Los pujoldertales se rebelan contra los chamanes toledanos

Hoy me he levantado con ganas de cascarle el cráneo al spinosaurus que ayer nos espantó a la manada de composagnathus que sirve de entretenimiento para nuestros críos, pero justo cuando salía de la caverna con el garrote de encina que uso para estos menesteres, se me ha aproximado Primitivo Rupestre, líder supremo de nuestra tribu, para encargarme una misión de alto riesgo.

Sepan nuestros lectores que en esta caverna cavernícola tenemos una cueva dedicada por completo a la formación de hechiceros toledanos de alto nivel intelectual, destinados a infiltrarse entre los galeuscas.

¿Qué quiénes son los galeuscas? Parece mentira que no lo sepas, lector. Así llamamos a los grupúsculos que se unieron a finales de la última glaciación para someter al resto de tribus ibéricas. Aunque sus intenciones eran de orden político, pronto surgieron chamanes galeuscos empeñados en dar cobertura espiritual a sus líderes. Entre estos últimos –hablo de los líderes- destacaba un tal Brutino Jarana, cavernícola euskérico profundo que odiaba a nuestra tribu. Un día dejó escrito en su cueva el siguiente mensaje: “Es preciso aislarnos de los maketolopitecus (ndb: o sea, nosotros) en todos los órdenes de la vida. De otro modo, aquí, en esta tierra que pisamos, no es posible trabajar por la gloria de Dios”.

¿Sabéis cómo llamaba el brutino-jaranismo a los chamanes ibéricos? No maketolopitecus, no. Los llamaba toledanos. Por eso creemos que nuestra caverna no sería la misma sin una cueva dedicada a preparar chamanes toledanos. No porque hayan nacido en los montes toledanos sino por su estilo, su gracia, su arte, su donosura espiritual, su fidelidad a nuestros ritos.

Decía yo que Primitivo me ha encargado una misión de alto riesgo. Resulta que dos grupos de toledanos han conseguido gran éxito en el noroeste de nuestra península. En realidad nacieron allí, pero no se resisten a ver como su tierra se convierte en un desierto donde no crezca ni una brizna de esperanza con la que alimentar el alma. Son los germinandertales. Han conseguido tal éxito en sus andanzas que son acosados por los galeuscas religiosos.

Sin embargo, lo que más preocupa al círculo de los hechiceros pujoldertales –se llama así a los catalandertales seguidores de Jordipujolecus (ver foto)- es que dos grandes chamanes toledanos se han hecho con los mandos del culto religioso cavernícola en Terrassa. Ante semejante éxito, un tal Oriolensis ha lanzado la campaña “volem chamanes catalandertales”, criticando a los toledanos y asegurando que lo importante es “la calidad humana y chamánica de los aprendices de chamanes, no la cantidad”. Lo que ocurre en realidad es que el modelo chamánico galeusco no atrae lo más mínimo a los jóvenes cavernícolas catalandertales.

La misión que me ha encomendado Primitivo es proteger y amparar a los germinandertales y los grandes chamanes toledanos. Y además hacerlo sin usar mi garrote de encina ni mi hacha de sílex, pues no queremos iniciar una guerra sangrienta entre tribus. Habré de valerme de mi labia.

Ruego oraciones al Gran Espíritu que nos da la carne de bisonte nueva de cada día. Que su mano poderosa me acompañe, me guíe y me conceda el éxito de esta misión.

Apolonio Cromañónez