Nuevos testimonios de santidad

Desde el día de ayer, la Iglesia cuenta con cinco nuevos santos canonizados por el Papa Benedicto XVI. Se trata de Arcángel Tadini, Bernardo Tolomei, Nuño de Santa María, Gertrudis Comensoli y Catalina Volpicelli. Sobre los nuevos santos y sobre los otros asuntos de actualidad del dicasterio competente, habla en esta entrevista Monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

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¿Cuál es la característica de estos cinco nuevos santos?

Una característica común a los cuatro santos italianos es la de ser fundadores, es decir, han dado vida a congregaciones religiosas. Se trata de dos hombres y dos mujeres pertenecientes a diversas clases sociales y con caminos de vida originales. En cuanto fundadores, su santidad es también un incentivo para la santificación de sus hijos e hijas espirituales.

Comencemos con el más antiguo en orden cronológico, Bernardo Tolomei, fundador de la Congregación benedictina de Santa María del Monte Oliveto. Su característica peculiar es la conversión a la oración. Era un laico noble, que vivió entre los siglos XIII y XV, que se retiró a la soledad. A pesar de la elección de una vida ascética y solitaria, no fue indiferente a las necesidades de los hermanos. De hecho, se comprometió en la asistencia a los enfermos, tal es así que murió precisamente ayudando a las víctimas de la peste de Siena en 1348.

El segundo es un héroe, un noble soldado, Nuño de Santa María, el único portugués del grupo de los cinco. Abandonó la vida militar y se dedicó a la oración y a la penitencia entre los carmelitas. Su característica es haber vivido la primera parte de la vida de modo aventurero mientras que la segunda la pasó en contemplación y en oración.

Arcángel Tadini, en cambio, era un sacerdote diocesano, fundador de la Congregación de las Hermanas operarias de la Santa Casa de Nazareth. El nombre elegido indica ya el carisma particular de esta Congregación.

Sigue en orden de nacimiento Gertrudis Comensoli, fundadora de las Hermanas del Santísimo Sacramento, llamadas sacramentinas: también aquí está la síntesis de su carisma.

Finalmente, tenemos a Catalina Volpicelli, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón. Es famosa en Nápoles y en otros lugares por sus instituciones educativas. También ella, mujer noble, tuvo una progresiva conversión. Su espiritualidad estaba basada, principalmente, en la reparación de las ofensas al Sagrado Corazón de Jesús y fundó una congregación que, partiendo del amor a Dios, se abriese al apostolado con los necesitados de todo tipo.

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¿Qué aspecto de los nuevos santos es más actual para la Iglesia y la sociedad?

Todos, porque la santidad es siempre actual. El capítulo V de la Lumen gentium subraya la vocación universal a la santidad de todos los bautizados. Por lo tanto, todo santo es siempre actual. ¿Por qué? Por dos características: por la sequela Christi en la heroicidad de las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, y por el apostolado que viene en consecuencia. La heroicidad de la fe, de la esperanza y de la caridad, modelos que nunca caen.

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¿Por qué recién ahora son canonizadas figuras que han vivido entre los siglos XIII y XV?

Los retrasos se deben esencialmente a complicaciones históricas. En aquel tiempo, había continuos conflictos locales, regionales, nacionales, que hacían difícil mantener una continuidad en las prácticas procesales. Tomemos al más antiguo de los canonizados, Tolomei. A tres meses de la muerte, un acto jurídico público ya lo llama beato. Por lo tanto, su culto se difundió rápidamente después de su muerte. Las vicisitudes históricas que afectaron a las Órdenes religiosas y, por tanto, también a los olivetanos desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta el XIX, no permitieron llevar a término el proceso de canonización. Se debió esperar la restauración de la Congregación benedictina olivetana en la segunda mitad del siglo XIX para poder recomenzar la causa.

Lo mismo puede decirse de Nuño Alvarez Pereira: inmediatamente después de su muerte, el rey de Portugal don Duarte y su hermano don Pedro promovieron su canonización. De un documento de 1437, resulta que Eugenio IV dio su permiso al inicio del proceso que, por causas desconocidas, no llegó a concluirse. Pero desde la primera mitad del siglo XVI, su culto ya estaba difundido. Sólo en 1894, por iniciativa del entonces postulador de los carmelitas, la curia diocesana de Lisboa se encargó de dar inicio al proceso para el reconocimiento del culto ab immemorabili, concedido en 1918 por Benedicto XV.

Debemos recordar también que, en aquel tiempo, no estaban las instrucciones procesales que tenemos ahora. En 1558, Sixto V instituyó la Congregación de Ritos que tenía competencia en la beatificación y canonización con procedimientos particulares confirmados por Benedicto XIV y luego precisados varias veces en el curso del pasado siglo. Basta recordar las de Juan Pablo II en 1983 y las de dos años atrás, con la publicación de la instrucción Sanctorum mater, en la que se precisa el procedimiento para la investigación diocesana, que debe seguir unos pasos particulares y minuciosos para luego ser transferida a Roma.

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¿Esto significa que los procedimientos de aquel tiempo eran menos rigurosos?

No debemos olvidar que la documentación antigua es muy exhaustiva porque antes no había la cantidad de causas que hay ahora, y existen milagros bien documentados. Por otra parte, debemos atenernos a la documentación y a la ciencia de aquel tiempo, no podemos ver con los ojos y la mentalidad de ahora. Para confirmar qué puntuales y precisos eran los procedimientos de la época, basta recordar cómo fue reconocido el famoso milagro de Calanda, ocurrido por intercesión de la Virgen del Pilar de Zaragoza. Calanda es un pueblo que está cerca de 100 kilómetros al sur de Zaragoza. Allí vivía un joven que, mientras trabajaba, se había cortado una pierna bajo un carro. No pudiendo trabajar más, se había reducido a mendigo con el permiso oficial de la catedral de Zaragoza. Por años fue mendigo hasta que, un día, regresó a Calanda y se quedó dormido. A la mañana siguiente, su madre lo despertó y con asombro vio que la pierna cortada estaba íntegra. Inmediatamente se llamó al obispo, que convocó al notario para que tomara nota de todos los testimonios. La documentación relativa al milagro fue, por lo tanto, muy exhaustiva porque entonces estaba la amenaza de la Inquisición.

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¿Por qué, algunas veces, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha bloqueado algunas causas de canonización y luego, a distancia de años, ha quitado ese vínculo?

La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene como tarea verificar que en un candidato a la canonización no haya, por ejemplo, falso misticismo. En el caso de que sea constatado, la causa es bloqueda. A veces, a distancia de años, hay suplementos de investigación que permiten aclarar y superar los impedimentos que habían llevado a un determinado bloqueo. Mientras era secretario del dicasterio, se liberaron algunos casos. Si hay obstare de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no se puede seguir adelante.

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En esta jornada de canonizaciones faltan figuras cercanas a nosotros en el tiempo, ¿por qué?

No lo hacemos por programaciones. Depende de las situaciones que han permitido a estas causas madurar. Le anticipo que, en octubre, tendremos en Milán la beatificación de don Gnocchi, un contemporáneo nuestro. Quisiera hacer notar además un factor que durante siglos ha retardado la beatificación de los candidatos. Antes, había cincuenta años de espera desde la muerte de la persona en olor de santidad para poder dar comienzo a la causa; ahora han sido reducidos a cinco. Hay muchas causas de contemporáneos que esperan la conclusión pero precisamente porque son de contemporáneos debemos actuar con una exactitud procesal mayor porque no podemos exasperar las situaciones. El Papa puede conceder la dispensa a la espera de los cinco años desde la muerte del candidato para dar comienzo al proceso, como ha hecho Benedicto XVI con la de Juan Pablo II. De hecho, ha puesto su procedimiento en un carril preferencial, libre. En este carril, sin embargo, es necesario seguir las diversas etapas del procedimiento. De todos modos, creo que se llegará a una conclusión con bastante rapidez. Están en estudio también presuntos milagros atribuidos al siervo de Dios, pero primero es necesario concluir el procedimiento para la declaración de la heroicidad de las virtudes.

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¿Cuánto incide el problema económico?

El problema no es a nivel económico porque si hay dificultades en ese sentido, nosotros nos ocupamos. El problema es que hay necesidad de recoger la documentación y sin la intervención de la diócesis y de la parroquia, es muy difícil. La comunidad eclesial debería hacerse cargo, de todos modos, de llevar adelante el procedimiento, también de los candidatos laicos. No creo que sea cuestión de falta de fondos. El problema es que muchas veces, mientras que para un fundador están los hijos espirituales que se interesan de llevar adelante la causa de canonización, para los laicos frecuentemente falta esta solicitud.

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¿Las nuevas instrucciones de la Sanctorum mater pueden facilitar una mayor atención a la santidad laical?

De por sí, la nueva instrucción Sanctorum mater trata del procedimiento de la investigación diocesana. Obviamente, la atención al laicado, el discernimiento y la valoración de la santidad laical corresponden principalmente a los obispos y a los párrocos.

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¿Cuánto influye la fama de santidad?

Mucho. La fama de santidad es importante. Hay figuras ejemplares que son notadas enseguida por el pueblo, por los fieles, por los párrocos. También los obispos proponen figuras muy bellas. Con frecuencia, hay causas que no siguen adelante porque falta el milagro. Por eso, quisiera invitar a orar y a invocar a los candidatos muertos en olor de santidad para que intercedan a nuestro favor. Esta petición nuestra es muy importante.

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Fuente: L’Osservatore Romano

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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