(96) Nuestra Señora de las Lágrimas

DolorosaUna y otra vez, cuando miramos a nuestro alrededor y nos oprimen el pecho muchas situaciones desgraciadas, muchas tormentas y desvíos, muchas cruces que se alzan en lo alto del Calvario de la Iglesia, surge la misma pregunta: ¿qué hacer?… gritar, llorar, correr… Las respuestas serán variadas, según lo que Dios haya dado a cada uno, pero hay una actitud que es irrenunciable, porque Nuestra Señora nos la señala, inquebrantable:

Estaba la Dolorosa

Junto al leño de la Cruz,

¡Qué alta palabra de luz!,

¡Qué manera tan graciosa

De enseñarnos la preciosa

Lección del callar doliente!

Tronaba el cielo rugiente,

La tierra se estremecía.

Bramaba el agua…María

Estaba, sencillamente.

(J. María Pemán)

Vale decir, entonces: cualquier cosa menos retroceder; todo menos bajarse de la Barca; todo menos la huída. Que es ardua la subida, sea. Que se hace la noche y hace frío, concedido. Que hay tentaciones, por supuesto. Pero el mástil -la Cruz gloriosa- no se mueve. Y la Madre tampoco.

¿Dónde irían sus hijos, si no es bajo Su manto, a guarecerse?…

Es más fácil quejarnos, desde ya, pero es más provechoso suplicar, suplicar, suplicar.

¿Suplicar soluciones? No. Perdón.

Tal vez es tiempo de tener como carbón encendido, el Pésame en los labios permanente. Nos cuesta mucho admitir que como miembros del mismo Cuerpo, no cabe independencia ni el “a mí no me toca”, y es urgente reparar unos por otros. Plantar el rostro si es preciso para pagar el precio altísimo de tanto agravio y pisoteo de la Palabra y la Ley de Cristo Rey. No basta la denuncia.

Hace no mucho, una religiosa muy querida señalaba que “llegado el tiempo de tanta ofensa, Dios precisa más corderos y víctimas, además de las palabras”… Sin duda, nuestros hermanos mártires de Oriente nos llevan la delantera.

Por eso es tan preciosa la fiesta de hoy de Nuestra Señora, en esta edad tan proclive al triunfalismo, a la “efectividad”, a las prisas pelagianas por hacer y hacer, y hacer. Es terrible el rechazo que en muchas almas encuentra esta imagen de Nuestra Madre, como encontró también su aparición en La Salette. Claro que es más agradable mirarla en la Anunciación, en la Asunción, pero la Dolorosa…¿Qué hacía Nuestra Señora en la Hora más alta? Lloraba. …¿cómo podemos dejarla sola o ignorarla?

Pidamos el don de lágrimas, sí. Y mientras tanto, pidamos a Ella que ofrezca sus lágrimas preciosas por nosotros, por cada uno de nosotros. Miguel Ángel Etcheverrigaray, lo hace en forma poética, recogiendo muy bien algunas situaciones que hoy resuenan -lamentablemente- con particular vigencia:

A Nuestra Señora de las Lágrimas

Porque ahora estamos, ay de nosotros, como sal que no sala,

Como sal que ha perdido su virtud y sabor;

Porque somo s un vuelo que lleva herida el ala,

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

 

Porque la luz se ha vuelto siniestra en nuestras manos

Como haz de tinieblas y pavor;

Y ya no distinguimos padre, madre y hermanos,

 Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

Lágrimas 

Porque ya muchos príncipes han manchado su túnica

O la venden por treinta monedas, que es peor;

Y porque no queremos oír la Voz del monte, la Voz única:

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

 

Porque el atrio, de nuevo, es la cueva del robo

-oh lodo en que se pudre el corazón-;

Porque el prójimo acecha con mirada de lobo,

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

 

Porque el hogar del hombre vuelve a ser su guarida

Y su pan y su vino no sacian su sudor;

Porque nos negamos hasta a engendrar la vida,

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

 

Porque la Cruz de Cristo ya no es signo sagrado

Y sí el inmundo oro o el martillo y la hoz;

Porque acaso veamos un mundo atomizado,

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

 

Porque ya nos burlamos del mendigo y del santo,

Porque ya nos burlamos de Dios;

Porque ya nuestros ojos no tienen don de llanto:

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

 

Porque quizá lo único que libere a tus hijos

Sean tus inefables lágrimas -¡sálvanos!:

Llanto corredentor en que llora tu Hijo:

Nuestra Señora de las Lágrimas, llora por nos.

(Revista de la Ciudad de Bs, As., 1953, 4º época)

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5 comentarios

  
Rexjhs
Muchas gracias Virginia. Tanto quiero yo a la Virgen de los Dolores que mi hija lleva ese nombre, como lo llevaba mi abuela o lo lleva mi hermana.
Llevo un tiempo sintiendo muy dentro de mi corazón la corredención de María, como tú también apuntas. Ese último dogma mariano que habrá de proclamarse entre lágrimas de todos los cristianos en un futuro próximo, tal es el designio del Cielo, en medio de una gran persecución final de la Iglesia fiel.
La Virgen fue dichosa porque llevaba en su seno al Salvador del mundo, pero sufrió terriblemente de ver cómo el mundo rechazaba la salvación: ahí está la corredención, en su camino de dolor que fue su vida, y que llegó a su culmen en el Calvario, donde, de alguna manera misteriosa y mística, ella murió con él.
Decía San Bernardo de Claravall algo muy hermoso: que María dio a luz a Cristo sin dolores, como inmaculada que era, pero que lo parió realmente en sufrimiento en el Calvario, y, al hacerlo, también nos dio a luz a todos nosotros, cuando nos recibió por hijos. Ahí nació Cristo realmente, tras ese parto, resucitado, y ahí nació realmente la Iglesia.
Y meditaba el otro día que incluso en sus momentos o misterios gozosos, María estuvo rodeada de dolor: en la anunciación, por la responsabilidad adquirida; en la visitación a Isabel, por saberse embarazada del ES y sufrir por la decepción de San José al saberlo; en el nacimiento de Cristo, al saber cómo Dios hecho carne ya era rechazado por todos y verse en una cueva desolada para animales; en la presentación en el templo, cuando los ancianos Simeón y Ana le profetizaron que una espada atravesaría un día su corazón (en el calvario); y al encontrar a su hijo tras tres días perdido, sufriendo por él.
Salve pues, Virgen de los Dolores, Abogada, mediadora y corredentora, señora de todos los pueblos.
16/09/15 10:07 AM
  
Rodrigo
Amén
17/09/15 4:48 PM
  
Tina
Amen Madre Santísima.
18/09/15 5:47 AM
  
Silvia Inés
Como no podía ser menos, M.Virginia y sus regalos para el alma! Gracias y que la Virgen te cubra siempre con su manto!
19/09/15 10:50 PM
  
Iv
Tronaba el cielo rugiente,
La tierra se estremecía.
Bramaba el agua…María
Estaba, sencillamente.

Hermoso! Gracias!!
24/09/15 8:23 AM

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