Una fe a prueba de coronavirus

Tengo una gran confianza en la divina providencia y procuro abandonarme en Dios, dejando que Él haga su obra y cumpliendo siempre su voluntad, que pese a nuestras imperfecciones y miserias, debe ser nuestro único manjar.

Para el día de hoy tenía otro artículo preparado, pero a mitad de semana me llegó un testimonio precioso de la Hna. Kristin María Tenreiro, SHM con unas preciosas enseñanzas y veo que pueden ayudar y servir de edificación. Les dejo con el testimponio de la hermana en InfoFamiliaLibre:

Una fe a prueba de coronavirus

Ahora mismo estoy viviendo en una parroquia al norte de Italia, el centro de la epidemia de coronavirus en Italia. Desde el 23 de febrero de 2020, el gobierno de Lombardía prohibió todos los eventos públicos o privados, ya sean de carácter civil, educativo, político o religioso. Los obispos están siendo muy obedientes y dóciles y, en consecuencia, cancelaron todas las misas con fieles. El 8 de marzo se extendieron las mismas medidas a toda Italia.  

La gente está sin Eucaristía, sin encuentros de formación, sin oración comunitaria. Los niños y jóvenes están sin colegio, sin deportes, sin actividades extraescolares, y se están ahogando en el exceso de tiempo de ocio. Un joven de nuestro pueblo se cayó del tejado de una vieja fábrica el otro día y casi se mató. Estaba vagando con sus amigos (que lo abandonaron después de la caída) porque no tenían otra cosa mejor que hacer.

Mientras todo el mundo está en pánico por la expansión del coronavirus, dos pequeñas comunidades de Siervas del Hogar de la Madre al norte de Italia están en pánico por la expansión del pecado. Es más obvio que nunca que «vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1 Pe 5,8). Privados de la Eucaristía y de la oración comunitaria, los cristianos parecen casi indefensos ante esta situación.

¿Qué se puede hacer? El día que el Gobierno empezó a tomar estas medidas, la lectura de la misa del día era de Marcos 9, cuando Jesús explica que «este tipo de demonios solo puede ser expulsada con oración y ayuno» (Mc 9, 29). Así que rezamos y ayunamos. Organizamos iniciativas de oración y de formación por internet. Ayudamos a la gente a ver que hay una infección peor, eternamente grave, que acecha por todas partes…

Estas gráficas informativas son un resumen de algunas de nuestras reflexiones.

Hna. Kristin María Tenreiro, SHM

corona

12 comentarios

  
Oscar de Caracas

La peste de Roma.

En la iglesia de San Marcello al Corso, se venera un antiguo y precioso crucifijo considerado milagroso porque detuvo las plagas en el capital. Estos días comenzó a asomarse en las redes sociales con la sugerencia de exhibirlo nuevamente y ponerlo en procesión, incluso si esto significaría contravenir las prescripciones contenidas en el decreto del gobierno que prohíbe las reuniones de personas y requiere una distancia seguridad de al menos un metro. El crucifijo ha sido objeto de profunda veneración por los fieles de Roma desde 1519, cuando milagrosamente permaneció ileso en un gran incendio. Alrededor de 1600 se desarrolló una grave epidemia de peste en toda la ciudad. Fue entonces cuando el cardenal titular de S. Marcello, Raimundo Vich, español, para implorar la clemencia divina, promovió en ese año una solemne procesión penitencial en la que participaron todas las categorías de personas: clero, religiosos, nobles, caballeros, hombres mujeres, ancianos y niños que «descalzos y cubiertos de cenizas, interrumpidos solo por sollozos y suspiros, de los que los acompañaban» . Las autoridades, temiendo un aumento de la infección, intentaron bloquear la procesión pero fracasaron. La procesión comenzó el 4 de agosto y terminó el 20. Parece que la peste había cesado en esa fecha y que Roma estaba a salvo. El crucifijo milagroso ha tenido diversas salidas en tiempos recientes, la más conocida en la realizada a San Pedro para el jubileo del año 2.000 para la petición de perdón realizada por el Papa Santo Juan Pablo II.

16/03/20 1:33 PM
  
Adsertor
Este post, con toda la buena intención que lleva don Javier y su gran labor, es un reflejo de la cierta libertad que hay en Infocatólica...

Mientras un bloguero se dedica a insistir en que hay que acatar lo que digan los obispos por obediencia cristiana, así como critica a quienes se dedican a atacarlos o a tener una visión que contrapone salud corporal - espiritual, con placet de d. José María Iraburu.

Nos encontramos, por otra parte (con todos mis respetos), con otro artículo en el mismo portal ironizando respecto a los obispos "Los obispos están siendo muy obedientes y dóciles y, en consecuencia, cancelaron todas las misas con fieles" (no me vayan a decir que esto no va con sutil ironía, pues... ¡¡claro que los obispos deben obedecer a las autoridades!!, es obligación cristiana con los poderes civiles, sino, ¿qué sentido tiene hacer ese énfasis en la docilidad y obediencia?) así como animando a acudir a las Iglesias (cuando está prohibido civilmente y la Conferencia Episcopal lo desaconseja) y, más que el hecho de animar, crear la imagen al público de que la solución al coronavirus pasa por comulgar mucho e ir mucho a la Iglesia, obedeciendo a las autoridades eclesiásticas y civiles, ¡¡no han leído que lo que hay que hacer es permanecer en casa!!.

Por supuesto que hay que rezar y recibir la gracia de Dios, pero en estas circunstancias, por caridad al prójimo, más bien se hará si uno, siendo Cuaresma, mortifica estos loables deseos y los cultiva con comuniones espirituales y oraciones por uno y por los enfermos, hasta que la enfermedad pase y podamos volver a la mesa de la Comunión.

Hasta entonces, ¿creen que Dios no dispensará sus gracias ante el acto de amor a los demás que es el evitar propagar el contagio y ayudar a no animar a otros a la irresponsabilidad de no guardar la cuarentena?

Dios proveerá.
16/03/20 4:33 PM
  
José
Pues las Iglesias tienen que ser cerradas si así lo dice el obispo y me parece una medida razonable. El sacerdote con las medidas sanitarias dará la comunión y la confesión urgente por pecado mortal pero antes de escuchar guarradas que se proteja bien de los miasmas. Hay mucha soberbia en esas monjitas guerrilleras de Jesús. Que cumplan las normas y el sentido común. Y rezar por ellas para que no se contagien y ayuden a los demás. Falta humildad y exceso de falsa valentía.
16/03/20 4:51 PM
  
Argia
Muy buenos consejos. Sobre el primero, si bién hay que acatar las decisiones de los obispos, estos se pueden equivocar y también ver que en el evangelio, la cananea no acepto que Jesus no le hiciera caso y se puso a perseguirle hasta que consiguió que le escuchase, tampoco se amilanó cuando Jesus le comparo con una "perrilla", porque no era hija de Israel, con humildad le dió una contestación fantástica, llena de Fe. El ciego Bartimeo tampoco se callo cuando se lo mandaron y asi consiguió que Jesus le prestara atención, y la hemorrisa con su fe le robó su curación.
El evangelio está lleno de ejemplos en los que se ensalza la Fe.
Ahora los obispos prohiben hasta las procesiones, pero también se podrían hacer con unas medidas preventivas: pocas personas, separadas, con guantes y mascarilla e ir por alrededor de los centros hospitalarios. Pero creo que hemos perdido mucha Fe, y tenemos muchos respetos humanos.
16/03/20 4:59 PM
  
José
Sí Óscar y le puedes poner unas ruedas neumáticas al Cristo para que recorra toda Roma y Europa. Tú puedes conducir es artefacto.Los Santos como los padres que cuidan a hijos y ancianos, los sanitarios y cajeras de supermercados que también son santas y los sanitarios y fuerzas de seguridad llevan a Cristo Sufriente colgado del cuello. Sois unos valientes mártires con el esfuerzo y riesgo de los demás.
16/03/20 5:01 PM
  
Javi
Con la debida prudencia, guardando la distancia exigida y si no se es persona de riesgo, se deberían poder mantener al menos las misas de los domingos y festivos. Eso no quita que el obispo de cada diócesis exima de ir a la iglesia y recomiende a los feligreses seguir la misa por televisión o por radio o por internet. En España por la crisis del virus las misas no se han prohibido, de hecho en la diócesis de Alcalá las hay.
Una cosa es recomendar y otra bien distinta dejar sin opción al feligrés con la supresión. El primer mandamiento no está reñido con la sensatez de poner los medios adecuados para no contagiar ni contagiarse.
Al católico le da gran alegría ver una iglesia abierta, saber que hay sacerdote dispuesto a confesar o Exposición del Santísimo, una misa a tal hora, sin que ninguna de estas cosas suponga un envalentonado desafío a la propagación del virus: para eso están la prudencia y la distancia. Del mismo modo que están -o deberían- durante ese rato que pasamos cargando el carrito en el hipermercado y hasta llegar con la compra hecha a nuestro coche.
17/03/20 1:14 AM
  
Sor Julia
¡¡¡Santo Dios!!!
Más negacionistas.
Señoras, si el pecado se extiende, menos rezos y más acudir a servir a los pobres y necesitados.
A Dios se le puede rezar y adorar sin acudir al templo.
Cuanta superstición en pleno siglo XXI
17/03/20 11:19 AM
  
Carmen L
Menos mal que estas monjas no son como la Julia de encima, de lo contrario no habría quien rezara por tantos pecadores que habemos en este mundo, y cuantos deberíamos desesperar de nuestra salvación.
Demos gracias a Dios, que estas son de las que han escogido la parte que no les será quitada.
17/03/20 11:52 AM
  
Argia
¿ más negacionistas ?
¿superstición ?
Sor Julia, ¿ud. no cree entonces en la Eucaristia ? ¿ Que piensa, que es un acto supersticioso, que el pan y el vino se conviertan en el Cuerpo y la sangre del Señor ?
Los católicos no nos hemos inventado la Eucaristia, ha sido nuestro Señor quién ha querido quedarse y alimentarnos con Él. Jn, 6, 51. " Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."
17/03/20 12:13 PM
  
Manuel Argento
Carlo Maria Viganò - arzobispo católico italiano retirado.(Resumen)
"Lo que estamos presenciando en las últimas horas es dramático. Desde luego, en toda Italia, pero de una manera trágicamente ejemplar en Roma, corazón del catolicismo.
La situación resulta todavía más desconcertante si tenemos en cuenta que lo que está en juego no es sólo la salud publica, sino la salvación de las almas. Además, desde hace algún tiempo los pastores hemos dejado de inflamar el corazón de los fieles con el deseo de la salvación eterna. Con ello los hemos privado de los dones sobrenaturales que nos capacitan para afrontar las pruebas de este valle de lágrimas, incluido el asalto de la muerte, con el poder de la fe y el destello de esperanza inagotable e inquebrantable que nace de nuestro anhelo del glorioso destino para el que se nos creó.
Las declaraciones de la Conferencia Episcopal Italiana y del cardenal vicario de Roma, los ministros del sol, como les gustaba llamarlos a Santa Catalina de Siena, son los que han causado el eclipse, sumiendo al rebaño en espesas tinieblas (cf. Ex.34,12).
Parece que al cardenal Bassetti, que con su diligencia demuestra ser más papista que el Papa, se le ha olvidado una enseñanza muy importante: que para servir al bien común y al Estado, la Iglesia nunca debe dejar de ser ella misma ni de cumplir su misión de anunciar a Cristo, único Señor y Salvador nuestro. Tiene que guardarse de ensombrecer sus divinas prerrogativas de sabiduría y verdad, y no abdicar en modo alguno de la autoridad que ha recibido del Soberano de todos los reyes de la Tierra, Nuestro Señor Jesucristo.
Los acontecimientos de las últimas horas han puesto claramente de manifiesto –por si no fuera evidente todavía– la trágica sumisión de la Iglesia a un Estado que se esfuerza por todos los medio por destruir la identidad cristiana de nuestra Italia haciéndola esclava de un plan ideológico inmoral, globalista, maltusiano, abortista e inmigracionista enemigo del hombre y de la familia. Un plan que tiene por objeto destruir a la Iglesia, y en modo alguno aspira al bien de nuestra patria.
¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! Abramos de par en par las puertas de nuestros templos para que los fieles puedan entrar, arrepentirse de sus pecados, participar del Santo Sacrificio de la Misa y beneficiarse del tesoro de gracias que mana del Corazón traspasado de Cristo, nuestro único Redentor, y el único que puede salvarnos del pecado y de la muerte."

+ Carlo Maria Viganò
18/03/20 4:04 AM
  
hornero (Argentina)
Lo envío por segunda vez-
Muy verdadero todo lo dicho por Mons. Viganó. El coronavirus ha generado un explicable estado de alarma, de pánico y de confusión. No se discierne debidamente lo sustancial, de lo que es secundario; lo que es "questiones disputatae”, de lo que las trasciende como acontecimiento histórico universal e inédito. No es el dar o no la Comunión en la mano o en la boca, ni el cerrar o no las Iglesias, el fondo, la sustancia de lo que está aconteciendo; estas son cosas que deben analizarse a la luz de una comprensión más profunda de los hechos que nos conmueven. Mucho más significativo que el número de enfermos o de fallecidos por la pandemia, son los efectos devastadores que está causando sobre el orden internacional en la totalidad de sus elementos: ciencia, técnica, economía, política, cultura, y de modo relevante, el progresivo aislamiento o reclusión de las personas. Esto conlleva necesariamente el desmoronamiento en cadena de los mecanismos y pilares que sustentan el sistema internacional, con el consecuente agravamiento de la situación mundial.

Ahora bien, este derrumbe, desde el punto de vista cristiano objetivo, comporta una doble faceta: es doloroso el sufrimiento de nuestros hermanos, pero, es comprensible y conveniente que se derrumbe el sistema ateo-materialista-consumista-idolátrico-pagano que gobierna el mundo, que es el verdadero causante de lo que estamos padeciendo. En verdad, lo padecemos mucho antes que apareciera el coronavirus: apostasía, disolución de la familia, aborto, homosexualidad, guerras, terrorismo, droga, delincuencia, perversiones, etc. Podemos simplificar: cae el NOM.

Surge aquí una nueva dificultad: los católicos no comprendemos en general qué relación existe entre el desorden temporal y la gestación de un virus activísimo, desconcertante e indetenible. Qué relación existe entre el desorden moral y la reacción violenta del orden natural.

En este contexto, y coherente con él, se evidencia una gran falta de comprensión por parte de la Iglesia acerca de la Misión recibida y ejecutada por la Virgen en nombre de Dios. No constituye parte del análisis diario el anunciado triunfo de Su Corazón Inmaculado en el mundo, hacia el cual se dirige ciertamente la caída del actual sistema anticristiano.
Porque lo entiendo así, repetiré una vez más: BABILONIA DELENDA EST.
.

20/03/20 2:06 AM
  
Mariana

Me temo que los lectores que hablan de ciega obediencia no entienden los signos de los tiempos.
Y si los tratan de entender [a los signos de los tiempos] piensan que DIos perdona todo.
Creo que estas personas con pandemia y sin pandemia, jamás entenderán que lo que DIos nos quiere decir con esta pandemia.
Me parece que Dios nos está dando la oportunidad maravillosa de ver lo que hay en nuestro corazón para arrepentirnos, y meditar en lo que, si no rectificamos, vendrá como castigo divino.
23/03/20 2:24 AM

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