La integridad moral cristiana frente al helenismo.
En el cristianismo el hombre íntegro es el hombre de bien, en el que su alma es bella y digna de ser honrada porque es virtuosa. Pero, a diferencia de los griegos, en el cristianismo, la virtud misma no es digna de honra sino en cuanto dirige el bien hacia Dios.[1] En efecto, en el cristianismo la virtud no es el bien supremo como lo era para los griegos. Porque el cristiano considera el acto humano o acto moral calificándolo como bueno o malo de un modo muy distinto al griego.