a la postura de Santo Tomás y a la de San Agustín. Ahora bien, mientras el Magisterio no diga otra cosa, y dudo mucho que vaya a decir algo sobre el tema a corto-medio plazo, se puede ser católico y molinista.
07/07/10 12:32 PM
  
luis
Gracias padre Amauta, le agradezco su comprensión. Efectivamente, apunto a que el ejercicio de la conciencia es indelegable, y que cualquier orden del superior debe pasar por ese tamiz. No existe la obediencia automática ni la salvación por la obediencia ciega, porque en ese caso no seríamos entes libres. La obediencia es una virtud moral, no teologal.

Y como no tengo ganas de enfrentarme con Catholicus en una controversia sobre la obediencia ciega y no estoy dispuesto a que me pongan a la altura de un Masiá, me limito a recomendar, contra el voluntarismo obediencista y extrinsecista el magistral libro de Pinckaers o.p., "Las fuentes de la moral cristiana", donde demuestra la presencia del pensamiento Occamiano voluntarista en muchas corrientes pseudocatólicas postridentinas.

Y este link, con la doctrina de Leonardo Castellani sobre la materia:

http://www.statveritas.com.ar/Autores%20Cristianos/Castellani/Castellani14.htm
07/07/10 1:02 PM
  
Catholicus
Nadie defiende la obediencia ciega, sino la iluminada por el discernimiento de las enseñanzas de la Iglesia.
Castellani está genial, pero la lectura recomendable es la Sagrada Escritura, los Doctores, el Código de Derecho Canónico y etc, para asegurarse que nuestra conciencia no acaba siendo un juguete más de Satanás.

Yo tampoco tiendo al Molinismo, pero las cosas son como son, y es honesto presentarlas imparcialmente para el resto de lectores.

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LF:
¿Tú tiendes hacia el molinismo?
Yo era claramente molinista, supongo que en parte por mi pasado arminiano, hasta hace un año. Así que, ya ves.
07/07/10 2:20 PM
  
luis
¿Quién habló de conciencia no iluminada o formada? Precisamente, lo que comparte el obediencismo ciego con el subjetivismo moral es desdeñar a la conciencia como dictamen synderético de la razón práctica, formalizado por su adhesión al bien como fin. Da lo mismo, para un tomista, adherir a los caprichos de la propia subjetividad como a los caprichos de un Superior. Las dos son formas erradas de eludir el dictamen de la razón pràctica llamado conciencia moral, que de suyo es indelegable.
Esto es lo que comparte Maciel (o cualquiera de estos apologistas de la "obediencia ciega" o "el que obedece nunca se equivoca) con Masiá.
07/07/10 2:26 PM
  
Catholicus
Que NO tiendo al molinismo. Eso dice.

Y es así por mi humilde conclusión intelectual, sencillamente porque no veo que consigan aclarar el asunto por más "ciencia media" que quieran suponer. Sencillamente si naturalmente un hombre es más tendente a hacer el bien que otro en cualquier escenario, eso no es debido sino al propio Creador que ya imagina ese individuo libre de determinada manera. Esto por decirlo en plan sencillo. Al final se acaba en el mismo sitio que el tomismo.

En definitiva que el molinismo quiere responder a una pregunta pero solo la aplaza. El tomismo es un misterio de aupa, cierto, pero es más coherente.

Pd. Que si Luis, que sí y bla,bla, bla voluntarismo, y bla, bla, bla ockham por allá y bla, bla, blan la esencia del inmanentismo en el duodeno derecho. Lo que tú quieras y más; pero que nadie habla aquí de obediencias ciegas , sino de ciegos que no quieren obedecer libre y legítimamente sino seguir sus pasiones, por más que se crean que han "discernido" algo.

Masiá dijo que no obedecía porque su conciencia le decía que era una orden injusta, así que seguiría escribiendo ("porque la conciencia está por encima de todo" A que sí?).

Bien, ¿Qué le dices a Masiá?
07/07/10 4:47 PM
  
luis
Le diría que forme su conciencia de acuerdo con la synderesis y la fe, no con su opinión subjetiva o los errores contra la fe.
No es un tema de seguir las pasiones; un "obediencista" también puede seguir sus pasiones, básicamente la pereza para no discernir si las órdenes que recibe son conforme la verdad; o la obsecuencia y la abyección que fomenta el culto de la personalidad. Hay ejemplos patéticos de obediencia ciega. Por cierto, no ayudan los ejemplos barrocos hiperbólicos: "obedecer como un cadáver" o "como el bastón de un anciano". Son ejemplos muy malos, porque enfatizan la automaticidad de la orden, el carácter pasivo del subordinado.
En la Legión, esta deformación se expresaba a través del cuarto voto, la prohibicion de criticar al superior y denunciar a quien lo hiciera; y como dice el Padre Berg, ex LC, con la "represión de todo impulso de critica por parte de la razón".
Esta es la deformación que tanto Castellani como tantos combatimos, y que nada tiene que ver con la virtud de la obediencia, que en primer lugar es "obediencia de la fe". Desgraciadamente, la influencia occamista y voluntarista palpable en algunas corrientes católicas se ha infiltrado en esta concepción de la obediencia.
La conciencia es la regla próxima del obrar, y si mi conciencia me dice que tengo que hacer algo, lo tengo que hacer. Esto está resuelto en Santo Tomás, incluso con un ejemplo bastante chocante.
07/07/10 5:11 PM
  
Martin Ellingham
El voluntarismo, y el obediencismo ciego, pueden tener dos expresiones apologéticas: la "apologética tonta", cuando hay buena fe; la "apologética maquiavélica", cuando hay mala fe.

Flaco favor se hace a la ortodoxia y a la ortopraxis, con esas derivas de la apologética.

Saludos.

07/07/10 5:49 PM
  
amauta
Aprovechando la ocasión, aprovecho para hacer publicidad de un libro sobre el asunto que tratamos: La Gracia, recientemente reeditado en su tercera vez, e imagino que vuelto a enriquecer. Si se quiere un libro clarito y seguro doctrinalmente: José Antonio Sayés Bermejo, La Gracia de Cristo, Editorial Monte Carmelo, Burgos 2010.
Hay que apoyar a este último "proletario de la teología" como se autodefine Sayés, sin coche particular para ir de aquí para allá, sin ordenador para escirbir sus libros, dándole a la tecla de una vieja máquina de escribir con los dedos fastidiados por satanás por la artrítis, pero dando la batalla católica hasta el final. En definitiva aprovecho para decir que hay que leer a Sayés.
07/07/10 9:20 PM

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