Vivir y transmitir adecuadamente la Verdad.

Todos hemos escuchado hablar sobre la luz y las tinieblas, sobre la visión y la ceguera, sobre la verdad y la mentira. También hemos escuchado sobre el vivir en la luz o en las tinieblas, en la visión o en la ceguera, en la verdad o en la mentira. Con estas expresiones es fácil deducir que en estas alternativas se pone en juego la vida humana.

En el conocimiento del hombre sobre la verdad, y en la actitud que el hombre tenga frente a la verdad o frente a la luz o a la visión se cifra la vida del hombre. La vida del hombre depende de la aceptación o del rechazo de la Verdad o de la luz. Aunque todo es gracia, el hombre tiene responsabilidad en la aceptación o el rechazo de la verdad que se le ofrece, de modo que ante la verdad no cabe la indiferencia humana.

Pero aceptar la verdad no es fácil para los ciegos y de entre los ciegos los peores son los que no quieren ver y los que creen ver pero en realidad no ven. Para aceptar la Verdad y vivir en ella, es necesario un cambio radical de conocimiento que implica la humildad y la aceptación. Aceptar  y vivir en la verdad no es fácil porque la verdad aparece como necedad para la sabiduría del mundo. Sin embargo, para quienes aceptan la verdad, resulta inapreciable el don de servirla, porque se percata de que fuera de la verdad todo se construye en falso. Todo lo que se construye sobre la mentira acaba por desmoronarse. Mantenerse en la verdad significa adherirse al Amor, y en último término en la experiencia de Dios, que es esencialmente Verdad y Amor. Vivir en la verdad se verifica en la comunidad de quienes se esfuerzan por vivir en ella, en quienes aceptan la luz y desean vivir en ella.

De todo lo anterior se sigue, que la verdad nos introduce en el misterio del ser y del obrar divino. Dios es la Verdad que se consuma en Jesucristo y por eso todo lo que pertenece a la Verdad o a Jesucristo, tiene que ver con Dios y con su plan para los hombres.

Por eso Jesucristo se definió como Camino, Verdad y Vida. Dios es la realidad más firme, consistente, estable, que se comprueba constantemente en la misma existencia. Si observamos con detenimiento la realidad, no es difícil concluir que Dios es la realidad más verdadera y más confiable, es la única realidad en que podemos confiar absolutamente. Tampoco es difícil concluir que todo lo que se pone en lugar de Dios, o lo que se llaman falsos ídolos, acaban por ser pura mentira e inconsistencia. Son falsos dioses que son producto de la hechura humana.

La verdad de Dios se realiza en los hombres, en la lealtad y en la fidelidad que nos lleva a nuestra relación con Dios que tiene un carácter histórico y salvífico porque tiene que ver con la relación que Dios tiene en la historia de la humanidad y con su acción liberadora y salvífica.

De lo anterior se sigue que la Verdad, la Lealtad y la Fidelidad de Dios se encuentre unida a su misericordia en la que sobreabunda la gracia que hay en Él, y que se ha revelado en la persona de Jesucristo. Si reflexionamos sobre la vida de Jesucristo veremos que Él es el sí definitivo de Dios en el que se cumplen sus promesas y el testimonio definitivo de la fidelidad de Dios con el hombre. Pero esta fidelidad de Dios con el hombre espera una respuesta por parte del hombre que constituye un verdadero desafío. A la misericordia y lealtad de Dios, el hombre debe responder. El hombre está llamado a cumplir con los mandamientos en el seguimiento a Cristo. El hombre está llamado a caminar en la verdad, en la fe y en el amor, con la gracia que Dios le da.

De aquí que sea tan importante comprender la dinámica de la verdad y la misericordia  que caracterizan el ser y el obrar de Dios. No se trata de una misericordia sin más, sino de una misericordia centrada en el ámbito de Dios y de su alianza que pertenece al ámbito de la verdad, porque todo lo que está fuera del ámbito de Dios, de la alianza, pertenece a la mentira.

Por eso hay que tener mucho cuidado, porque el demonio tiene un carácter esencialmente mentiroso y es muy hábil para mentir. El problema de la verdad y de la mentira nos sitúa respectivamente en el terreno de Dios y del maligno por lo que se exige una claridad y una precisión total. Lo que está en juego es la verdad y la mentira como verdadero problema de la existencia humana, su salvación o su frustración. Por eso, en la transmisión de las verdades sobre Dios, es necesario ser muy precisos y no dejar lugar a ambigüedades o a malos entendidos con verdades que no terminan por definir todo lo relacionado con la Verdad que se requiere para la salvación. El punto radical es que de la verdad de Dios se sigue la vida, mientras que la mentira conduce a la muerte. La verdad y el amor están indisolublemente unidos a la vida y a la justicia, mientras la mentira está ligada a la muerte y a la injusticia.

Conocer la verdad es conocer el plan de salvación que Dios tiene para el hombre. Ocultar en todo o en parte el plan de Dios es apartarse de la verdad, de modo que no se puedan seguir los caminos de Dios, ni se pueden realizar sus proyectos. Todo lo que se construye al margen de la verdad acaba por arruinarse completamente, y en este caso, lo que está en juego es el éxito o el fracaso del hombre mismo, su salvación o su perdición.

Por todo eso es fácil darnos cuenta que la comunicación de la verdad y sobre todo de las verdades sobre el plan salvífico de Dios es tan exigente, porque incide en la formación o la deformación de la conciencia. Es muy grave la desinformación o la información falseada que deforma o confunde la Verdad  porque coloca a la humanidad fuera de los caminos de Dios. Existe una gran responsabilidad en la comunicación de las verdades y sobre todo de las verdades sobre Dios y su plan de salvación porque lo que está en juego es la vida o la muerte del hombre.

 

 

4 comentarios

  
Lilia Maya
Coincido completamente con usted, yo no sé si tengo o no la conciencia adecuadamente formada, pero me parece que se dicen verdades a medias que sólo confunden, y eso me inquieta muchísimo, sobre todo considerando que los católicos no somos precisamente los más informados y formados en los aspectos de nuestra religión, no nos preocupamos por conocer las verdades contenidas en la Biblia, es más ni siquiera nos tomamos el tiempo para leerla, y por ello somos fácilmente engañados y confundidos con aparentes actos de bondad o acciones de falsa misericordia; coincido plenamente con lo que expresa, y agradezco su valentía de exponerlo.


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Muchas gracias.
Saludos.
Manuel Ocampo Ponce.
14/01/16 11:41 PM
  
Mª Virginia
Brillante y luminoso post. Enhorabuena!



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Muchas gracias y saludos:
Manuel Ocampo Ponce.
15/01/16 4:11 AM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Excelente post. Muy clarificador y oportuno para el momento actual.

"Es muy grave la desinformación o la información falseada que deforma o confunde la Verdad porque coloca a la humanidad fuera de los caminos de Dios. Existe una gran responsabilidad en la comunicación de las verdades y sobre todo de las verdades sobre Dios y su plan de salvación porque lo que está en juego es la vida o la muerte del hombre". Tal cual.

Muchísimas gracias y que el Espíritu Santo lo siga iluminando.
16/01/16 1:45 AM
  
María de las Nieves
Excelente post
"El punto radical es que de la verdad de Dios se sigue la vida, mientras que la mentira conduce a la muerte. La verdad y el amor están indisolublemente unidos a la vida y a la justicia, mientras la mentira está ligada a la muerte y a la injusticia"

La Verdad nos da la vida, y ademas la verdad nos habla con los hechos amorosos de la vida- el amor- no bastan las ideas, que también las conoce el que deliberadamente miente y sabe lo que es la verdad pero desobedece la ley de Dios .

La verdad vive encarnada y hoy la tenemos que demostrar con hechos. Dice Jesús si no créeis en mí, creed en las obras que hago.
"Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed las obras" con los hechos de la vida damos testimonio de la Verdad y de Jesucristo.
20/01/16 2:50 PM

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